DEVOCIONAL 2024

30 de Abril

La victoria de la resurrección 

«Sorbida es la muerte en victoria. 

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?… Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo». 

1 CORINTIOS 15:54-55, 57 

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La resurrección sella lo que nosotros no pudimos: la victoria sobre la muerte. 

La muerte es el gran enemigo de la humanidad. De todos los seres humanos sin excepción. Viola la esfera de la creación de Dios, separa las relaciones, perturba a las familias y nos hace llorar la pérdida de nuestros seres queridos. Sin embargo, la resurrección de Cristo destruyó el poder de la muerte con los cristianos porque «la muerte no se enseñorea más de él» (Romanos 6:9). 

En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo nos recuerda la victoria final que tendremos sobre la muerte una vez que hayamos sido transformados en nuestros cuerpos de resurrección. Para aclarar su punto, Pablo cita a Isaías y a Oseas, profetas del Antiguo Testamento. Al usar la metáfora del aguijón de la muerte de Oseas, Pablo afirma que la muerte dejó su aguijón en Cristo, como la abeja que deja el suyo en su víctima. En la cruz, Jesús soportó toda la picadura de la muerte (el pecado), por lo que no tendremos que soportar nada de eso. Cuando la pena del pecado haya sido eliminada, la muerte simplemente interrumpirá nuestra vida terrenal y nos llevará al reino celestial, donde adoraremos y alabaremos a Dios para siempre. 

Pablo concluye (v. 57) agradeciendo a Dios, que nos proporcionó el triunfo sobre el pecado y la muerte. También deberíamos estar agradecidos con Dios porque, a través de la obra redentora de Cristo, nos dio lo que nunca podríamos haber obtenido por nosotros mismos. Dios promete a todos los creyentes lo celestial a cambio de lo terrenal y lo inmortal a cambio de lo mortal. 

Con el triunfo de Jesucristo sobre la muerte, no tenemos motivos para temer lo que la muerte puede hacernos. Al contrario, deberíamos alegrarnos por la promesa que el Señor nos hizo acerca de la próxima vida: «La muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego… Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor» (Apocalipsis 20:14; 21:4). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios porque en su soberana sabiduría y poder venció a la muerte y ha eliminado todas las razones para que el creyente le tenga miedo. 

Para un estudio más profundo: Lea 2 Reyes 2:9-14 y 4:18-37. ¿Qué anticipan estos pasajes sobre el control de Jesús sobre la muerte, la suya y la nuestra? 

* ¿Le recuerdan alguna historia particular del Nuevo Testamento?

29 de Abril

Nuestros nuevos cuerpos 

«Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial». 

1 CORINTIOS 15:49 

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Todos los creyentes pueden esperar que algún día recibirán nuevos cuerpos y nuevas imágenes. 

Las apariciones de Jesús posteriores a la resurrección dan una semblanza de la grandeza, el poder y el portento que tendrán nuestros propios cuerpos resucitados. Nuestro Señor aparecía y desaparecía a voluntad en cualquier lugar. Podía atravesar paredes y puertas, pero también podía comer, beber, sentarse, hablar y ser visto por otros. Jesús era notablemente el mismo que antes de su muerte, sin embargo, fue un cambio maravilloso. El cuerpo que vieron los discípulos y otros seguidores después de la resurrección es el mismo que veremos cuando vayamos a estar con Él. Cristo también aparecerá en la misma forma cuando regrese a la tierra (Hechos 1:11). 

Como sucedió con Jesús, nuestros cuerpos perecederos, naturales y débiles serán resucitados de tal forma que serán imperecederos, espirituales y poderosos. Ya no limitarán nuestro servicio a Dios. En el cielo resplandeceremos con la majestuosa gloria que Dios tan gentilmente les da a los suyos (Mateo 13:43). Cristo promete que «transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas» (Filipenses 3:21). 

La futura resurrección de los creyentes a las glorias del cielo ha sido una bendita esperanza y una motivación especial para la iglesia a través de los siglos, y debería serlo para usted y para mí. No importa cómo son nuestros cuerpos actuales: estén sanos o no, sean hermosos o simples, de corta o larga vida, mimados o maltratados; a fin de cuentas, no son nuestros cuerpos permanentes. Un día, esos cuerpos naturales creados serán recreados y hechos sobrenaturales. Aunque la Biblia nos da un vistazo de cómo serán esos cuerpos nuevos, es una garantía preciosa saber que «seremos como Él» (1 Juan 3:2). 

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Sugerencias para la oración: Ore por la oportunidad de compartir ideas de este estudio con un amigo cristiano, especialmente si esa persona se ha desanimado recientemente. 

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 24:33-53. ¿Qué verifican los versículos 37 a 43 sobre el nuevo cuerpo de Jesús? 

* Escriba otras cosas del pasaje que describan el cambio que experimentó Jesús y qué lo diferenciaba de como era antes de la cruz.

28 de Abril

La resurrección: motivo para la santificación 

«No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo». 

1 CORINTIOS 15:33-34 

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Confiar en el hecho de la resurrección de Cristo y esperar nuestra propia resurrección de los muertos debería instarnos a la santificación. 

Como cualquier enseñanza esencial de la Escritura, la doctrina de la resurrección puede estudiarse y analizarse desde un punto de vista académico. Cuando eso sucede, por lo general obtenemos una comprensión objetiva del tema y tal vez algo de apreciación en cuanto a cómo apoya la doctrina a nuestra fe, pero eso es a todo lo que podemos llegar. 

Sin embargo, nuestros estudios sobre la resurrección ya nos han enseñado algunas de las implicaciones que esta verdad bíblica debería tener para nuestra conducta. La esperanza de la resurrección puede darles a todos un incentivo para salvarse y a los creyentes uno para el servicio. Esta esperanza también proporciona un tercer incentivo: la motivación para la santificación. 

El apóstol Pablo sabía que los de la iglesia de Corinto estaban expuestos a la teología herética de que no existe una resurrección real de los muertos. Esa falsa enseñanza estaba ejerciendo una mala influencia en el comportamiento de los corintios. Es por eso que Pablo les dijo en el versículo de hoy: «Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres». Es imposible estar rodeado de personas malvadas y no contaminarse tanto por sus ideas como por sus hábitos. El apóstol continúa instando a aquellos creyentes que esperaban en la resurrección a ser una influencia positiva en los demás y conducirlos a la verdad.

Esta visión de la situación en Corinto comprueba que la sana doctrina es valiosa y afecta la forma en que la gente vive. Hoy vemos a nuestro alrededor lo que resulta cuando no se cree en la resurrección. Las personas se vuelven miopes y viven a su antojo porque, en última instancia, nada las hace responsables. Esta es una razón más para que nos mantengamos firmes en la verdad de la resurrección, vivamos en su esperanza y la proclamemos a otros. 

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Sugerencias para la oración: ¿Cómo surge la búsqueda de la santidad en su vida? Ore para que el Señor aumente su diligencia y lo ayude especialmente en un área de debilidad. 

Para un estudio más profundo: Lea 1 Pedro 1. Enumere todos los versículos que se refieren al plan de Dios con la muerte y resurrección de Cristo. 

* ¿En qué manera fortalece su esperanza la existencia de un plan divino? 

* Escriba una oración temática para el capítulo.

27 de Abril

La resurrección: motivo para el servicio 

«Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos». 

1 CORINTIOS 15:32 

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La verdad de la resurrección es un incentivo para que los creyentes perseveren en servir a Jesucristo. 

La declaración de Pablo en el versículo de hoy es verdaderamente extraordinaria, porque nos reitera que la verdad de la resurrección de Cristo y la esperanza de creer en la resurrección de los demás son alicientes decisivos para el servicio cristiano. Nos permite observar más de cerca lo que inspiraba a los cristianos como Pablo al mismo tiempo que nos insta a estar motivados para el servicio. 

El apóstol pudo haber peleado con verdaderos animales salvajes en Éfeso. O es posible que hablara en sentido figurado de la brutal turba de Éfeso que se opuso a él en Hechos 19. Pero cualquiera que sea el caso, Pablo sabe que no hay simples motivos humanos que lo obligaran a participar en tales batallas o a arriesgar continuamente su seguridad de otras maneras. No habría soportado tantas dificultades si sus propósitos y objetivos hubieran sido solo temporales y mundanos. 

Pablo y todos los cristianos a lo largo de la historia han estado dispuestos a trabajar bajo la adversidad, sufrir, ser perseguidos y continuar diligentemente en el servicio del Señor puesto que su convicción es que el reino de Dios se extienda más allá de las debilidades y límites de esta vida (Romanos 8:18). Si nuestro ministerio en la tierra fuera un fin en sí mismo, entonces tendría sentido «comer y beber, porque mañana moriremos». 

Sin embargo, hoy puede alabar a Dios porque su vida no tiene que terminar simplemente con placeres y comodidades sensuales. La esperanza y la motivación en todo su servicio a Cristo pueden ser idénticas a las de los gigantes de la fe en Hebreos 11, que servían fervientemente, para que «a fin de obtener mejor resurrección» (v. 35). 

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Sugerencias para la oración: Ore con el fin de que Dios use la verdad de la resurrección para motivarlo a prestar un servicio más fiel en un área difícil del ministerio o en un ministerio en el que ha sido incoherente. 

Para un estudio más profundo: Memorice 1 Corintios 15:58. ¿A qué se refiere el «así que»? Haga de este versículo un recordatorio constante del incentivo que debe tener para servir al Señor.

26 de Abril

La resurrección: motivo para salvación 

«De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?». 

1 CORINTIOS 15:29 

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La resurrección, a menudo, es un poderoso testimonio para atraer a la gente a la fe salvadora en Cristo. 

El apóstol Pablo sabía que los creyentes que enfrentan la muerte con alegría y esperanza pueden presentar testimonios poderosos a los no creyentes. La perspectiva de la vida en el cielo y una reunión con los seres queridos es un motivo fuerte para que las personas escuchen y reciban el evangelio. Cuando los creyentes mueren, sus espíritus van de inmediato a estar con el Señor. Y un día, en el futuro, sus cuerpos glorificados se unirán a sus espíritus, entonces los cristianos adorarán y disfrutarán a Dios por toda la eternidad. 

En 1 Corintios 15:29 se usa el término «bautizan» para referirse a aquellos que testificaban que eran cristianos. Aunque el mero acto del bautismo no salva a la persona, cualquiera que sea un cristiano obediente ha de ser bautizado. En los días de Pablo, la iglesia asumía que cualquier creyente debía ser bautizado y que alguna gente no se bautizaría a menos que la iglesia estuviera segura de que su profesión de fe era genuina. 

«Los muertos» en 1 Corintios 15:29 también podría incluir a los creyentes que han muerto y cuyas vidas fueron testimonios contundentes de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Las personas eran salvadas (bautizadas) en Corinto debido a («para») el testimonio fiel de los creyentes fallecidos. 

La resurrección sigue siendo un poderoso incentivo para la salvación. En mis años como pastor, he visto personas acudir a Cristo después de la muerte de un cónyuge o un padre creyente. Esos maridos y esposas, hijos e hijas no podían soportar la idea de no volver a ver a su ser querido. Los sobrevivientes convertidos fueron tocados y cambiados sin saberlo por la esperanza de la reunión que ya sostiene a los creyentes. Esa esperanza, basada en la promesa de la resurrección, sostuvo a David después de la muerte de su pequeño hijo: «Yo voy a él, mas él no volverá a mí» (2 Samuel 12:23). 

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Sugerencias para la oración: Pida perdón al Señor por los momentos en que su testimonio ha sido débil y la esperanza de resurrección en su vida no ha sido evidente. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 22:23-33. ¿Qué demostró la hipotética historia de los saduceos acerca de su creencia acerca de la resurrección? ¿Cuán importante fue la doctrina de la resurrección para Jesús? ¿A qué apelaba al corregir a los saduceos?

25 de Abril

La resurrección: ¿y qué? 

«Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres». 

1 CORINTIOS 15:19 

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Sin la resurrección de Cristo, nuestras vidas cristianas individuales serían un patético e inútil ejercicio. 

En la antigüedad, el nadador más fuerte entre los marineros de un barco se llamaba archegos, una palabra griega que significa «corredor delantero» «favorito» o «pionero». Si a medida que el barco se acercaba a la costa, se veía atrapado en olas tan fuertes que era dudoso un atraque seguro, los archegos sujetarían el extremo de una larga cuerda al barco, lo amarrarían al otro extremo, saltarían al agua y guiarían el barco a atracar. Una vez en el muelle, asegurarían la cuerda a una roca o un árbol. Luego, los otros pasajeros podrían desembarcar y usar la cuerda como una línea de seguridad para llegar a la orilla. Jesús es nuestro archegos. Si Él no venció a la muerte y no nos permitiera hacer lo mismo, no tendríamos nada más que esperar que la vida terrena, lo que nos dejaría sin una esperanza más resplandeciente que la del típico incrédulo (Romanos 6:23). 

La ilustración de los archegos nos muestra una vez más la importancia crucial de la resurrección de Cristo. Sin esta, el cristianismo pierde su fuerza doctrinal, como vimos en el estudio de ayer. Además, la vida cristiana se volvería inútil y patética si no pudiéramos señalar la verdad de la resurrección. Si nuestro Señor todavía estuviera en la tumba, no podría ayudarnos con respecto a la eternidad ni a nuestro ministerio terrenal. No tendríamos nada que justifique nuestros esfuerzos por estudiar la Biblia, predicar la Palabra, enseñar la doctrina, dar testimonio ni cualquier otra actividad de servicio cristiano. 

Sin embargo, Dios el Padre «levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Romanos 4:24-25). Debido a que Cristo vive, nosotros también viviremos (Juan 14:19). Esta gran certeza debería darnos toda la confianza y la motivación que desearemos o necesitaremos al servir a nuestro Señor y Salvador resucitado, Jesucristo. 

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Sugerencias para la oración: Basado en la realidad de la resurrección, pídale a Dios hoy que le dé un nuevo incentivo para ser su fiel servidor. 

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 24:1-12. ¿Qué efecto inmediato tuvo el conocimiento de la resurrección de Jesús en María Magdalena y las otras mujeres? 

* ¿Cómo difirió la reacción de ellas de la de la mayoría de los discípulos?

24 de Abril

La resurrección: una creencia valiosa 

«¿Cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?». 

1 CORINTIOS 15:12 

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Sin la verdad de la resurrección del cuerpo, la fe cristiana no tendría sentido. 

A pesar de que Pablo y los otros apóstoles hicieron de la resurrección de los muertos por parte de Cristo y sus seguidores, una parte vital del mensaje del evangelio, algunos nuevos conversos gentiles (especialmente los corintios) tuvieron dificultades para aceptar la idea de la resurrección corporal. Esa lucha surgió principalmente debido a los efectos del dualismo griego, que consideraba lo espiritual como inherentemente bueno y lo físico como sustancialmente malo. Bajo esa creencia, la resurrección física se consideraba bastante repulsiva. 

La única forma en que los gentiles escépticos adaptarían su dualismo era afirmando que Jesús era divino pero no verdaderamente humano. Por lo tanto, alegaban que solo parecía que murió y que sus apariciones —entre la crucifixión y la ascensión— eran manifestaciones que simplemente parecían ser corporales. No obstante, Pablo sabía que esa era una doctrina errónea. Por eso escribió a los romanos, «Acerca de su Hijo… que era del linaje de David según la carne... que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos» (Romanos 1:3-4). 

Negar la realidad de la resurrección corporal de Cristo crea algunos problemas doctrinales muy importantes. Sin su resurrección, el evangelio es un mensaje vacío que no tiene sentido. Sin la resurrección, Jesús no podría haber conquistado el pecado y la muerte, y por lo tanto tampoco podríamos haber seguido esa victoria. 

Sin la resurrección física, una vida de fe centrada en el Señor Jesús carece de valor. Un salvador muerto no puede proporcionar ningún tipo de vida. Si los muertos no resucitan corporalmente, Cristo no resucitó y, por ende, nosotros tampoco. Si todas esas alegaciones fueran ciertas, no podríamos hacer mucho más que concluir con Isaías: «Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas» (49:4). Pero la gloriosa realidad es que podemos afirmar con Job: «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios» (Job 19:25-26). 

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Sugerencias para la oración: Gracias a Dios que la verdad de la resurrección hace que nuestra teología sea creíble y que el evangelio sea poderoso. 

Para un estudio más profundo: A veces los seguidores más cercanos de Jesús dudan sobre la resurrección. Lea Juan 20:19-29. ¿Cómo comprobó Jesús a los discípulos que realmente era lo que decía ser? 

* ¿A qué más recurrió Jesús cuando enfrentó las dudas de Tomás?

23 de Abril

Un testimonio especial 

«Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí». 

1 CORINTIOS 15:8 

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El poder de la resurrección de Cristo transformó a Pablo en un predicador del evangelio. 

A lo largo de la historia, el testimonio confiable de testigos oculares sobre una persona o suceso ha sido una de las formas más aceptadas de evidencia en los tribunales de justicia. Pablo apela al registro de testigos oculares como una confirmación importante de la resurrección. Cita los ejemplos de Pedro, los apóstoles (dos veces), quinientos creyentes y Santiago (1 Corintios 15:5-7). Y en el versículo de hoy, se presenta a sí mismo como testigo especial de la resurrección de Jesús. 

Su caso fue único. No estaba entre los apóstoles originales, ni entre los otros quinientos creyentes, que tuvieron la oportunidad de estar con el Señor durante su ministerio terrenal o pudieron verlo poco después de su resurrección. Pablo ni siquiera era cristiano, sino que era el líder de los que perseguían a la iglesia.

Además, la situación de Pablo era diferente porque la aparición de Cristo a él no fue solo posterior a la resurrección sino también a la ascensión. La dramática manifestación del Señor al apóstol fue probablemente varios años después del período de cuarenta días de sus muchas otras apariciones. 

Pablo vio el momento de la aparición de Jesús ante él como la llegada de «un abortivo». Sabemos que se regocijó mucho en su conversión, pero si no hubiera visto al Salvador resucitado en ese o en otro momento, no podría haberse convertido en apóstol. En otras palabras, por gracia y providencia soberana, Dios eligió a Pablo para ser apóstol porque [Jesús] —en palabras del propio apóstol— «me apareció a mí». El viejo oponente de la iglesia era ahora como los Doce: había visto al Cristo resucitado. 

El poder de la resurrección siempre es lo suficientemente fuerte como para cambiar una vida. Transformó la de Pablo en tres maneras principales. Primero, reconoció su pecado y vio cuán lejos estaba la religión externa de la piedad interna. En segundo lugar, su carácter fue renovado. Pasó de odiar las cosas de Cristo, por justicia propia, a amar la verdad al punto que se entregó a sí mismo por ella. Por último, la energía personal y la motivación de Pablo fueron completamente redirigidas. Pasó de ser un celoso opositor a los cristianos a uno que servía y apoyaba fervientemente a la iglesia. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que ayude a que su testimonio siempre muestre el poder del Cristo resucitado. 

Para un estudio más profundo: ¿Qué elementos comunes estaban presentes en las experiencias de Pablo en Hechos 18:9-10; 23:11? Tenga en cuenta algunas cosas que eran más inusuales sobre la experiencia de Pablo en 2 Corintios 12:1 - 7.

22 de Abril

La iglesia testifica de la resurrección 

«Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis». 

1 CORINTIOS 15:1 

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La verdadera iglesia ha testificado coherentemente acerca del poder de la resurrección. 

Kenneth Scott Latourette observó lo siguiente en su libro Historia de la expansión del cristianismo: «La convicción de la resurrección de Jesús fue lo que sacó a sus seguidores de la desesperación en la que su muerte los sumió y que llevó a la perpetuación de un movimiento iniciado por Él». 

Esta afirmación era cierta para la iglesia en Corinto, incluso con sus muchos problemas. El apóstol Pablo abre su reconocido capítulo sobre la resurrección en 1 Corintios 15, al afirmar implícitamente el testimonio de los corintios acerca de esa doctrina. Solo con recibir el evangelio que transformaría sus vidas, los creyentes en Corinto comprobaron la realidad de la resurrección de Jesús. Ese hecho es lo que dio poder al evangelio. Pablo no necesitaba recordarles explícitamente a los corintios todo lo relativo a la resurrección de Cristo sino hasta el versículo 4, al decirles que «resucitó al tercer día». Al principio, el apóstol confiaba en que los corintios ya habían creído en la verdad de la resurrección del Señor. 

El hecho de que la iglesia corintia continuara existiendo, aunque plagada de problemas de inmadurez y otras debilidades, fue un firme testimonio del poder del evangelio del Cristo resucitado. Solo un Salvador vivo podría haber convertido a algunos de los pecadores más endurecidos de Corinto (extorsionadores, idólatras, inmorales) en una comunidad de redimidos. Pablo estaba preocupado y angustiado por muchas de las cosas que sucedieron y no sucedieron en la iglesia en Corinto, pero no dudó en calificar al grupo central de miembros como «hermanos». 

A pesar de muchos desafíos debido al escepticismo, la persecución, la herejía y la infidelidad, la iglesia a través de los siglos ha continuado dando testimonio de la realidad de la resurrección de Cristo. La verdadera iglesia celebra esa verdad a menudo, no solo el domingo de Pascua. En realidad, debido a que la iglesia se reúne el domingo, el Día del Señor, el primer día de la semana (cuando Jesús resucitó), recordamos la resurrección todas las semanas. Alabado sea el Señor por ese recordatorio; no lo olvide la próxima vez que adore en el Día del Señor.

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios que su iglesia fue fiel en el pasado a la hora de dar testimonio de lo cierto de la resurrección. 

Para un estudio más profundo: Lea Hechos 4 y enumere algunas cosas que sugieren un testimonio del poder de la resurrección.

21 de Abril

La centralidad de la resurrección 

«Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor». 

MATEO 28:5-6 

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La resurrección de Jesús es el hecho culminante de la historia redentora y la base esencial de la fe cristiana. 

Sin resurrección, nuestra fe cristiana sería un montón de ilusiones, nada mejor que las filosofías y especulaciones humanas. En efecto, el destacado filósofo británico del siglo diecisiete, John Locke, algunas de cuyas ideas se incorporaron a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, escribió: «La resurrección de nuestro Salvador es realmente de gran importancia para el cristianismo, tanto que su identidad como Mesías se sostiene o se cae con ella».

Desde sus primeros relatos, las Escrituras han contenido el mensaje de la esperanza de la resurrección. La muerte nunca ha sido el final para el creyente, sino la puerta de entrada a la vida eterna en el cielo. Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo Isaac porque creía «que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos» (Hebreos 11:19). El Señor le aseguró a Daniel que los creyentes «serán despertados… para vida eterna» (Daniel 12:2). 

La resurrección fue el punto central de la enseñanza de Cristo a los discípulos sobre sus sufrimientos y su muerte: «Y comenzó a enseñarles que le era necesario … padecer mucho, y ser desechado … ser muerto, y resucitar después de tres días» (Marcos 8:31). Por lo tanto, es absolutamente comprensible que Mateo y los otros tres escritores de los evangelios hayan incluido un relato histórico de la resurrección de Jesús en sus narraciones. 

Pablo sabía que, sin resurrección, nuestra salvación no hubiera sido posible. También estaba convencido de que la verdad de la resurrección debe ser creída o de lo contrario no se puede recibir la salvación: «Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Romanos 10:9). 

No es de extrañar que Pablo, los otros apóstoles y todos los líderes de la iglesia primitiva proclamaran la resurrección de Cristo como la culminación de su ministerio. Estaban tan cautivados por el significado de la resurrección que no podían hacer otra cosa que predicarla. Y esa debería ser nuestra actitud en la actualidad. 

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Sugerencias para la oración: Gracias a Dios por la verdad de Juan 11:25, que nos brinda la esperanza de la resurrección en las propias palabras de Jesús. 

Para un estudio más profundo: Lea Hechos 2:14-36 o 3:12-26. ¿Cuál es el punto focal de los sermones evangelísticos de Pedro? 

* ¿Cómo prueba él su tema?

20 de Abril

Lealtad compasiva 

«Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole». 

MATEO 27:55 

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Las mujeres que apoyaron el ministerio de Jesús hasta la cruz son buenos ejemplos de una lealtad compasiva. 

La lealtad firme y concienzuda es una característica maravillosa de las mujeres piadosas. Ese rasgo es probablemente más evidente en ellas que en los hombres compasivos. Las mujeres que estaban al pie de la cruz eran el grupo principal de testigos oculares de la crucifixión de Jesús que además eran creyentes. También mostraron una lealtad extraordinaria ante el bochorno y el peligro. Esa valentía contrasta con los discípulos que, a excepción de Juan, huyeron atemorizados la noche antes de que Jesús fuera crucificado. 

En una lección a principios de este mes, vimos que algunas de las mujeres, incluida la madre de nuestro Señor, habían estado presenciando la crucifixión desde el pie de la cruz (Juan 19:25-27). Pero en el versículo de hoy, se dice que había «muchas mujeres mirando de lejos». No temían a los soldados romanos ni a los líderes judíos. Tampoco se avergonzaban de ser conocidas como seguidoras de Jesús. Se retiraron del lugar porque su dolor era profundo y su esperanza se hizo añicos ante la inminente muerte de su Maestro. La persistencia de las mujeres, sin embargo, era denodada. 

A lo largo de su ministerio, mujeres consagradas como aquellas de la cruz ministraron generosamente a Jesús y a los discípulos. Lucas 8:2-3 dice: «María, que se llamaba Magdalena… Juana, mujer de Chuza… y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes». Es probable que la mayoría de las comidas que Jesús y los Doce disfrutaron fueron preparadas por mujeres fieles. 

Las mujeres que siguieron a Jesús establecieron el estándar para el servicio fiel y la lealtad compasiva que Pablo luego describiría para las mujeres piadosas: «testimonio de buenas obras… si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra» (1 Timoteo 5:10). Tales actos de entrega y servicio son signos de excelencia y madurez espiritual que deberían ser evidentes en la vida de todos los creyentes. 

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Sugerencias para la oración: ¿Hay algún amigo cristiano a quien usted pueda serle leal? Ore por la oportunidad de servir a esa persona en maneras útiles. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 13:3-17. ¿Cómo mostró Jesús el tema del estudio de hoy? 

* ¿Qué impacto tuvo el ejemplo de Jesús en Pedro?

19 de Abril

La respuesta salvadora del soldado 

«El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios». 

MATEO 27:54 

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El testimonio de los soldados después de la crucifixión de Jesús confirma la suficiencia de su muerte para todos los pecadores. 

Casi todas nuestras actividades diarias son dictadas por las responsabilidades rutinarias de nuestros trabajos. Lo mismo ocurrió con los soldados romanos, al pie de la cruz, cuando Jesús entregó su vida. Estaban allí para asegurarse de que la crucifixión se llevara a cabo al pie de la letra. 

Es probable que supieran poco del judaísmo, y menos de Jesús. Por lo tanto, en verdad no tenían ni idea de por qué los líderes judíos y la mayoría de la multitud estaban tan decididos a matarlo. Para esos soldados anónimos, lo que Cristo afirmaba en cuanto a que era el Hijo de Dios y que era Rey era algo tanto ridículo como inofensivo. 

La oscuridad y el terremoto, sin embargo, hicieron que cambiaran radicalmente de actitud. Su temor generado por los sucesos acontecidos se convirtió en asombro reverencial por lo que era Jesús. De modo que concluyeron que los fenómenos naturales tenían un origen sobrenatural y se dieron cuenta de que Jesús era realmente el Hijo de Dios. Las profundas palabras de Jesús, pronunciadas desde la cruz y ante Pilato, así como su comportamiento sumiso afectaron los corazones de los soldados. Pero fue el ministerio del Espíritu Santo el que finalmente los convenció de confesar la deidad de Cristo. 

La declaración «Verdaderamente éste era Hijo de Dios» hecha por el centurión (ver también Marcos 15:39) en nombre de sí mismo y de sus hombres, era para los soldados una profesión de fe en Cristo. Aunque ese testimonio fue pronunciado por otra persona después de que Jesús había muerto, se convirtió en esencia en su testimonio final de la cruz. También nos ofrece una prueba convincente de que su gracia puede extenderse a todos los pecadores, incluso a aquellos que contribuyeron a su muerte. En Juan 12:32 Jesús anunció: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo». 

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Sugerencias para la oración: Ore por alguien que necesite salvación hoy, tal vez alguien por quien dejó de orar porque pensó que era poco probable que alguna vez respondiera al evangelio. 

Para un estudio más profundo: Lea Marcos 10:17-27. El joven era aparentemente un candidato importante para la salvación, en contraste con los soldados romanos. ¿Qué lo mantuvo fuera del reino?

18 de Abril

La partida soberana de Dios 

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?». 

MATEO 27:46 

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Dios siempre debe darle la espalda al pecado, aunque eso haya implicado cortar la comunión con su Hijo por un breve tiempo. 

Se dice que el reformador Martín Lutero no obtuvo ningún conocimiento cuando se enclaustró con el fin de intentar comprender la separación temporal que tuvieron Jesús y el Padre en el acontecimiento del Calvario. Pero en los secretos de la soberanía divina, el Dios-hombre se separó de Dios en el Calvario cuando la ira del Padre se derramó sobre el Hijo inocente, que se había convertido en pecado por todos aquellos que creen en Él. 

Abandono significa que una persona es desamparada, desatendida, desahuciada; la persona se siente sola y desolada. Jesús debe haber tenido todos esos sentimientos y más aún. Su clamor desde aquella cruz podría repetirse de esta manera: «Dios mío, Dios mío, con el que he tenido comunión eterna e ininterrumpida, ¿por qué me has abandonado?». En ese contexto de intimidad perpetua, el hecho de que Jesús sea abandonado por Dios se convierte en una experiencia aún más aplastante para Él. El pecado hizo lo que nada más había hecho ni podía hacer: separar a Cristo de su Padre celestial. 

La separación de Jesús no significa en ningún sentido que este dejara de ser Dios ni Hijo de Dios. Significa que, por un tiempo, Jesús dejó de conocer la comunión íntima con el Padre, de forma similar a cómo un niño podría dejar de tener comunicación temporal con su padre humano. 

Dios tuvo que darle la espalda a Jesús mientras este estaba en la cruz porque Dios no podía mirar el pecado (Habacuc 1:13), menos aun en su propio Hijo. Cristo, al ir a la cruz, tomó sobre sí «nuestras rebeliones… nuestros pecados» (Isaías 53:5) y fue «hecho por nosotros maldición» (Gálatas 3:13) «en propiciación por nuestros pecados» (1 Juan 4:10). 

Nuestras mentes caídas, al igual que la de Lutero, son incapaces de comprender todo el significado del versículo de hoy. Pero en la misma medida en que nuestro Señor sintió angustia por la separación causada por el pecado, debemos llorar por el modo en que nuestros pecados rompen la comunión que Dios quiere tener con nosotros. 

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Sugerencias para la oración: Ore con el fin de que Dios le dé el discernimiento para ver la gravedad del pecado y la motivación para arrepentirse y rechazar cualquier transgresión que acose su vida. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 3:18-20, 36. ¿Qué dicen estos versículos sobre la gravedad del pecado? 

* ¿Cuál es el único remedio para los malos efectos del pecado?

17 deAbril

Una oscuridad sobrenatural 

«Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena».

MATEO 27:45 

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La oscuridad que invadió el planeta tierra mientras Jesús llevaba nuestro pecado fue un indicador de que la cruz era un escenario de juicio divino. 

El fenómeno bíblico de la luz no se asoció con la muerte de Cristo. Al contrario, como dice el versículo de hoy, «La oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora novena [3:00 de la tarde]». 

Escrituras dicen poco acerca de esa oscuridad. Los informes históricos antiguos mencionan una inusual oscuridad mundial que parecía coincidir con la fecha de la muerte de Cristo. Los registros astronómicos indican que el sol y la luna estaban demasiado separados ese día como para que ocurriera un eclipse solar normal. Por lo tanto, la oscuridad tuvo que ser causada por la intervención de Dios. 

Sin embargo, aún puede preguntarse: «¿Por qué intervino Dios en esa forma cuando Jesús murió?». Insisto, las fuentes externas a las Escrituras proporcionan una pista razonable. Durante muchos años, los rabinos judíos enseñaron que el oscurecimiento del sol implicaba el juicio de Dios por un pecado especialmente atroz. Muchos pasajes de las Escrituras establecen el vínculo entre la oscuridad y el juicio de Dios. Jesús, varias veces, se refirió al juicio divino en términos de «oscuridad exterior», donde «habrá llanto y crujir de dientes» (Mateo 8:12; 22:13; 25:30). 

Al enviar oscuridad sobre toda la tierra durante tres horas, Dios nos presenta una lección objetiva en cuanto a su actitud el día que Jesús murió. La oscuridad era la señal del juicio de Dios contra la humanidad por el grave pecado de rechazar y asesinar a su amado Hijo. También es un signo de la reacción de Dios al pecado en su conjunto. La oscuridad es una representación gráfica de la cruz como el punto focal de la ira de Dios, el escenario de su gran juicio, donde el pecado se derramó sobre su Hijo Jesús, nuestro Salvador. Esta lección debe ser un recordatorio constante y nuevo para nosotros acerca de lo serio que Dios considera el pecado y cuán vital fue que el Señor Jesús muriera en nuestro nombre. 

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Sugerencias para la oración: Agradézcale a Dios que use aspectos de la naturaleza para ilustrar la verdad espiritual de un modo que entendamos. Ore para que el Señor nunca le permita dudar de la extraordinaria seriedad de los acontecimientos del Calvario. 

Para un estudio más profundo: Lea Éxodo 10:12-29. ¿En qué se diferenciaba la plaga de la oscuridad de la de las langostas? ¿Cuál fue la respuesta final del faraón a esas dos plagas? ¿Cómo anticipa esto la reacción de los espectadores al ver la oscuridad en la cruz?

16 de Abril

Sea considerado con las necesidades de los demás 

«Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo». 

JUAN 19:26 

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Cualesquiera sean las pruebas que enfrentemos, aún es posible preocuparse por las necesidades de los demás. 

Cuando el momento de la muerte de Jesús se acercaba, había algo que latía en su corazón y en su mente: el bienestar de su madre. Su preocupación es congruente con lo que ya hemos visto en nuestro breve estudio de algunas de las últimas palabras de Jesús en la cruz: fue fiel en su ministerio. 

Aquí el objetivo del enfoque de Jesús se desplazó a un pequeño grupo de cinco amigos que estaban al pie de la cruz. Y de ese conjunto de personas comprensivas, entre las que se incluía el discípulo Juan, Salomé (la madre de Juan), María la esposa de Cleofas y María Magdalena, la atención de Cristo se dirigió especialmente a su madre. 

María, la madre de nuestro Señor, era quizás la persona más necesitada en ese grupo que estaba al pie de la cruz. Creemos que para ese momento ya era viuda; de lo contrario, Jesús no habría mostrado una preocupación especial por su futuro bienestar. Además, María estaba viendo, presenciando y sintiendo el cumplimiento de la profecía que Simeón le anunció en cuanto a que su alma sería traspasada por el sufrimiento de su hijo Jesús (Lucas 2:34-35). Atraída al lugar de la ejecución de su hijo por su amorosa preocupación y su terrible tristeza, María se paró con los demás, aun cuando sin duda se sintió muy sola mientras sufría en silencio. 

En aquel momento, Jesús intervino con su gracia y le recordó que necesitaba considerarlo no principalmente como su hijo sino como su Salvador. Cuando Jesús le dijo «mujer», estaba usando un título respetuoso. Su intención era simplemente comprometer a Juan para que cuidara a María. 

En el Calvario, Cristo experimentó la agonía de la cruz, el peso del pecado del mundo y la ira de Dios el Padre. Sin embargo, apartó unos momentos para mostrar compasión a otros que estaban sufriendo. Ese es un patrón que debemos seguir. No debemos abrumarnos tanto con nuestro propio dolor, las luchas y las pruebas, ni ciertamente con lo rutinario de nuestra vida, que perdamos de vista las necesidades de los demás. 

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Sugerencias para la oración: Gracias a Dios por el extraordinario ejemplo de compasión que nos brinda Jesús en medio de las circunstancias más adversas. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 27:46; Juan 19:28; Juan 19:30; y Lucas 23:46. ¿Qué otros rasgos revelan estos pasajes bíblicos acerca de Jesús? 

* Busque al menos un ejemplo que pueda aplicar a su vida.

15 de Abril

CONQUISTE a otros 

«Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso». 

LUCAS 23:43 

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Las circunstancias nunca son demasiado adversas, ni la hora demasiado tarde, para dar a conocer el evangelio de Cristo a otra persona. 

Jesús fue crucificado entre dos criminales (ladrones), uno a cada lado de la cruz en la que estaba colgado. Al principio, los dos hombres se unieron a los espectadores para lanzar una retórica maliciosa al Señor (Marcos 15:32). Pero uno de los ladrones obviamente cambió de opinión a medida que pasaban las horas. De forma que reprendió al otro ladrón señalando la impecabilidad de Jesús (Lucas 23:40-41) y luego expresó la necesidad que tenía de salvación: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino» (v. 42). A cuya petición Jesús respondió con gracia. 

La conversión del ladrón moribundo es una historia verdaderamente extraordinaria. En el Calvario no había nada convincente ni favorable en referencia a Jesús. Desde el punto de vista humano, el Señor estaba muriendo puesto que había sido completamente rechazado; a tal punto que hasta los discípulos lo abandonaron. El Maestro parecía débil, deshonrado y vilipendiado. Cuando aquel ladrón hizo su pedido de ayuda, nadie estaba señalando a Jesús ni diciendo algo como: «¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29).

Es más, dadas las circunstancias, es difícil comprender cómo Cristo podría preocuparse por la salvación inmediata de un miserable ladrón que estaba siendo ejecutado justamente por sus crímenes. Pero nuestro Señor se preocupaba mucho por el destino del alma de aquel hombre. El deseo de Jesús de ver a los pecadores salvados era constante, porque a eso vino: a buscar y a salvar a los perdidos (Lucas 19:10). Su interés por los no salvos es el ejemplo supremo y la motivación que tenemos para llegar a los demás. 

La salvación del ladrón es también una ilustración clara de la soberanía de Dios en cuanto a su acto redentor. Muy a menudo, la iglesia quiere atribuir la salvación de alguien a la inteligencia humana al presentar un mensaje bien elaborado en el momento justo y en el lugar más apropiado. Pero la salvación es siempre el resultado directo de la gracia interventora de Dios. La obra soberana del Espíritu de Dios, no las circunstancias, le dio al ladrón un entendimiento salvador sobre quién era Jesús y qué estaba logrando su muerte. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios el valor para alcanzar las buenas nuevas de salvación pese a las circunstancias. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 4:1-42. ¿Qué excusas podría haber usado Jesús para no hablar con la mujer?

14 de Abril

Perdone a los demás 

«Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». 

LUCAS 23:34 

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Así como Jesús perdonó a otros (incluidos nosotros), debemos extender el perdón a aquellos que nos ofenden. 

Jesús tuvo un corazón misericordioso hasta el final, incluso después de haber experimentado el peor trato que cualquier otro individuo en toda la historia de la humanidad. Descendió al mundo que había creado, el mismo que lo rechazó. Los ojos de sus habitantes estaban cegados por el pecado, por lo que no podían ver nada bello en Jesús. Casi inmediatamente después de su humilde nacimiento en un establo, el rey Herodes ordenó que lo buscaran para matarlo (Mateo 2:13, 16-18). Por otra parte, los líderes judíos impugnaron las enseñanzas de Cristo en varias ocasiones y buscaban oportunidades para arrestarlo y matarlo. La cruz fue solo la culminación de toda una vida de persecución contra Jesús. 

Su muerte con el barbárico método de la crucifixión fue una de las más humillantes y dolorosas que el mundo haya conocido. Desde una perspectiva humana, podría esperarse que suplicara a Dios Padre por misericordia o que se enfureciera con Él y lo denunciara por permitir que fuera crucificado. Si hubiéramos escrito el guion original de la escena de aquella cruenta crucifixión, probablemente lo habríamos puesto a gritar amenazando con fuertes represalias a sus asesinos. Pero nuestro Salvador no hizo ninguna de esas cosas. Al contrario, le pidió a su Padre que perdonara a sus enemigos. 

El Señor Jesús oró por la necesidad más importante que tendrían sus verdugos. No podrían entrar nunca a la presencia de un Dios santo si sus pecados no eran perdonados. A Cristo le preocupaba que sus oponentes, que lo estaban matando por ignorancia, tuvieran la oportunidad de ser perdonados en vez de tener que padecer la venganza de Dios. 

Esa misma clase de actitud amorosa y misericordiosa también debería ser la nuestra. Nosotros, a diferencia de Jesús, somos pecadores necesitados de un perdón constante. Por lo tanto, cuando somos lesionados, nuestra principal preocupación debe ser que Dios perdone al que ha pecado contra nosotros. Un excelente modelo escritural de esa actitud es Esteban, que oró mientras lo apedreaban hasta que murió (Hechos 7:60). Él siguió el propio ejemplo de amor y perdón que mostró Cristo, lo que nosotros también deberíamos hacer. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que pueda asumir una actitud perdonadora constante hacia los que le humillan o le ofenden. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 18:21-35. ¿Qué implica la figura literaria de Jesús —setenta veces siete (v. 22)— con respecto a perdonar a otros? 

* ¿Cuánto importa que asumamos una actitud perdonadora (vv. 32-35)?

13 de Abril

El arrepentimiento de Pedro 

«Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente».

MATEO 26:75 

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Aun cuando un creyente peque en gran manera, Dios está listo para perdonarlo y restaurarlo. 

La negación de Pedro en referencia al Señor Jesús fue una gran tragedia. Pero ya había dado varios pasos en dirección a esa negación antes de que de su boca saliera una sola palabra de repudio a Cristo. Primero, se jactó de que nunca abandonaría al Maestro ni se escandalizaría de Él (Mateo 26:33). Segundo, se le insubordinó a Jesús cuando se negó a aceptar la predicción del Señor referente a su deslealtad (v. 35). Tercero, no oró en Getsemaní (vv. 40-41). Cuarto, empuñó la espada para intentar defender a Jesús (vv. 51-52). Por último, Pedro se implicó él mismo y fue a un lugar (el patio del sumo sacerdote) de peligro espiritual (v. 69), donde su fe podía ser probada. 

Mientras Pedro esperaba discretamente en el patio del sumo sacerdote, en tres ocasiones fue confrontado y acusado de ser uno de los seguidores de Jesús. Su reacción mostró que había perdido su sensatez y, peor aun, toda conciencia de Dios. Cada acusación era peor que la anterior, lo que hizo que Pedro negara con mayor vehemencia que tuviera cualquier tipo de contacto con el Mesías. Después de la tercera vez lo negó al maestro, de acuerdo a la providencia del Señor, el desliz de Pedro se detuvo. Una mirada penetrante del propio Jesús (Lucas 22:61) y el recuerdo de su predicción en cuanto a que lo negaría tres veces fueron suficientes para que Pedro volviera en sí. Como lo explica Mateo en el versículo de hoy: «Y saliendo fuera, lloró amargamente». 

Las lágrimas de Pedro no eran por el remordimiento que sufrió: indicaban una verdadera tristeza y su alejamiento del pecado. No fue hasta que vio el rostro de Cristo y recordó sus palabras que Pedro comprendió la gravedad de su pecado y se arrepintió. Esta es una profunda lección para usted y para mí. El pecado de Pedro en sí no hizo que se arrepintiera; el perdón y la restauración llegaron solo cuando se volvió del pecado a Dios. Después de su resurrección, Jesús confirmó su amor por Pedro, el cual había sido restaurado tres veces (Juan 21:15-17). Esta comunión restaurada que le fue regalada a Pedro a través del perdón misericordioso de Dios está a la disposición de todos los creyentes hoy (1 Juan 1:7, 9). 

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Sugerencias para la oración: Consagre sus pensamientos y sus planes a Dios todo el día para evitar el tipo de situación peligrosa en la que se encontró Pedro. 

Para un estudio más profundo: Lea el Salmo 51. ¿En qué modo es paralelo el trato de David con el pecado a lo que vimos acerca de la recuperación de Pedro?

* ¿Qué versículos de este salmo son especialmente útiles para ver este paralelo?

12 de Abril

Una condena injusta 

«Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!». 

MATEO 26:65-66 

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Los miembros del Sanedrín, como muchos otros a través de los siglos, rechazaron a Jesucristo sin juzgar de manera justa toda la evidencia. 

El linchamiento es una actividad poco conocida hoy, a menos que sea en países donde la ley es casi inexistente. Pero en generaciones anteriores, ese crimen atroz era muy usual. Personas inocentes, o presuntamente culpables (sin juicio previo), eran torturadas y asesinadas, casi siempre por turbas enardecidas. A menudo, el linchado era víctima de prejuicios diversos. 

Los miembros del Sanedrín estaban cegados por los prejuicios contra Jesús. Ninguna cantidad de evidencia les hizo conocer la verdad en cuanto a quién era el objeto de su persecución. Los incrédulos líderes de Israel descartaron las afirmaciones de Jesús en cuanto a su deidad mucho antes de que lo enjuiciaran. Hasta apeló a ellos diciéndoles: «Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre» (Juan 10:37-38). 

En el texto de hoy, el sumo sacerdote Caifás reacciona fuertemente a la afirmación de Jesús en cuanto a que Él es el Hijo de Dios y el Mesías (ver Mateo 26:64). Caifás ya tenía su opinión acerca del Maestro; estaba tan convencido de que había blasfemado que decidió apresurar la condena a muerte de Jesús con la «evidencia» que esgrimía. Caifás y el concilio apenas podían esperar a emitir el veredicto. El sumo sacerdote solicitó su opinión sobre la culpa de Jesús, y de inmediato los miembros del concilio afirmaron: «¡Él merece la muerte!» 

Lo irónico de la condena de los líderes judíos a Jesús fue su ciega insistencia de que era un blasfemo cuando, en realidad, los blasfemos eran ellos por su rechazo al Señor. Aun más preocupante es que cada persona que, en definitiva, rechaza a Cristo también es culpable de blasfemia y ha de sufrir el mismo destino que los principales sacerdotes y ancianos: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3:36). 

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Sugerencias para la oración: Ore por alguien que conozca que haya estado cerrado al evangelio. Pídale a Dios que abra su corazón y le conceda el arrepentimiento. 

Para un estudio más profundo: Lea los capítulos 3 y 4 de la Carta a los Hebreos. ¿De qué actitud espiritual advierten esos capítulos? ¿Qué paralelo del Antiguo Testamento plantea el escritor?

11 de Abril

Una conspiración injusta 

«Los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte». 

MATEO 26:59 

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La única evidencia de culpabilidad contra Jesús fue adulterada y falsa. 

La esencia del antiguo sistema legal de los judíos yace en las palabras del Señor a Moisés e Israel: «No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas» (Deuteronomio 16:19). Por lo tanto, es realmente sorprendente considerar a qué medidas perversas recurrieron los líderes judíos para argumentar su juicio contra Jesús. 

El Consejo, o Sanedrín, estaba autorizado por el imperio romano para juzgar solo las situaciones en las que ya se habían presentado acusaciones. Pero en el caso de Jesús, aun sin cargos formales y con la prisa de los judíos por juzgarlo, el Consejo tuvo que actuar ilegalmente como un cuerpo de enjuiciamiento para mantener el complot de asesinato urdido por los principales sacerdotes. 

En su calidad de Hijo de Dios sin pecado, Jesús era inocente de cualquier fechoría. Por lo tanto, la única manera a la que los judíos recurrieron para condenarlo era obtener falso testimonio contra Él. Y para hacer eso, los líderes tuvieron que pervertir el meollo de su sistema judicial y respaldar las palabras de los mentirosos. 

Sin embargo, los judíos descubrieron rápidamente que no era fácil —ni remotamente— manipular y reunir las acusaciones falsas. Como suele ser el caso con los mentirosos, lo que testificaron no solo eran falsos sino que además eran incoherentes. El Evangelio de Marcos señala que incluso las acusaciones más probables de los dos testigos contra Jesús y la destrucción del templo no fueron congruentes (14:57-59). 

Esa es una de las afirmaciones más fuertes en la Biblia en cuanto a la perfección moral y espiritual de Cristo, tanto que ni un solo testigo humano podría hacer una acusación que hiciera que lo condenaran por un crimen. Después de tan airada maniobra de los judíos para acusar al Señor hasta con el más débil testimonio falso, este se mostró inocente de cualquier violación de la ley moral o espiritual de Dios. Es más, ese injusto y odioso grupo de hombres algún día se presentarán ante Dios condenados por sus acciones pecaminosas al acusar falsamente al Salvador. 

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Sugerencias para la oración: Ore por sabiduría e integridad en los jueces que toman decisiones en los tribunales de la actualidad. 

Para un estudio más profundo: Lea Deuteronomio 16:18-20 y 19:15-20. ¿Cómo muestran estos pasajes que el juicio de Jesús ante el Sanedrín se basó en principios erróneos (enumere varios factores)?

10 de Abril

La decepción del Señor 

«Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron». 

MATEO 26:56 

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Al dejar a Cristo en una hora crucial, los once discípulos mostraron ciertas señales de infidelidad. 

Algunas veces, ni la verdad ni la lógica persuaden a alguien a cambiar de opinión. Todos sabemos eso por lo que hemos debatido con otra persona sobre un tema en particular. Nada de lo que digamos los convencerá de que sus planes pueden estar errados. Jesús lo sabía mucho mejor que nosotros, pero continuaba enfrentando a la multitud hostil en Getsemaní. 

En su calidad de Hijo de Dios, Jesús pudo decirle a la multitud, con confianza, que «todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas» (Mateo 26:56). El Hijo sabía que, completamente aparte de los motivos e intenciones malvadas de la muchedumbre armada, el Padre estaba usando soberanamente la situación para lograr sus propósitos justos y píos. 

Sin embargo, las palabras de Jesús a la multitud obviamente dieron poco consuelo o tranquilidad a sus propios discípulos. Al final se dieron cuenta de que Cristo iba a ser capturado. El miedo y el pánico se apoderaron de ellos cuando se percataron de que tenían que arriesgarse a sufrir y morir con Él. Por lo tanto, cada uno de los once lo abandonó y huyó. 

La desleal deserción de los discípulos revela varias características comunes de un compromiso débil. Primero, cualquier creyente que descuide la Palabra de Dios y sea negligente con la oración, estará poco preparado y será infiel cuando llegue la prueba. Segundo, es probable que un discípulo débil sea impulsivo, como Pedro, y responda a una crisis con un discernimiento humano defectuoso. Tercero, un discípulo defectuoso tiende a ser impaciente, como los hombres de Jesús, negándose a escuchar sus promesas y no dispuesto a esperar su liberación. 

Es fácil criticar a los discípulos de Jesús por su injusta determinación en cuanto a decepcionarlo y escapar cuando las cosas se ponen difíciles. Pero si usted es un sincero seguidor de Cristo, sabe que a veces se ha comprometido y huido cuando su fe ha sido puesta a prueba. Como resultado, debe confesar sus faltas y apoyarse más que nunca en la Palabra de Dios, la oración y la fortaleza del Espíritu Santo para que lo ayude a mantener el rumbo (Efesios 5:15-21). 

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Sugerencias para la oración: Comprométase hoy a ser fiel a Cristo, cualesquiera sean las circunstancias que enfrente y ore por fortaleza. 

Para un estudio más profundo: Juan 14 proviene de una sección de los evangelios llamada «Discurso del aposento alto». Lea ese capítulo e identifique los versículos en los que Jesús promete paz. 

* ¿Qué otro ayudante promete enviar a los creyentes?

09 de Abril

Tomar la espada en vano 

«Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán». 

MATEO 26:52 

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Es incorrecto tomar la justicia en nuestras propias manos de manera violenta, aunque sea para defender o promover el nombre de Cristo. 

El Cuerpo de Cristo no crece ni se fortalece mediante la guerra física. Cada vez que se ha esforzado por hacerlo, el nombre y la causa de Jesucristo han sido perjudicados. Conflictos bélicos como las Cruzadas en Tierra Santa o las guerras religiosas posteriores entre católicos y protestantes en Europa no tuvieron ningún propósito bíblico. Como enseñó Jesús muchas veces, y como Pablo reiteró a los corintios: «las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2 Corintios 10:4). 

Pedro, en su habitual y testaruda manera de ser, aún no había entendido ese principio la noche en que arrestaron a Jesús. Fue entonces cuando Pedro usó su espada y le cortó la oreja a uno de los servidores prominentes del sumo sacerdote. Pero la reacción del discípulo impulsivo fue totalmente errónea. Pedro, sin duda, tomó la declaración anterior de Cristo: «El que no tiene espada, venda su capa y compre una» (Lucas 22:36) muy al pie de la letra. Nuestro Señor, en realidad, estaba hablando de preparación para la guerra espiritual, no física. 

Por lo tanto, Jesús tuvo que instruir a Pedro para que guardara su arma. En efecto, estaba diciendo: «Pedro, no importa cuán injusto sea mi arresto, no debes responder con una acción defensiva. Si haces eso y matas a alguien, tu propia vida se perderá como castigo». 

El poder de Cristo se ha comprobado muchas veces, en persona a Pedro y a través de las Escrituras a nosotros. Es asombroso que cualquiera de nosotros piense que necesita la ayuda de una espada, una pistola o cualquier otro dispositivo humano. Las batallas de Cristo se ganan solo con la fuerza de su poder soberano, como le dijo a Pedro: ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones [72000] de ángeles? (Mateo 26:53). 

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Sugerencias para la oración: Pida perdón a Dios por los momentos en los que ha sido demasiado rápido para procurar su propia justicia durante las discusiones o conflictos. 

Para un estudio más profundo: Lea 2 Reyes 19:14-37. 

* ¿Cómo respondió el rey Ezequías cuando el pueblo y la tierra de Dios fueron amenazados? 

* ¿Cómo apoyó el profeta Isaías las acciones de Ezequías? ¿Cómo respondió finalmente Dios a la amenaza de los asirios?

08 de Abril

Judas el traidor 

«Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron». 

MATEO 26:48-50

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Judas Iscariote, con sus actitudes y acciones, es un ejemplo clásico del falso creyente. 

Como uno de los Doce, Judas estaba extremadamente decepcionado por la clase de Mesías que resultó ser Jesús. En vez de instruir a los discípulos a cómo conquistar y ejercer control, Jesús les enseñó cómo someterse y servir. Cualquier ambición que Judas podría haber albergado para obtener riqueza, poder o prestigio —debido a que era un cercano seguidor de Jesús— se vio frustrada. 

La incredulidad compulsiva de Judas, combinada con su implacable avaricia y ambición, encontró un cumplimiento perverso y temporal cuando Satanás entró en él, e hizo un trato con los líderes judíos para traicionar a Jesús por dinero (Lucas 22:3-6). Como poseído por el diablo, las malas acciones de Judas ya no eran propias, aunque aún era responsable de ellas. 

Judas podría haber elegido cualquiera de varias maneras de identificar a Jesús entre la muchedumbre, pero bajo la dirección de Satanás, escogió el beso. Ese beso normalmente se usaba como una señal de afecto entre amigos cercanos o entre maestro y discípulo. En el contexto del esquema de Judas, sin embargo, el beso difícilmente podría haber sido más despreciable puesto que tergiversó su significado muy cínicamente. Es difícil imaginar qué dolor debió haber sentido Jesús cuando el que había sido tesorero de los Doce se presentó insolentemente y dijo: «¡Salve, rabino!» y besó a su Maestro. 

La situación de Judas era única, pero su actitud básica es típica de todos los falsos creyentes. La iglesia siempre ha tenido aquellos que con hipocresía profesan lealtad a Cristo pero en el fondo son realmente sus enemigos. Ya sea para mejorar en su negocio o profesión, ganar aceptación social o salvar una conciencia culpable, los hipócritas se identifican con la iglesia por muchas razones. Pero como Judas, su motivación básica es el pecaminoso interés propio.

Que Dios nos ayude a examinar nuestros corazones, a arrepentirnos y nos dé discernimiento para tratar bíblicamente a los falsos creyentes en la iglesia. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que proteja cortésmente la integridad y la pureza de su iglesia. 

Para un estudio más profundo: Lea la Epístola de Judas y enumere los rasgos clave de los falsos maestros. 

* ¿Qué debe saber y hacer con respecto a esas personas (vv. 17-23)?

07 de Abril

Los captores pecaminosos 

«Y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo». 

MATEO 26:47 

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La multitud que capturó a Jesús en Getsemaní ilustra el pecaminoso y odioso rechazo del mundo a Jesucristo. 

Una muchedumbre puede tener una influencia positiva y edificante, como cuando un gran grupo de vecinos se unen para ayudar a alguien que lo necesita. Pero las masas también pueden tener un impacto negativo, como cuando incitan disturbios o perturban a alguien que trata de dar un discurso. 

La multitud que acudió al jardín de Getsemaní para capturar a Jesús es un excelente ejemplo de un gentío motivado por un mal propósito. Aquel gentío no se parecía en nada a los grupos espontáneos de admiradores que a menudo buscaban al Señor. Al contrario, era un grupo cuidadosamente seleccionado cuyo único propósito era arrestar a Jesús y asegurarse de que fuera ejecutado. 

Es probable que Judas saliera corriendo del aposento alto e informara a los líderes judíos que ese era el momento que habían esperado por mucho tiempo: la oportunidad para apoderarse de Jesús, condenarlo por rebelión contra Roma y obligar a los romanos a matarlo. Por ahora, la conspiración contra Jesús había crecido mucho y en ella estaban involucrados los saduceos, los fariseos y todo el Sanedrín. Como deseaban garantizar la captura del Señor Jesús, aquellos líderes reunieron a unos mil hombres aquella noche. Ese grupo malvado era un retrato profético de la oposición que le presentaría el mundo a Cristo a través de los siglos. La multitud ilustraba la desobediencia pecaminosa al acusarlo falsamente de crímenes y delitos, participando desinteresada y egoístamente en su arresto (incluso sin una opinión formada sobre Él) y al usar cobardemente la protección de la oscuridad y la seguridad de un lugar lóbrego para implementar el complot de los líderes. 

El mundo incrédulo siempre ha desdeñado al reino de Dios y la misión de su Hijo. En vez de acudir arrepentido, con fe y abrazar con reverencia la obra de Cristo en la cruz, el mundo quiere encontrar una excusa para acabar con el Salvador. En contraste, los creyentes están llamados a mantenerse al margen de cualquier multitud incrédula y defender el nombre de Jesucristo. 

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Sugerencias para la oración: Ore por discernimiento y valentía para no seguir la mentalidad mundana de la multitud y para ser obediente al Señor Jesús. 

Para un estudio más profundo: Las grandes multitudes que siguieron a Jesús en su ministerio no siempre fueron sinceras. Lea Juan 6 y observe las maneras en que la gente mal entendió el mensaje de Jesús. 

* ¿Cómo respondió Él a sus objeciones y murmuraciones?

06 de Abril

La amonestación de Jesús en Getsemaní 

«Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil». 

MATEO 26:40-41 

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La necesidad de la vigilancia espiritual por parte de los cristianos es constante, pero no es posible lograrla con el poder de la carne. 

Jesús debe haber haberse decepcionado terriblemente en el huerto de Getsemaní cuando halló a los tres discípulos durmiendo. Mientras Él trabajaba diligentemente en oración ante el Padre, sus amigos Pedro, Santiago y Juan prácticamente comenzaron a abandonarlo. Ni siquiera pudieron permanecer despiertos y ofrecerle apoyo en el tiempo de su mayor necesidad. 

Dado todo lo que estaba sucediendo, la pregunta del Señor —¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?—, no fue una dura reprimenda. Con el espíritu de un mentor, Jesús los exhortó a los tres acerca de su necesidad de la ayuda divina: «Velad y orad, para que no entréis en tentación». 

La frase «velad y orad» indica que todos los creyentes debemos estar velando. Jesús quiere que todos nos anticipemos a la tentación y busquemos la ayuda de Dios para resistir al adversario, tal como lo hizo Él durante su vigilia orando en el jardín. 

Nuestros mejores esfuerzos para vencer a Satanás ciertamente fracasarán. La única manera de tratar con el diablo es huir inmediatamente de él a la presencia de Dios y dejar las cosas —orando— en sus manos. 

Sin embargo, aun cuando sepamos e intentemos practicar lo que Jesús les dijo a los discípulos, a menudo es difícil hacer lo correcto. Jesús vio la reacción de sus tres amigos más queridos mientras estaba en medio de su propia lucha espiritual, por lo que reconoció: «el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil». El apóstol Pablo también sabía que la batalla espiritual era real y muy difícil (Romanos 7:15-23). Pero Pablo también confiaba en que la única fuente de victoria en nuestros desafíos espirituales más intimidantes es la obediencia al poder de Jesucristo: «¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro» (vv. 24-25). 

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Sugerencias para la oración: Pídale perdón al Señor por cualquier momento reciente en el que no haya estado alerta y diligente al orar. 

Para un estudio más profundo: Lea 1 Pedro 5:6-11. ¿Cuál es la primera clave para el éxito espiritual? 

* ¿Por qué debemos estar alerta a Satanás? 

* ¿Qué hace que la fidelidad en el sufrimiento valga la pena?

05 de Abril

Súplica ante el Padre 

«Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú». 

MATEO 26:39 

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La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní es el modelo perfecto de la perseverancia en la búsqueda de la voluntad de Dios. 

Al presentar de una manera humilde y sumisa la opción: «si es posible, pase de mí esta copa», Jesús no cuestionó la validez del divino plan de redención ni la responsabilidad suya como Hijo en todo aquello. La idea de que se convertiría en pecado por nosotros le pesaba demasiado; tanto que simplemente le preguntó a Dios si era posible que hubiera otra vía que la cruz para liberar a los hombres del pecado. Pero como siempre, dejó en claro que el factor decisivo en lo que habría de hacerse sería la absoluta voluntad del Padre, no la del Hijo. 

En contraste, mientras Jesús luchaba vehementemente en oración ante el Padre, los discípulos Pedro, Jacobo y Juan estaban ajenos a la situación, durmiendo. La necesidad que tenían a esa hora tan tardía (después de la medianoche) era lo más natural; además, es probable que sus emociones confusas, frustradas y deprimentes con respecto a la muerte de Jesús los indujera a caer en un profundo sueño como una forma de escape a toda aquella penosa circunstancia (Lucas 22:45 dice que estaban «durmiendo a causa de la tristeza»). 

Sin embargo, aun esas «razones, aunque parezcan legítimas» son inadecuadas para disculpar la negligencia de los discípulos con la oración. Como sucede con nosotros a menudo, ellos no aceptaron las advertencias de Jesús ni siguieron sus instrucciones al pie de la letra. Las repetidas predicciones de su sufrimiento y su muerte, el pronóstico de la deserción de los discípulos y la anticipación de su angustia en Getsemaní deberían haber sido un incentivo más que suficiente para que los tres hombres se mantuvieran alertas y apoyaran a Cristo. Pero no escucharon las palabras de Jesús ni emularon su ejemplo de oración en los momentos de crisis. 

El registro de las Escrituras es una gran motivación para que sigamos el ejemplo del Señor. Podemos meditar en la narración escrita de Getsemaní y regocijarnos en algo que los discípulos aún no tenían antes de la muerte de Jesús: la presencia del Espíritu Santo, que continuamente nos ayuda a orar como debemos (Romanos 8:26-27). 

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Sugerencias para la oración: Pídale al Señor que le conceda sensibilidad y perseverancia al buscar su voluntad durante los tiempos de oración. 

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 11:5-10 y 18:1-8. ¿Cuál es el tema común de estas dos parábolas? 

* ¿Qué sugiere la enseñanza de Jesús sobre el desafío de la oración?

04 de Abril

La lucha de Jesús en Getsemaní 

«Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo». 

MATEO 26:38 

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En su momento de mayor angustia, Jesús se percató de su debilidad humana y su necesidad de depender del Padre. 

Cuando Jesús entró en el huerto de Getsemaní con Pedro, Santiago y Juan, sintió una angustia muy profunda por el pecado y la muerte. Su profunda y desolada ansiedad se hizo más severa al pensar en las muchas decepciones personales que tuvo que enfrentar. Primero, la traición de Judas, uno de sus propios discípulos. Luego sufriría la huida de los once y la negación que Pedro haría de su Maestro no solo una vez, sino tres veces. Jesús también sería rechazado por su propio pueblo, Israel, cuyos líderes lo someterían a todo tipo de injusticias antes de su muerte. 

No debería sorprendernos que Cristo les dijera a sus discípulos: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte». Cualquiera puede morir por una pena tan fuerte como esa pero, por la providencia de Dios, no le sucedió a Jesús. Sin embargo, la magnitud de la tristeza que padeció aparentemente hizo que sus vasos sanguíneos explotaran bajo su piel. A medida que más y más capilares explotaban debido a las extremas presiones emocionales que el Maestro soportó, la sangre brotaba por sus poros en tal forma que «era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra» (Lucas 22:44). Aquella clase de sudoración fue solo un resultado externo de lo que nuestro Señor sintió ante la intolerable perspectiva de que tenía que convertirse en pecado por nosotros. Su santidad rechazó completamente tal pensamiento. 

El hecho de que Jesús se mantuviera en vigilia y oración ante su Padre hizo que soportara y pasara aquella prueba en Getsemaní. Cristo mantuvo su vida terrenal en sumisión total —y sin pecado— al Padre, hasta el final. Como creyente, usted también enfrentará momentos dificultosos y pruebas severas en los que solo la comunión directa con Dios le ha de dar la fuerza para prevalecer. Además, tiene el estímulo adicional del ejemplo de Jesús en Getsemaní, punto culminante a través del cual se convirtió en «un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades» (Hebreos 4:15). 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios hoy porque Jesús fue divinamente preparado para resistir las pruebas y las tentaciones que lo asaltaron en Getsemaní. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 4:1-11. Escriba varias diferencias clave entre el encuentro de Jesús en el desierto y su experiencia en Getsemaní. 

* ¿Qué similitudes ve usted en la respuesta de Cristo a las dos situaciones?

03 de Abril

El inicio del desafío final de Jesús 

«Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní». 

MATEO 26:36 

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La agonía de la muerte de Jesús, que se inició con su terrible experiencia en el jardín de Getsemaní, es algo que la mente limitada de los creyentes nunca comprenderá por completo. 

Charles Haddon Spurgeon, en un sermón expuesto en 1880, dijo lo que sigue a su congregación: «No será suficiente que escuchen o lean [sobre Cristo]; deben elaborar su propia idea acerca de su Señor y reflexionar en Él. Si lo conocen, manténganse en silencio ante Él». Sin embargo, aun aquellos que siguen más concienzudamente la advertencia de Spurgeon —en cuanto a meditar en la Persona y el ministerio de Jesús— concluyen que dicho esfuerzo revela mucho más sobre Él que lo que expone el entendimiento humano. 

A medida que desarrollamos nuestro estudio de los acontecimientos que condujeron a la muerte sacrificial del Señor, nos damos cuenta de que es difícil comprender el significado completo de muchos de ellos. Aun con la ayuda de la iluminación del Espíritu, vemos el peso de la agonía y el sufrimiento de Jesús más de lo que nuestras mentes pueden comprender. En su calidad de Dios-hombre —y sin mancha—, conocía el total y horroroso alcance del pecado, en una manera tal que nosotros no podríamos entender nunca. 

Sin embargo, como cualquier otro aspecto de la vida de Jesús, su agonía en Getsemaní era parte del plan de redención predestinado por Dios. El intenso dolor y la lucha mental de Cristo frente a su misión de quitar el pecado del mundo encajan perfectamente con el retrato que de Él hacen las Escrituras. El profeta Isaías predijo que sería «varón de dolores, experimentado en quebranto» (Isaías 53:3). En Juan 11:35 «Jesús lloró» en la tumba de Lázaro. Lucas 19:41 afirma que en su entrada triunfal a Jerusalén, «al verla, lloró sobre ella». 

La experiencia del Señor Jesús en Getsemaní representaba la acumulación final de todas las dificultades, sufrimientos y penas con los que tuvo que lidiar en su ministerio terrenal. De modo que nuestro Señor, a través de su tenebrosa lucha en aquel jardín, es el mejor modelo a seguir que tendremos de una respuesta piadosa a las pruebas y tentaciones. En vista de su muerte sacrificial por nosotros, su respuesta a la adversidad debería hacernos admirar a nuestro gran Salvador e instarnos a seguir su ejemplo. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que el Señor fortalezca su determinación de seguir el ejemplo de Él cuando trate con las pruebas. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 11:1-46, y enumere algunos paralelos que vea en los versículos 30 a 44 entre las reacciones de Jesús a la muerte de Lázaro y cómo respondería a su propio sufrimiento y muerte.

02 de Abril

La impulsividad de Pedro y su confianza en sí mismo 

«Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré». 

MATEO 26:33 

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Antes de la muerte de Jesús, la confianza en sí mismo de Pedro más que en Dios distorsionó su juicio sobre la lealtad a Jesús. 

Con la terquedad de un niño, Pedro a menudo escuchaba y creía solo lo que le convenía. Por eso no pudo comprender la advertencia del Señor en cuanto a que su fe sería severamente probada. En la Última Cena, Jesús le dijo a Pedro: «Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo» (Lucas 22:31). Pero Pedro no se inmutó ante esas palabras. Al contrario, se jactó: «Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte «(v. 33). 

Cristo, por su sabiduría divina, sabía que la afirmación de Pedro no era cierta. Por lo tanto, fue más allá y predijo solemnemente durante la cena que —más pronto de lo que creía— Pedro no solo abandonaría a su Señor, sino que también lo negaría tres veces. Ahora, en Mateo 26, tras el último estallido de arrogancia de Pedro, Jesús se ve obligado a repetir lo que había predicho. Lo sorprendente es que Pedro no creía la verdad de las palabras que Jesús le dijo. Prefirió engañarse a sí mismo y creer que el Señor se había equivocado en cuanto a su fidelidad y su lealtad. 

En realidad, el orgullo de Pedro le hacía pensar — engañosamente— que era imposible que él negara al Señor. También lo engañó al llenarlo con una sensación de superioridad con respecto a los demás y una confianza suprema en sus propias fuerzas. 

Al igual que Pedro, a menudo mostramos nuestro orgullo e ignorancia cuando proclamamos —con cierta desfachatez— una gran autoconfianza con respecto a algo que resulta ser todo lo contrario poco tiempo después. Por ejemplo, podríamos afirmar de manera presuntuosa a los amigos cristianos que siempre mantendremos nuestro testimonio, cualquiera sea la situación. Luego, para nuestra vergüenza, la semana siguiente mentimos, engañamos o adaptamos la verdad para salir triunfantes de una circunstancia difícil. 

Sin embargo, es tranquilizador saber que Jesús estuvo dispuesto a morir por unos discípulos orgullosos e irreflexivos como Pedro y por unos seguidores negligentes como nosotros. Además, nuestro Señor está constantemente en el negocio de perdonar y restaurar a los que tropiezan (1 Juan 1:9). 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios le dé más seguridad en la gracia y en el poder de Él, y para que dependa menos de su propia sabiduría. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 16:13-28. ¿Qué principio importante en los versículos 24 a 26 puede ayudarle a evitar los impulsivos errores de Pedro?

01 de Abril

Jesús a punto de morir 

«Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado». 

MATEO 26:2 

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Jesús siguió al pie de la letra el itinerario divino establecido para su muerte, lo cual era parte del plan general de redención del Padre. 

La historia de la redención definitivamente se centra en la cruz de Jesucristo. El escritor de himnos John Bowring expresó bien este hecho: 

En la cruz de Cristo me glorío, arrullando al tiempo. Toda la luz de la historia sagrada se reúne alrededor de su presencia sublime. 

El apóstol Pablo estaba tan convencido de la importancia central de la muerte de Cristo en la cruz que les dijo a los corintios: «Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado» (1 Corintios 2:2). Pablo sabía que sin la cruz de Cristo no hay salvación ni verdadero cristianismo. 

El propio Jesús estaba consciente de que la duración de su vida terrenal estaba determinada por el plan soberano de Dios y que el tiempo de su muerte no podía ser alterado ni frustrado. Con respecto al control de su vida, declaró: «Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar» (Juan 10:18). Como Hijo de Dios, Jesús pudo esperar su muerte e incluso predecir que sería en Jerusalén y que resucitaría al tercer día (Mateo 16:21). 

Durante el ministerio de Jesús, personas como los líderes judíos, sin saberlo, atentaron contra el calendario de Dios cuando intentaron asesinarlo. Pero todas las intentonas prematuras de ejecutar a Cristo fracasaron porque no encajaban en el plan soberano de Dios sobre cómo, cuándo y por qué Jesús debía morir en la cruz (Juan 1:29; Hechos 2:23-24). 

Sin embargo, la referencia de Jesús a la Pascua en Mateo 26:2 se ajustaba al plan de Dios; el sufrimiento y la muerte de nuestro Señor se acoplaron perfectamente para coincidir con esa celebración. La Pascua era conocida por los judíos como la fiesta en la que los corderos se inmolaban en sacrificio, pero ahora la muerte del Cordero de Dios remplazaría para siempre la importancia de la Pascua. No obstante, nuestro consuelo reside en que «nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1 Corintios 5:7) y que Jesús el Cordero, fue «destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros [nosotros]» (1 Pedro 1:20). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca al Señor que su plan soberano para la muerte sacrificial de Cristo no puede ser modificado por la voluntad del hombre. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 10:1-18 y seleccione varios versículos para la meditación y la memorización.

31 de marzo

La suma de la humildad 

«No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley». 

ROMANOS 13:8 

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Si los creyentes cumplen su constante deuda de amor, tendrán una actitud permanente de humildad sacrificial. 

Orígenes, el padre de la iglesia primitiva, dijo sabiamente: «La deuda del amor permanece con nosotros permanentemente y nunca nos abandona. Es una deuda que pagamos todos los días y que siempre debemos». La razón principal por la que podemos pagar esa deuda es que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5:5). El amor de Dios por nosotros y por todos los demás creyentes es un pozo sin fondo del cual podemos extraer y luego compartir con los demás. 

Si tenemos este maravilloso y sobrenatural recurso de amor a través del Espíritu Santo, inferimos que solo debemos someternos al Espíritu. Cuando hagamos eso, todos los enemigos de la humildad —el orgullo, la ambición egoísta, el partidismo y el odio— se desvanecerán. Qué pensamiento tan abrumador es considerar que podemos adueñarnos de una humildad como esa porque Dios mismo, a través de su Espíritu, nos está enseñando a amar mientras nos rendimos a Él (1 Tesalonicenses 4:9). 

En cada movimiento que hacemos vemos que la humildad va de la mano con el amor piadoso. El amor genuino nunca convierte su «libertad en una oportunidad para la carne» (ver Gálatas 5:13). No hará nada para causar que otro cristiano caiga en el pecado e incluso se ofenda en su conciencia (Romanos 14:21). El amor que proviene de Dios hará que seamos «benignos … misericordiosos» (Efesios 4:32). 

La prueba más grande de amor y humildad es la disposición a sacrificarse por el bien de los demás. Como ya hemos visto en nuestro estudio de la humildad, Jesús fue el mejor ejemplo de ello (Filipenses 2:5-8). La demostración suprema de humildad que podemos exhibir es cuando lo imitamos: «En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos» (1 Juan 3:16). 

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Sugerencias para la oración: Oremos para que hoy muestre alguna faceta del amor bíblico a otra persona. 

* Si no se desarrolla nada hoy, siga orando para que el Señor lo alerte a las oportunidades futuras. 

Para un estudio más profundo: El capítulo 4 de la Primera Carta de Juan, es un pasaje maravilloso sobre el amor de Dios y su significado para los creyentes. Según el apóstol, ¿cómo podemos saber la verdad del error? 

* ¿Qué beneficios se derivan del amor de Dios?

30 de marzo

Trabajo en equipo centrado en Dios 

«Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios». 

1 CORINTIOS 3:8-9 

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El trabajo humilde en equipo —en el ministerio— le da a Dios toda la gloria y promueve la humildad. 

La ilustración de Pablo con la actividad agrícola —de plantar y regar— deja en claro que el ministerio funciona mejor bajo un concepto de equipo; y que todo el crédito por los resultados debe ser concedido a Dios. Pablo (el único que planta) y Apolos (el único que riega) habían hecho su obra asignada por Dios fielmente y muy bien, pero tenían que considerar al Señor por todo lo que se había logrado.

Pablo menciona solo dos tipos de ministerio en el pasaje de hoy: plantar la semilla del evangelio mediante el evangelismo y regarla con la enseñanza adicional. Sin embargo, el punto del apóstol se aplica a cada tipo de ministerio. Es probable que se sienta tentado a pensar que su ministerio es glamoroso o significativo y que todo gira en torno a sus esfuerzos. O podría sentir envidia de otro que tiene un ministerio más grande. Sin embargo, todo el trabajo de Dios es importante. Pablo nos recuerda que cualquiera que sea el trabajo al que nos ha llamado es el ministerio más significativo que podemos tener. 

El capítulo 3 de la Primera Carta a los Corintios también nos recuerda que todos los creyentes que ministran son uno en el Cuerpo de Cristo. Si usted reconoce y acepta este hecho, es una garantía segura de que la humildad estará presente mientras sirva a Dios. La humildad no permite que surjan la competitividad carnal ni los celos egoístas por otros cristianos. 

Dios ciertamente reconocerá su trabajo individual y fiel, «conforme a su labor». Además, Jesús también enseñó a sus discípulos —y a nosotros— la parábola de los obreros en la viña (Mateo 20:1-16) para mantener nuestras perspectivas equilibradas con respecto a la naturaleza corporativa del ministerio en el reino de Dios. Ninguno de nosotros debería mirar con orgullo nuestro propio servicio ni considerarnos merecedores de más recompensas que alguien que trabajó menos tiempo o en una posición menos prominente. No es nuestro ministerio. Es de Dios, y toda la gloria es para Él, no para nosotros. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios le dé un mayor sentido de humilde gratitud por cualquier tipo de oportunidad ministerial que tenga. 

Para un estudio más profundo: Compare Mateo 19:27- 30 con 20:1-16. ¿Por qué los discípulos fueron tentados a sentirse superiores? 

* ¿Qué sugiere el comportamiento del terrateniente en la parábola sobre el carácter de Dios? 

29 de Marzo

El servidor: humildad en acción 

«El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo». 

MATEO 20:26-27 

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A la vista de Dios, la grandeza está marcada por un humilde corazón de siervo. 

El comentarista de la Biblia R. C. H. Lenski escribió una vez que «los grandes hombres de Dios no están sentados encima de otros individuos inferiores, sino que llevan a hombres menores a sus espaldas». Jesús habría estado de acuerdo con la observación de Lenski, pero no consideró que fuera incorrecto desear una mayor utilidad para Dios. Sin embargo, esos estándares son mucho más exigentes que cualquier ideal mundano para el liderazgo egoísta y dominante. Por ejemplo, Pablo enumera los altos parámetros que Dios tiene para los que supervisan la iglesia (1 Timoteo 3:1-7). Dios considera grandes a los hombres que están dispuestos a ser siervos. 

En Mateo 20:26-27, Jesús estaba hablando de servicio genuino, no del «servidor público» que simplemente usa su posición para obtener poder y prestigio personal. La palabra griega para «servidor» se refería a una persona que hacía trabajo doméstico y era el nivel más bajo de ayuda contratada. Jesús podría haber usado una palabra más noble para identificar el discipulado sumiso, pero escogió este (del cual obtenemos diácono) porque describe mejor la humildad desinteresada del que sirve. 

Sin embargo, en el versículo 27 Jesús intensifica su descripción del camino de Dios hacia la grandeza. Nos dice que si queremos ser grandes en su reino, debemos estar dispuestos a ser esclavos. Aun cuando los sirvientes tenían algo de libertad, los esclavos eran propiedad de sus amos y podían ir solo donde estos lo permitieran, y debían hacer solo lo que sus amos quisieran. La aplicación para nosotros como creyentes es que «sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos» (Romanos 14:8). 

Si desea la grandeza espiritual real, debe estar dispuesto a trabajar en lugares terribles, solitarios, donde no sea apreciado. Debe estar dispuesto a luchar por la excelencia sin volverse orgulloso y soportar el sufrimiento sin llegar a la autocompasión. Es por esas actitudes piadosas y muchas más por las que Cristo dirá: «Bien, buen siervo y fiel … entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25:21). 

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Sugerencias para la oración: Pídale al Señor que lo ayude a ser un siervo. 

Para un estudio más profundo: Lea 1 Timoteo 3:1-7 y haga una lista de requisitos para un supervisor (anciano). 

* Medite en las implicaciones de cada rasgo y escriba las formas en que la humildad se relaciona con esas cualidades de liderazgo.

28 de Marzo

Enemigos de la humildad: el partidismo 

«No sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros». 

1 CORINTIOS 4:6 

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La humildad genuina entre los cristianos no da lugar al partidismo arrogante. 

La iglesia de Corinto era una ilustración notable del pecado partidista entre los creyentes. Su partidismo —por el que algunos miembros reclamaban lealtad a Pablo, otros a Apolos y aun otros a Cefas (Pedro)— fue esencialmente causado por el orgullo. Pablo, como autor de 1 Corintios, se opuso a aquello de seguir a Apolos y Pedro, que no eran los promotores de tal cosa. 

Los creyentes corintios tenían razones para estar agradecidos a Dios por enviarles líderes de tan buena calidad. Y era correcto para aquellos en Corinto respetar y honrar a sus ancianos espirituales. La Escritura dice: «[reconozcan] a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan» (1 Tesalonicenses 5:12). Sin embargo, los corintios fueron mucho más allá de la Palabra de Dios y exaltaron a los líderes por su propio orgullo —el de ellos mismos, los seguidores— creando así sectas partidistas. 

Ese espíritu divisivo, incluso en nombre de líderes piadosos, siempre conduce a la hostilidad hacia otros siervos fieles de Dios. Y la motivación que subyace a todo eso es el orgullo, que es esencialmente tener una visión ampulosa (arrogante) de uno mismo, una que dice: «Estoy a favor de mí». Cuando el orgullo rige las operaciones de cualquier iglesia, la humildad, el compañerismo y la armonía son inevitablemente desgarrados. 

Usted puede ayudar a prevenir o contrarrestar el partidismo con solo considerar que todos los beneficios diarios que da por merecidos —alimentos, vivienda, ropa, trabajo, familia— son suyos debido a la amable providencia de Dios. Y si es cristiano, tiene vida eterna, la Palabra de Dios, los dones espirituales y muchas otras bendiciones, todas las cuales son por gracia. El apóstol Santiago nos recuerda: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces» (Santiago 1:17). 

Así que volvemos a ver que Dios nos da todas las razones para ser humildes y no deja lugar para el orgullo ni el partidismo. Si tiene un buen pastor y buenos ancianos o diáconos, humildemente agradezca a Dios por ellos. Usted y sus líderes son todos mayordomos de Dios, a quienes se les ha confiado —por un breve tiempo— que le sirvan con los recursos de Él. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que el Señor lo ayude a ser una influencia positiva para la humildad y la armonía, en lugar del orgullo y el partidismo. 

Para un estudio más profundo: Lea Hechos 14:8-18. ¿Cómo reaccionó la gente de Listra con Pablo y Bernabé?

27 de Marzo

Enemigos de la humildad: la ambición egoísta 

«Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos». 

MATEO 20:22 

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La ambición egoísta en cuanto a las cosas espirituales revela que ignoramos el verdadero camino a la gloria de Dios. 

Ayer vimos que Santiago y Juan, junto con su madre, hicieron una petición audaz tratando de aprovecharse del Señor Jesús. Ahora, al responderles, muestran otra actitud en desacuerdo con el espíritu humilde: la ambición egoísta. 

Si la solicitud de autoridad formulada por los hermanos fue insolente, también fue muy necia. No tenían idea de las consecuencias si Jesús aceptaba su pedido. «¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?» (Mateo 20:22 NVI), fue su manera de referirse a su sufrimiento y su muerte. Cuando les preguntó a Santiago y a Juan si estaban preparados para beber esa copa, lo que Cristo estaba diciendo era que si uno es discípulo de Él, debe estar preparado para el sufrimiento y las dificultades. 

En efecto, las palabras de Jesús «beber el trago amargo de la copa» indican que algo muy difícil estaba por venir. Esas palabras no solo se refieren al doloroso sufrimiento y la muerte del propio Salvador (Mateo 26:39), sino que significan que debemos mantener el rumbo hasta el final, soportando lo que sea necesario. Santiago, Juan y los otros discípulos inicialmente no tenían ese poder de permanencia. 

Santiago y Juan, pensando que siempre perseverarían, declararon confiados: «Podemos». Pedro prometió, sin temor alguno, no abandonar al Señor nunca, y todos los demás discípulos se hicieron eco de esa promesa. Pero fue el primero que negó a Jesús tres veces, mientras los demás huyeron tras el arresto de Jesús.

Los discípulos, al fin y al cabo, terminaron bien y compartieron la «participación de sus padecimientos» (Filipenses 3:10). Santiago se convirtió en el primer apóstol mártir, mientras que Juan fue exilado a la isla de Patmos. Pero esa fidelidad no la alcanzaron por su propia fuerza, ni por su ambiciosa maniobra, sino por el poder del Espíritu. Este es un fuerte recordatorio para nosotros de que ninguna posición en el reino de Dios es recompensada a causa de la egoísta ambición humana, sino solo por su soberana elección, para «aquellos para quienes ha sido preparada» (ver Mateo 20:23)

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios le brinde una visión del servicio en su reino que no esté nublada por sus propias ambiciones. 

Para un estudio más profundo: Lea y compare los Salmos 15 y 75. ¿Qué dicen sobre el orgullo y la humildad? 

* Medite en varios versículos que se relacionen con ese tema.

26 de Marzo

Enemigos de la humildad: el juego de poder 

«Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda». 

MATEO 20:20-21 

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Usar el juego de poder en nuestras relaciones personales es incompatible con la humildad bíblica. 

Una de las tácticas más comunes que usan las personas para salir adelante es aprovechar la influencia de los familiares y los amigos. Incluso los creyentes profesantes no han vacilado en «hacer política» para obtener lo que quieren. Conocí a un pastor, hace algunos años, que me dijo que cuando iba a la reunión anual de su denominación siempre reservaba su habitación en un hotel en el que estuviera cerca de los líderes principales. Quería establecer amistad con ellos con la esperanza de que lo consideraran para trabajar en una de las iglesias grandes que dirigían. 

El pasaje de hoy, muestra a dos de los discípulos más cercanos de Jesús, Santiago y Juan; los cuales se acercaron con su madre al Maestro para pedirle un favor sin precedentes: que cada uno de ellos se sentara junto a Él en su reino. Lo más sorprendente fue que esa solicitud llegara justo después de que Cristo predijo su inminente persecución y muerte. Es como si Santiago y Juan hicieran caso omiso de lo que dijo Jesús. Eso ocurrió porque estaban muy preocupados por sus propios intereses. 

Es probable que los tres estuvieran tratando de sacarle provecho a la relación familiar que tenían con Jesús. Al comparar Juan 19:25 con otros pasajes paralelos, sabemos que la madre de los discípulos (Salomé) era hermana de María, la madre de Jesús. Eso haría que Santiago y Juan fueran sus primos y su madre fuera su tía. 

Así que los tres indudablemente confiaban en su parentesco con Jesús cuando hicieron su egoísta pedido — de mayor poder y prestigio— en su reino. Obviamente, todavía no habían captado la promesa anterior de Cristo en referencia a las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los mansos [humildes], porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5). Pero esa enseñanza tan sublime debería ser suficiente para convencernos de que los verdaderamente humildes no necesitan juegos de poder para alcanzar la grandeza. Ya la tienen en Cristo. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca al Señor por los muchos privilegios que ya disfruta como hijo de Él. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 23. ¿Cuál fue la actitud general de Jesús hacia los motivos y acciones de los fariseos? 

* Enumere algunas características específicas que debe evitar.

25 de Marzo

La humildad práctica 

«Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca».

FILIPENSES 4:5 

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La humildad verdadera muestra una gentileza tolerante con los demás y satisfecha con sus propias circunstancias. 

Algunos vocablos griegos tienen significados difíciles de traducir en castellano. Eso ocurre con la palabra «gentileza» que puede implicar algo de tolerancia y puede referirse a la satisfacción, la generosidad o la buena voluntad que se extiende a los demás. Algunos comentaristas afirman que eso implica la indulgencia con las faltas de los demás. Otros dicen que el vocablo denota a alguien que es paciente y sumiso en cuanto a la injusticia y el maltrato, uno que no ataca con amargura y enojo. Eso nos recuerda mucho lo que hemos estado considerando durante la última semana: la humildad. 

El creyente humilde confía en Dios y no guarda rencor a pesar del mal que le hayan infligido. Tal persona no exige sus derechos. Sin embargo, modelará su comportamiento en concordancia con su Señor Jesús, que en su humildad suprema manifestó la gracia de Dios para con nosotros (Romanos 5:10)

Si usted está siguiendo concienzudamente a Cristo, su comportamiento irá en contra del existencialismo imperante en la sociedad moderna. El existencialismo reclama el derecho de hacer o decir cualquier cosa que lo haga sentir bien. El incrédulo existencialista de hoy tiene una lógica retorcida que dice: «Si algo te hace sentir bien pero me lastima, no puedes hacerlo. Pero si algo me hace sentir bien pero te hiere, puedo hacerlo». 

Por desdicha, muchos creyentes han quedado atrapados en ese tipo de pensamiento. No lo llaman existencialismo, prefieren usar términos como autoestima o pensamiento positivo; pero los resultados son muy similares. Tales cristianos hacen lo que satisface sus deseos, a menudo a expensas de otras personas. En esencia, este tipo de actitud es simplemente amor egoísta y pecaminoso. 

Opuesto a ese amor egoísta, Filipenses 4:5 nos exhorta a mostrar humildad. Otros pasajes nos ordenan amar a nuestros enemigos y mostrarles misericordia (Mateo 5:44; 1 Pedro 4:8). Esas virtudes le permitieron al apóstol Pablo decir: «He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación» (Filipenses 4:11). Dios quiere que seamos humildes y nos alegremos con nuestras circunstancias. 

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Sugerencias para la oración: Pídale al Señor que lo ayude a mantenerse refrenado en medio de todo lo que le suceda hoy. 

Para un estudio más profundo: Lea la parábola de Jesús sobre la misericordia y la compasión en Mateo 18:21-35. ¿Qué paralelos encuentra entre la parábola y nuestro estudio sobre la tolerancia? 

* ¿Qué tipo de prioridad le da Jesús a estos problemas?

24 de Marzo

La humildad de Jesús en la muerte 

«Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». 

FILIPENSES 2:8 

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Jesús es nuestro ejemplo supremo de humildad en su sufrimiento y su muerte.

Reaccionamos con naturalidad a la injusticia con un profundo dolor y afirmando nuestros derechos. Pero la respuesta de Jesús a sus acusadores no incluyó una sola palabra de irritada defensa. Mateo 27:12-14 nos dice: «Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho». 

Más tarde, durante el simulacro de juicio que le hicieron, Jesús continuó humillándose. Aceptó el abuso de los hombres pecadores cuando lo azotaron, cuando le quitaron su manto, cuando le plantaron una corona de espinas en la cabeza, cuando se burlaron de Él, cuando lo escupieron y cuando lo golpearon con una lanza. Cristo ni siquiera exigió sus derechos cuando fue condenado a muerte y forzado a caminar al Calvario medio desnudo con una cruz a cuesta. 

El versículo de hoy destaca el aspecto más impactante de la humillación de Cristo: el tipo de muerte que padeció. Sufrió la crucifixión, la forma de muerte más cruel jamás concebida. Los romanos usaban ese método para ejecutar a los esclavos rebeldes y a los peores criminales. Como era el Rey de los judíos, la muerte de Jesús en la cruz fue especialmente horrible para su pueblo. Los judíos sabían desde hacía tiempo lo que decía la ley de Moisés: «Maldito por Dios es el colgado [en un árbol]» (Deuteronomio 21:23). Desde el punto de vista de todos, el Hijo de Dios sufrió lo último en degradación humana. 

Sin embargo, a pesar del trato detestable que sufrió, Cristo —amablemente y con amor— murió por los pecadores como usted y como yo. Tal ejemplo de humildad desinteresada debería motivarnos a nosotros, sus seguidores, cuando ministramos a otros, «porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1 Pedro 2:21). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca que el ejemplo de humildad de Cristo se extendió a su voluntad para redimirle a usted. 

Para un estudio más profundo: Lea uno de los relatos del evangelio acerca del sufrimiento y la muerte de Jesús (Mateo 26—27, Marcos 14—15, Lucas 22—23, Juan 18—19). Anote algunas observaciones sobre su actitud general durante la prueba. 

* ¿En qué situaciones y maneras muestra la humildad?

* Si tiene tiempo, compare y contraste dos de los relatos.

23 de Marzo

La humilde identificación de Jesús con los pecadores 

«Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». 

FILIPENSES 2:7-8 

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Excepto por el pecado, Jesús experimentó la cotidianidad de un ser normal; pero casi nunca fue apreciado como Dios-hombre. 

Jesús podía entender con lo que trataban las personas a su alrededor puesto que vivía bajo las mismas condiciones. Así mismo puede identificarse con nosotros en la actualidad. Es cierto que nunca se casó, nunca fue a la universidad y nunca usó una computadora o una videograbadora. Pero a pesar de todo eso, tiene un conocimiento perfecto sobre tales cosas y más. El punto es que Cristo conoce muy bien nuestras necesidades físicas y emocionales básicas porque, en realidad, vivió y trabajó en un mundo afectado por la Caída. 

Sin embargo, había un elemento de nuestro mundo en el que Jesús no participó: el pecado. La conclusión de Hebreos 4:15 dice que fue «tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado». Aunque nunca pecó, Jesús conoce las luchas y las tentaciones que enfrentamos a diario. De lo contrario, no podría ser el Sumo Sacerdote comprensivo que menciona la primera parte del versículo 15.

Aunque Jesús fue un hombre que se identificó profundamente con aquellos a quienes vino a servir, las personas que lo rodeaban no vieron naturalmente lo más importante de Él. Filipenses 2:8 ve a Jesús desde la perspectiva de esas personas. Dice que su apariencia humana era tan auténtica que la mayoría de ellos no sabía que Él también era Dios. Muchos de ellos simplemente no podían aceptar que un hombre como Jesús pudiera ser más alto que ellos: «¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?» (Juan 6:42). 

La estrecha identificación de Cristo con la humanidad provocó una respuesta trágica para las personas como las de Juan 6. Pero para nosotros, su humildad es un gran modelo y un reconfortante testimonio de que Él era perfectamente hombre y perfectamente Dios. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios que puede acercarse libremente a Él en oración a través de Jesús, que puede identificarse tan estrechamente con todas nuestras luchas como seres humanos. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 11:1-45, que describe la muerte y la resurrección de Lázaro. ¿Cómo mostró Jesús su humanidad y su deidad ante los discípulos y otros testigos oculares?

22 de Marzo

La humildad del servicio de Jesús 

«El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres». 

FILIPENSES 2:6-7 

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Jesús es el modelo a seguir del siervo sufriente. 

Jesús no solo renunció a sus privilegios divinos cuando se despojó a sí mismo, sino que también se convirtió en un siervo. Para nosotros, esta es la siguiente fase en su ejemplo supremo de humildad. La frase de Pablo «forma de siervo» también puede traducirse como «la esencia de un esclavo». El servicio de Cristo no era solo externo; se extendía al papel esencial y real de un esclavo que hace la voluntad de su Padre 

Esperaríamos que Jesús, el Dios-hombre, fuera un servidor solo en la manera más objetiva. Su servidumbre no era una actuación teatral como en la que el actor se pone y se quita la vestimenta del personaje que representa: un sirviente. Jesús se convirtió, verdaderamente, en un sirviente. Cumplió a la perfección todo lo que Isaías predijo acerca de Él (52:13-14). Jesús fue el Mesías que se desempeñó como siervo sufriente. 

El ministerio terrenal de Cristo, completamente, es el parámetro por el cual podemos medir el servicio. En su calidad de Dios, era dueño de todo; como sirviente, tuvo que pedir prestado todo: un lugar para nacer, un bote en el cual cruzar el mar de Galilea para predicar, un burro (que representaba en sí mismo la humildad y el servicio) para entrar en Jerusalén en su entrada triunfal, un salón para celebrar su última Pascua y una tumba para que lo enterraran. 

Nuestro Salvador reconoció sencillamente su papel de servidor: «Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve» (Lucas 22:27). Y todo lo hizo con amor, con coherencia, con humildad, sin el pretexto de formalidades aparentes. 

A medida que continuamos observando a nuestro Señor Jesús como el modelo de humildad a seguir, el desafío para nosotros es seguir su actitud y práctica. Pablo instruye a los que serían siervos de Cristo: «El amor sea sin fingimiento ... Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor» (Romanos 12:9-11). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca y alabe al Señor por la humildad que Jesús asumió en su servicio a favor de usted. 

Para un estudio más profundo: Isaías 52:13-53:12 se conoce como el pasaje del Siervo Sufriente. Mientras lo lee, escriba las formas en que describe el sufrimiento de Jesús. 

* ¿Cómo se evidencia su humildad?

21 de Marzo

La humildad de Jesús 

«Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres». 

FILIPENSES 2:7 

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Como parte de su humilde descenso del cielo a la tierra, Jesús no se aprovechó de sus privilegios divinos. 

El siguiente paso en el modelo de humildad que Jesús estableció cuando vino a la tierra y vivió entre la humanidad fue el despojo de sí mismo. Pero la Escritura es clara en cuanto a que, mientras estuvo en la tierra, nuestro Señor afirmó ser Dios: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9). En ningún momento dejó de ser Dios. 

La palabra griega para «despojo» nos lleva al término teológico kenosis, la doctrina del autodespojo de Cristo. La kenosis básicamente nos recuerda lo que vimos en la lección de ayer: el humilde rechazo de Jesús a aferrarse a las ventajas y privilegios que tenía en el cielo. El Hijo de Dios, que tiene derecho a todo y está plenamente satisfecho consigo mismo, voluntariamente se despojó a sí mismo. 

Ya hemos notado que Jesús no se despojó de su deidad, sino que dejó de lado ciertas prerrogativas. Por un lado, renunció a su gloria celestial. Es por eso que, anticipándose a su regreso al Padre, Cristo oró: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» (Juan 17:5). 

Jesús también renunció a su autoridad independiente y se sometió por completo a la voluntad del Padre: «pero no sea como yo quiero, sino como tú» (Mateo 26:39). 

Durante su tiempo en la tierra, Cristo también limitó, de manera espontánea, el uso y la exhibición de sus atributos divinos. Una buena ilustración de esto se refiere a su omnisciencia, su conocimiento de todas las cosas. Al enseñar sobre el fin de los tiempos y su segunda venida, Jesús dijo: «Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre» (Mateo 24:36). 

El despojo de sí mismo que efectuó Jesús muestra un aspecto maravilloso del evangelio. A diferencia de las religiones centradas en el hombre y orientadas a las obras, el evangelio bíblico hace que el Hijo de Dios ceda voluntariamente sus privilegios para sacrificarse por pecadores como nosotros. 

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Sugerencias para la oración: Ruegue para que aprecie más la humildad sacrificial que Jesucristo ejerció a favor de usted. 

Para un estudio más profundo: Las Escrituras no registran mucho sobre la niñez de Jesús. Pero el recuento que tenemos confirma su despojo. Lea Lucas 2:39-52. ¿Qué implica el versículo 47 acerca de la naturaleza de Jesús? 

* ¿Cómo ejemplifican los versículos 51 y 52 su despojo propio?

20 de Marzo

No se enorgullezca de su posición 

«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse». 

FILIPENSES 2:5-6 

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La venida de Cristo a la tierra es el supremo ejemplo de humildad para nosotros.

Por lo general, podemos identificarnos con lo que otra persona ha experimentado cuando hemos pasado por lo mismo. Y si no es así, quizás podamos relacionarnos con ello porque algún día podríamos tener una experiencia similar. 

Sin embargo, es mucho más difícil comprender lo que Cristo experimentó cuando bajó de su posición en el cielo para venir a la tierra como hombre. Nunca entenderemos la magnitud de ese descenso porque nunca fuimos y nunca seremos Dios. No obstante, el pasaje de hoy presenta — como un patrón para nosotros— la actitud de Jesús al venir a este mundo. 

Como creyente lleno del Espíritu (Efesios 1:3-5, 13) que usted es, el Señor lo ha sacado de su pecado y le ha dado el privilegio de ser su hijo adoptivo. De ese modo, le permite reconocer y apreciar un poco más de qué se trata la humildad. Al igual que Jesús, tendrá que descender de un nivel exaltado cuando alcance con humildad a aquellos que no lo conocen a Él. 

Jesús, además, estableció el parámetro para nosotros cuando no consideró su alta posición como «cosa a que aferrarse». La superioridad del llamado nunca debe ser algo a lo que nos aferremos para explotar a beneficio nuestro. Esa es la actitud que esperaríamos ver en las influyentes personas mundanas. Pero no debe caracterizar a aquellos que afirman seguir el modelo de Cristo. 

En contraposición, si usted es discípulo de Cristo, verá más y más de la humildad de Cristo en su vida. Eso ocurrirá a medida que ejerza una actitud desinteresada hacia los privilegios y posesiones que Él le ha dado. Al no aferrarse a esos beneficios usted, ejemplificará la actitud de Jesús y servirá con mayor eficiencia a los demás: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» (Romanos 12:10). 

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Sugerencias para la oración: Ore para que, a partir de hoy, Dios le conceda más y más una actitud como la propuesta en Filipenses 2:5-6. 

Para un estudio más profundo: Como lo explica Efesios 1, usted tiene mucho por lo que estar agradecido como hijo de Dios. Lea todo el capítulo y enumere los muchos beneficios espirituales que Pablo describe. Trate de memorizar varios versículos que sean particularmente sorprendentes para usted.

19 de Marzo

El significado de la gracia 

«Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad».

ÉXODO 34:6 

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La gracia de Dios es el favor inmerecido que muestra a los pecadores. 

La gracia de Dios siempre ha sido un foco de alabanza para los creyentes. El versículo de hoy es citado varias veces en el libro de los Salmos y en otras partes de las Escrituras (por ejemplo, Nehemías 9:17, 31; Salmos 86:15; 103:8; 145:8). Pablo se muestra agradecido por la abundante gracia de Dios en 1 Timoteo 1:14 y Juan escribe: «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia» (Juan 1:16). Hoy algunos de nuestros himnos favoritos son «Gracia admirable», «Lluvias de gracia» y «Maravillosa gracia». 

¿Qué es exactamente la gracia? Es simplemente el favor gratuito, inmerecido y no merecido que recibimos de Dios. Es un regalo dado por Dios no porque lo merezcamos, sino solo porque Dios —por su gran amor— quiere dárnoslo. 

La gracia es evidente para los cristianos en dos maneras principales. La primera es por elección, salvación o don. Dios «quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos» (2 Timoteo 1:9). «Por gracia [somos] salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2:8). Esta es la gracia de Dios para los pecadores, porque «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20). 

La otra manera en que la gracia se manifiesta en nuestras vidas es en forma de gracia habilitadora o sustentadora. No solo recibimos gracia para ser salvados; ahora vivimos en gracia. Es la gracia de Dios la que nos permite desarrollar la vida cristiana. Cuando Pablo pidió a Dios que le quitara un «aguijón en la carne» que lo debilitaba (2 Corintios 12:7), el Señor le dijo: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (v. 9). Y, en otra parte, Pablo dice: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). 

Recuerde, no nos hemos ganado ni la gracia salvadora ni la sustentadora. Nada de lo que podamos hacer puede hacernos merecedores de un poco más de gracia. Dios dice: «Tendré misericordia de quien tenga misericordia» (Éxodo 33:19). Esta verdad debería hacernos sentir más agradecidos porque nos salvó y nos sostiene a pesar de nuestro pecado. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su gracia al salvarlo y sustentarlo. 

Para un estudio más profundo: Lea Génesis 9:8-19. ¿Cómo extendió Dios la gracia a Noé y a su familia? 

* ¿Cuál fue la señal o símbolo visible?

18 de Marzo

El amor sacrificial de Dios 

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». 

JUAN 3:16 

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El amor de Dios es vicario y sacrificial. 

Hoy continuamos un breve estudio de un tema que trae alegría a cada cristiano: el amor de Dios. Tanto Pablo como Juan llaman a su amor «grande» (Efesios 2:4, 1 Juan 3:1), porque solo un gran amor proporcionaría un sacrificio tal como el que hizo Dios en Cristo. 

Ya hemos visto que el amor de Dios es incondicional, no correspondido y justo. El amor de Dios también es vicario; lleva el dolor de los demás. En una profecía acerca de Cristo, Isaías escribió: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores» (53:4). Cristo soporta nuestras penas terrenales y —lo más significativo aun— soportó el dolor y el castigo por nuestros pecados. 

El verdadero amor es un amor sacrificado que da sin esperar nada a cambio. Dios da muchas cosas buenas a todos y dio el mayor regalo de todos, su Hijo. Como enseña Juan 3:16, el amor fue lo que lo motivó a enviar a Cristo a morir; porque quería proporcionarnos la salvación. 

Insisto, debemos examinarnos tras ver el amor de Dios. Gálatas 6:2 dice: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo». ¿Está usted animando y ayudando a otros cristianos en dificultad? Además, pregúntese si ama sin importar el sacrificio. Algunos «amarán» hasta el punto en que les duela o que les sea conveniente, pero no más. Sin embargo, Jesús nos ordena: «Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos» (Lucas 6:35). El amor no siempre es fácil, pero siempre es lo mejor. 

Se podría decir mucho más sobre el amor de Dios. Incontables libros e himnos han sido escritos al respecto. En estos pocos párrafos solo podemos obtener una comprensión básica. Pero deje que esta introducción sirva como punto de partida para un estudio de toda la vida acerca del amor de Dios. Es uno de los mejores temas que hay en la Biblia; no se lo puede perder 

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Sugerencias para la oración: Ore por fortaleza para soportar las cargas de los demás y amar con amor sacrificial. 

Para un estudio más profundo: Jesús habla sobre su amor por nosotros en Juan 15:9-17. ¿De qué manera debemos responder al amor de Dios? Basado en estos versículos, piense en formas específicas en que pueda mostrar su amor por Dios y por los demás.

17 de Marzo

El peligro del egoísmo y la vanidad 

«No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos». 

FILIPENSES 2:3 NVI 

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El egoísmo y la vanidad impiden que hagamos la voluntad de Dios. 

El egoísmo y la vanidad son muy comunes entre las personas en la actualidad. Es muy difícil que no haya un artista prominente o una figura estelar deportiva que no ostente esas características en exceso. Sin embargo, esos rasgos son todo lo contrario de lo que debería caracterizar al humilde seguidor de Cristo. 

«Egoísmo» en el pasaje de hoy tiene que ver con perseguir un objetivo de una manera parcializada. Implica un deseo egoísta y personal de impulsar sus propios intereses de una forma destructiva e intempestiva. «Vanidad» describe la fuerza subyacente a esa conducta autoritaria: la gloria personal. Una persona impulsada por tal motivación piensa que siempre tiene la razón. 

La frase inicial de Pablo en Filipenses 2:3 tiene la fuerza de un mandamiento exhortativo: los creyentes nunca deben actuar por ambición egoísta con el objetivo de alabarse a sí mismos. Hacer eso lleva inevitablemente a uno de los problemas pecaminosos más comunes en nuestras iglesias: el partidismo, acompañado de celos, conflictos, desarmonía y parcialidades. Pablo sabía cuánto daño podía causar el partidismo dentro de una iglesia. Ese fue el principal problema que abordó en su carta de 1 Corintios. El apóstol resumió la condición de la iglesia corintia de la siguiente manera: «Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?» (1 Corintios 3:3). Es espiritualmente inmaduro estar celoso y provocar conflictos entre los cristianos, eso revela una perspectiva carnal. 

Debido a que nuestra carne produce egoísmo y presunción, es vital mantenerla bajo control (Gálatas 5:16). Los planes y los intereses personales en sí mismos son válidos. Pero si nuestras metas y objetivos son impulsados por el egoísmo, se vuelven competitivos y dañinos. Una clave para lidiar con el egoísmo es percatarse de que los demás también tienen metas y deseos. Tal conocimiento le ayudará a recorrer un largo camino para matar al monstruo del egoísmo que mora en usted. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que el Espíritu de Dios quite de su mente y de su corazón cualquier actitud egoísta y presuntuosa. 

Para un estudio más profundo: El comienzo de 1 Corintios trata el tema del partidismo. Lea el capítulo 1. ¿Qué perspectiva tiene Pablo con respecto a las divisiones de la iglesia?

16 de Marzo

Amenazas a la humildad: Doctrina e hipocresía 

«Que andéis … con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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Evite el orgullo en su posición, inteligencia o espiritualidad. 

Hace años, cuando mis críos eran pequeños, mi hijo Mark le dijo a mi hija más pequeña, Melinda, que sacara algo de la habitación. Ella le respondió: «Tú no eres mi jefe». Mark replicó: «Papá es el jefe de mamá, mamá es la jefa de Matt, Matt es el jefe de Marcy, Marcy es mi jefe y yo soy el jefe tuyo». Entonces Melinda obedeció. Después de eso, Melinda decidió que ella era la jefa del perro y, por supuesto, el perro no era jefe de nadie. ¡Nadie quiere estar en el peldaño inferior de la escala! 

Todos tienen una posición determinada en la vida y todos somos tentados a aprovecharnos de ella. Observe a Herodes en Hechos 12:21-22: «Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!». A él le encantaba llamar la atención. Pero ¿qué pasó? «Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos» (v. 23). 

El orgullo intelectual también puede ser un obstáculo. Es fácil para los cristianos pensar que su teología es perfecta y que tienen todas las respuestas. Pero cuanto más estudio la Biblia, más me doy cuenta de lo poco que sé. Me siento como un niño que llena un cubo dentro del océano. Mi aprendizaje es solo un pequeño cubo de agua comparado con el vasto mar de conocimiento. Sé muy poco y, todavía, estoy aprendiendo. 

El peor tipo de orgullo es la espiritualidad externa sin santidad interior. Jesús reservó sus mayores condenas para aquellos que tenían tal clase de orgullo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad» (Mateo 23:27- 28). Es probable que usted luzca espiritual por fuera — porque asiste a la iglesia y actúa «cristianamente»—, pero su corazón puede estar lleno de pecado. 

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Sugerencias para la oración: Examine su corazón y confiese cualquier orgullo en su posición, inteligencia o espiritualidad. 

Para un estudio más profundo: Lea en Daniel 5 lo que le sucedió a un rey que se enorgulleció de su posición. Observe cómo lo humilló Dios. Tal pecado no fue una trivialidad para Dios; tampoco debería serlo para nosotros.

15 de Marzo

Amenazas a la humildad: riquezas y dinero 

«Que andéis … con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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Nuestras posesiones y posiciones en la vida son de Dios; no podemos atribuirnos crédito por ellas. 

Muchos se enorgullecen actualmente de su situación económica. Se jactan de sus riquezas y confían en su dinero, pensando que deben ser los más geniales como para adquirir todo lo que tienen. Pero recuerde lo que Moisés dijo a los israelitas antes de entrar en la Tierra Prometida: «[No] digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres» (Deuteronomio 8:17-18). Todo lo que usted tiene es porque Dios se lo dio. No exhiba sus posesiones como si las hubiera obtenido a través de sus habilidades creadas por usted mismo. 

Un aspecto relacionado con este tema que estamos estudiando es el orgullo clasista, lo que implica menospreciar a los que se encuentran en los niveles «inferiores» de la sociedad. Esos individuos no quieren personas de clase baja en sus barrios y ciertamente no los invitarían ni a cenar. Si usted es culpable de este tipo de orgullo, tenga en cuenta que Dios ama a los pobres. El propio Jesús fue pobre en este mundo y pasó la mayor parte de su tiempo ministrando a los pobres. 

A veces, al ascender en la escala social, algunas personas exigen cierto tipo de tratamiento. Esperan lo mejor de todo y se ofenden cuando no lo reciben. Una de las cosas que Jesús criticó a los escribas y fariseos fue la siguiente: «Aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí» (Mateo 23:6-7). Resista la tentación de buscar la honra, el glamur y los privilegios mundanos.

Los anunciantes de hoy continuamente nos inducen a llamar la atención sobre nosotros mismos por lo que vestimos. Pero la atención indebida a la apariencia puede hacer que la gente sea altiva, jactanciosa e indulgente, por lo que tratan de mostrarse mejor que los demás. Dios detesta ese pecado (Isaías 3:16-26). 

Juan dijo: «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo ... el mundo pasa, y sus deseos» (1 Juan 2:15, 17). No permita que el mundo le diga lo que debe buscar o valorar. Recuerde, en cambio, que «el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (v. 17). 

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Sugerencias para la oración: Pídale al Señor que le dé satisfacción con su condición actual y que lo ayude a acercarse a aquellos que no son tan bendecidos. 

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 14:8-10; 1 Timoteo 2:9-10; y Santiago 2:2-8 y vea si es culpable de materialismo u orgullo social.

14 de Marzo

Amenazas a la humildad: la fuerza y la jactancia 

«Que andéis … con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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Satanás nos tienta a enorgullecernos de nuestras habilidades y logros, pero debemos recordar que todo lo bueno que tenemos proviene de Dios. 

Acabamos de estudiar tres pasos hacia la humildad. Veamos el asunto desde otro ángulo: ¿Qué tipo de orgullo amenaza con destruir nuestra humildad? ¿Dónde lucharemos para ser humildes? Hay varias áreas en las que Satanás nos atacará.

La primera área es lo que llamo orgullo de la capacidad. A menudo somos tentados enorgullecernos de nuestros puntos fuertes, no de los débiles. Nunca he sido tentado a jactarme de mi fantástica habilidad matemática porque no tengo ninguna. Pero estoy tentado a enorgullecerme de mi predicación porque es mi don espiritual. Por dicha, el Señor me ayuda a lidiar con tales pensamientos. Podría venir en forma de una carta que diga: «Estuve en tu iglesia el domingo y estoy en desacuerdo con todo lo que dijiste». O alguien podría decirme: «Hemos venido a escucharte por primera vez, pero nos gusta más nuestro pastor». Tiempos como esos me ayudan a mantener la perspectiva correcta. 

La clave para vencer al orgullo por la capacidad es recordar que cada don que uno tiene es de Dios. Todo el crédito le pertenece a Él. Como les dijo Pablo a los corintios: «¿O qué tienes que no hayas recibido?» (1 Corintios 4:7). 

Otra tentación es el orgullo verbal o la jactancia. Existe una tendencia en la naturaleza humana a decirle a la gente qué bien hemos hecho o planeamos hacer. Las personas entablan una conversación y pronto intentan superarse mutuamente con sus logros. Por el contrario, Ana afirma: «Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar las acciones» (1 Samuel 2:3). Dios sabe la verdad sobre lo que usted ha hecho. Proverbios 27:2 instruye: «Alábete el extraño, y no tu propia boca». 

Como prueba, intente pasar toda una semana sin hablar de lo que ha hecho. Quizás para empezar, intente con una tarde. Cuando la gente no habla de sí misma, la ausencia de jactancia dice mucho sobre su carácter. 

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Sugerencias para la oración: Arrepiéntase de cualquier orgullo por sus propias habilidades o logros. 

Para un estudio más profundo: El apóstol Pablo tenía enormes ventajas y habilidades, pero se negó a jactarse de ellas. Lea Filipenses 3:4-11. ¿Cuáles fueron los logros de Pablo? 

* ¿Cómo los consideró? 

* ¿Qué fue lo más importante para él?

13 DE Marzo

Entienda quién es Dios 

«Que andéis … con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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Cuanto más comprendamos la grandeza de Dios, más humildes seremos. 

Dios no recibe el debido respeto en estos tiempos. A menudo se lo llama «el hombre de arriba», como refiriéndose más a un amigo que al Dios eterno. Muchos lo ven como un San Nicolás cósmico o un abuelo distraído que es indulgente con el pecado. 

Por desdicha, incluso los cristianos pueden verse afectados por esos puntos de vista. Tal pecado deshonra a Dios y socava el próximo paso hacia la humildad: la conciencia de Dios. En vez de obtener nuestras ideas de Dios a partir del mundo, veamos lo que los escritores bíblicos dicen acerca de Él. 

David dijo: «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos» (Salmos 8:1). Al contemplar la exaltada posición de Dios, era natural que dijera: «¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?» (v. 4). Somos tan minúsculos en comparación, es una maravilla que nos cuide minuciosamente. Pero «Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos» (Salmos 138:6). 

Isaías 2:10 dice: «Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad». Cuando se compare con Dios, querrá esconderse debajo de una roca. El versículo 11 muestra el porqué de la cuestión: «La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día». El orgullo es el pecado de competir con Dios. Se alza y trata de robarle la gloria. Pero Dios dice: «Mi honra no la daré a otro» (Isaías 48:11). Dios juzgará a aquellos que se exalten a sí mismos. Solo Dios es digno de exaltación. 

Cuando busque la humildad, recuerde que no la obtendrá sentándose en una esquina. Por el contrario, obtendrá la humildad sentándose en ese mismo rincón y recitando ante Dios sus pecados, faltas e insuficiencias, para luego abrir las Escrituras y ver a Dios en toda su majestad. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que vea a Dios por lo que realmente es, no por cómo lo ve el mundo. 

Para un estudio más profundo: Lea Job 38 al 41. ¿Qué aspectos de su grandeza le enfatiza Dios a Job? Haga una lista de los más destacados.

12 de Marzo

Entienda quién es Cristo 

«Que andéis … con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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Debemos caminar como Cristo. Nuestra falta de conformidad a su norma debería hacernos humildes. 

¿Cuál fue su experiencia más humillante? La vida está llena de momentos embarazosos, pero la experiencia más confrontante que tuve fue cuando prediqué a través del Evangelio de Juan. Por dos años —ochenta y ocho sermones, casi cien horas de predicación, de dos a tres mil horas de estudio— me enfrenté constantemente con la deidad de Jesucristo. Vivir con la deidad de Cristo día tras día y compararse continuamente con Él es una de las cosas más saludables y honrosas que uno puede hacer. 

Eso nos lleva a otro paso hacia la humildad: la conciencia de Cristo. Cuando nos comparamos con nosotros mismos, nos enorgullecemos. Pero «el que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Juan 2:6). Cuando usted pueda decir: «Me complace anunciar que ahora camino como Jesús», tendrá derecho a enorgullecerse. Pero nadie le creerá. 

Jesús fue el hombre perfecto. No cometió pecado. Dio todas las respuestas correctas y tuvo la actitud perfecta en cada situación. Él sabía exactamente cómo ayudar a todos los que necesitaban ayuda. Al leer los evangelios, vemos una y otra vez cómo manejó Cristo todo aquello a la perfección. 

Incluso al ver su humanidad, nos damos cuenta de lo pequeños que somos. Pero cuando vemos su deidad, nos sentimos aun más pequeños. Él creó todo (Colosenses 1:16). Convirtió el agua en vino, calmó tormentas, expulsó demonios, sanó a innumerables personas y dio vida a los muertos. Después de su crucifixión, resucitó de entre los muertos y se sentó a la diestra del Padre (Efesios 1:19-20). Algún día regresará, llevará a su pueblo a casa y finalmente destruirá todo el mal.

A pesar de la deidad perfecta de Jesús y de su humanidad perfecta, vino a servir (Marcos 10:45). ¿Cómo podemos estar orgullosos si Jesucristo se humilló a sí mismo? ¿Qué cosa justa hemos hecho que se compare con su vida perfecta? 

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Sugerencias para la oración: Ore para que conozca mejor a Cristo y sea cada vez más como Él. 

Para un estudio más profundo: Pedro pudo vislumbrar el poder de Jesús en Lucas 5:1-7. ¿De qué manera lo afecta el repentino reconocimiento de Pedro en cuanto a quién es Cristo (v. 8)? 

* ¿Qué fue lo que hizo a continuación (vv. 9-11)?

11 de Marzo

Comprenda quiénes somos 

«Que andéis … con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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El primer paso de la humildad es comprender nuestra pecaminosidad. 

Nunca olvidaré una reunión que tuve en mi casa con unos estudiantes de seminario. Un estudiante me preguntó, con mucha seriedad: «John, ¿cómo pudiste vencer al orgullo?». A lo que respondí, en broma: «Bueno, fue hace dos años, cuando le di unas patadas; y, desde entonces, no es problema para mí. Es maravilloso ser constantemente humilde». Por supuesto, no he superado completamente el orgullo; es una batalla que enfrento todos los días. Satanás se asegura de que siempre tengamos problemas con eso. 

Superar el orgullo, aunque sea en una sola área, es difícil; pero Efesios 4:2 requiere «toda humildad». Tener humildad no es suficiente. Debemos tener total, absoluta y completa humildad en cada relación, cada actitud y cada acto. 

Así que, tenemos mucho trabajo por hacer. Pero ¿por dónde empezamos? ¿Cómo podemos volvernos humildes? 

La humildad comienza con la conciencia propia. Necesitamos vernos objetivamente. Podemos enmascarar lo que somos en realidad y convencernos de que somos algo maravilloso. Pero somos pecadores y necesitamos confesar nuestros pecados diariamente ante Dios (ver 1 Juan 1:9). Incluso Pablo se llamó a sí mismo el primero de los pecadores (1 Timoteo 1:15) y se dio cuenta de que aún no había alcanzado la meta de la semejanza a Cristo (Filipenses 3:12-14). Cuando tenga la tentación de sentirse orgulloso, recuerde que aún no ha llegado a la plenitud espiritual. 

Y no caiga en la trampa de compararse con los demás. Pablo dijo: «Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos» (2 Corintios 10:12). Si queremos ser francos con nosotros mismos y con Dios, debemos evaluarnos con un estándar externo: el estándar de Dios. La humildad comienza cuando nos quitamos los lentes color rosa del amor propio para que podamos vernos a nosotros mismos como pecadores indignos. Debemos reconocer nuestras fallas y confesar nuestros pecados cada día. 

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Sugerencias para la oración: Confiese cualquier pecado conocido a Dios y pídale ayuda para superarlo. 

* Pídale a Dios que evite que se compare con los demás en lugar de hacerlo con el estándar perfecto de Él. 

Para un estudio más profundo: Muchos consideran que Pablo es el cristiano más grande que haya existido, pero se veía a sí mismo de manera muy diferente. Lea 1 Timoteo 1:12-17. ¿Cómo se veía a sí mismo?

10 de Marzo

Siempre humilde 

«Que andéis … 

con toda humildad». 

EFESIOS 4:1-2 

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Cristo nos mostró su humildad al hacerse hombre y vivir como siervo. 

La humildad no es un concepto muy popular en nuestra sociedad, ¿le parece? Se nos enseña a perseguir la honra y el reconocimiento desde una edad temprana. Cuando mis hijos eran pequeños, acumulaban trofeos hasta el absurdo. Los programas que ofrecen premios son comunes en la televisión. Parece que hay galardones para todo. 

La humildad es una cualidad escurridiza. El momento en que usted cree que es humilde pierde la humildad. Pero la humildad es la esencia de una trayectoria digna; es por eso que Pablo la puso de primera en la lista. No importa cuán difícil sea, debemos seguir luchando por ella. 

El término griego para humildad es una palabra compuesta. La primera parte significa «bajo». En un sentido metafórico, se usaba para simbolizar algo «pobre» o «sin importancia». La segunda parte de la palabra es «pensar» o «juzgar». El significado combinado es pensar en usted mismo muy pobremente o sin importancia. 

¿Sabía que esa palabra no aparece nunca en el griego clásico? Tenía que ser acuñada por los cristianos. Los griegos y los romanos no tenían palabras que identificaran la humildad porque despreciaban esa actitud. Se burlaban y relegaban a cualquiera que se considerara humilde. 

En contraste, Cristo enseñó la importancia de la humildad y fue nuestro mejor ejemplo de esa virtud. El exaltado Señor Jesús nació en un establo. Durante su ministerio, nunca tuvo un lugar para recostar su cabeza. Solo poseía las prendas que llevaba en su cuerpo. Él lavó los pies de sus discípulos, que hacía el trabajo de un esclavo (Juan 13:3-11). Es más, cuando murió, fue enterrado en una tumba prestada. 

Cuando los hermanos evangélicos moravos, de Alemania, se enteraron de la esclavitud en las Indias Occidentales, les dijeron que era imposible alcanzar a la población esclava allí porque los esclavos estaban separados de las clases dominantes. En 1732, dos moravos se ofrecieron para ir a ser esclavos en las plantaciones y enseñar a otros esclavos acerca de Cristo. Trabajaron al lado de sus compañeros cautivos y los escucharon porque los dos moravos se habían humillado. De una pequeña manera, eso ilustra lo que Cristo hizo por nosotros: se humilló convirtiéndose en un hombre para que pudiéramos ser salvos. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que lo ayude a caminar en humildad como Cristo. 

Para un estudio más profundo: Lea sobre la humildad de Cristo en Filipenses 2:5-11. ¿Cuál fue su actitud hacia sí mismo y cómo puede emular su humildad?

09 de Marzo

Honre al humilde 

«Humillaos delante del Señor, y él os exaltará». 

SANTIAGO 4:10 

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Dios otorga generosamente toda bendición espiritual a los humildes. 

Aquellos que son escrituralmente humildes reconocerán su indignidad cuando vengan ante Dios. Serán como el profeta Isaías que, al ver a Dios, se maldijo a sí mismo: «¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos» (Isaías 6:5). Cuando vea quién es Dios en realidad, infinitamente santo, soberano, poderoso, majestuoso y glorioso, todo lo que puede ver usted en sí mismo es su propio pecado. 

Cada vez que Isaías o cualquier otra persona en el Antiguo Testamento se encontraban cara a cara con la realidad de la presencia santa de Dios, quedaban abrumados por el miedo. El pecador, en presencia de un Dios santo, es vencido por su sentimiento de pecaminosidad y tiene todas las razones para temer. Lo mismo sucedía en el Nuevo Testamento, como cuando los discípulos temieron después que Jesús calmó la tormenta en el Mar de Galilea: «Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?» (Marcos 4:41). Si somos humildes ante el verdadero Dios, tendremos la misma respuesta. 

Pero Dios no nos deja abatidos ni acobardados por el miedo. Santiago nos asegura que el Señor exaltará a los humildes. Y si somos humildes en espíritu y salvos por gracia, seremos santificados y finalmente glorificados. El apóstol Pablo lo resume muy bien en Efesios 2:4-7: «Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús». 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios hoy por su santidad y su control soberano sobre todas las cosas, especialmente por la forma en que lo lleva a la madurez espiritual. 

Para un estudio más profundo: Lea Isaías 6. ¿Cuál es el punto focal de la naturaleza de Dios en este capítulo? 

* ¿Qué podría ayudarle a estar tan dispuesto como Isaías para servir a Dios (v. 8)?

08 de Marzo

Percátese de que necesita seriedad 

«Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza». 

SANTIAGO 4:9b 

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El individuo humilde sabe que el pecado no es una cuestión de risa. 

El humor siempre ha tenido un lugar en la cultura popular. Pero en las últimas décadas ha surgido un aspecto más profano del humor. Las comedias dominan la lista de programas televisivos de mayor audiencia, pero muchas están lejos de ser lo mejor para la gente. Los contenidos de los programas a menudo complacen a los inmorales y tienden a sofocar los valores de las Escrituras. Mientras tanto, el mundo se descontrola tras esas actividades que enfatizan la diversión y la autocomplacencia. La mayoría de la gente solo quiere disfrutar la vida y no tomar nada demasiado en serio. 

La Palabra de Dios reconoce que hay un tiempo y un lugar apropiados para la alegría y la risa: «tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar» (Eclesiastés 3:4). El salmista habla de un tiempo apropiado para la risa y la felicidad: «Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza» (Salmos 126:1-2). 

Sin embargo, el Señor requiere que cualquiera que tenga una relación con Él debe comenzar con una nota sobria, seria y humilde. En la Escritura de hoy, Santiago insta a los pecadores a cambiar la risa mundana —la frivolidad por el llanto y la tristeza piadosa— por su pecado. La risa de la que se habla aquí es del tipo que indica una complacencia deleitosa en los deseos y placeres humanos. Representa personas que no piensan seriamente en Dios, en la vida, la muerte, el pecado, el juicio o las demandas de Dios para la santidad. Sin palabras minuciosas, es la risa de los necios la que rechaza a Dios, no la de los humildes que lo siguen. 

El mensaje de Santiago es que la fe salvadora y la humildad apropiadas inducen a una separación sincera y franca del desenfreno de la mundanalidad, así como también a una genuina tristeza por el pecado. Si esas características están presentes en usted, es una evidencia bastante segura de que es uno de los humildes (ver 1 Juan 2:15-17). 

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Sugerencias para la oración: Busque el perdón por cualquier pensamiento y acción que le haya impedido adoptar una actitud seria en su caminar con Dios. 

Para un estudio más profundo: Lea 1 Juan 2:15-17. Piense en varios ejemplos de cada una de las categorías de mundanalidad que se mencionan en el versículo 16. ¿Cuáles de ellas son problemas para usted? 

* ¿Qué pasos puede dar, con la ayuda de Dios, para vencerlas?

07 de Marzo

Sienta un dolor genuino por el pecado 

«Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense». 

SANTIAGO 4:9 NVI 

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La marca de la humildad espiritual es el dolor genuino por el pecado. 

La cultura moderna hace todo lo posible por evitar el dolor, posponer la reflexión sobre temas desagradables, maximizar la comodidad y sentirse bien con las circunstancias. 

Esa filosofía es el reflejo de una actitud orgullosa y egocéntrica, no del talante humilde y centrado en Dios que hemos estado examinando durante la última semana. Hoy continuamos considerando la humildad en la epístola de Santiago. El apóstol insta a la gente a «reconocer sus miserias» con respecto a su pecado. Las demandas del evangelio comienzan en este punto. Santiago no niega la alegría que vendrá cuando el evangelio sea recibido con sinceridad. Lo que dice, simplemente, es que los pecadores deben sentirse mal. La palabra miserias en este sentido se refiere a los sentimientos internos de vergüenza en cuanto al pecado, el profundo dolor que causa, y el espíritu enmendador que tendrá el pecador humilde como resultado. 

La persona humilde también ha de llorar por su pecado. Esto nos recuerda lo que el Señor Jesús indica en las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación» (Mateo 5:4). Llorar es la expresión que manifiesta un espíritu quebrantado, lo cual hace que el corazón de la persona humilde se aflija cuando se percata de su absoluta bancarrota espiritual a causa del pecado. La palabra que Santiago usa para «llorar» está estrechamente relacionada con el concepto del lamento o la tristeza. Pero este dolor no es cualquier pena o congoja ordinaria como lo que todas las personas sienten en el transcurso de la vida. Santiago usa una palabra fuerte que generalmente se refiere al duelo por la muerte de un ser querido. Santiago, por lo tanto, insta al humilde pecador a que manifieste un lamento luctuoso o penoso por su pecaminosidad. 

El llanto es a menudo la respuesta física que el duelo sinceramente humilde brinda a las circunstancias. Las lágrimas son un regalo divino para nosotros que permite la liberación de nuestros corazones doloridos, como lo descubrió Pedro después de haber traicionado al Señor (Marcos 14:72). 

La miseria, el llanto y el lamento apuntan a un dolor genuino por el pecado (2 Corintios 7:10-11). Si usted es humilde, tendrá esa actitud al entrar en el reino de Dios (Santiago 4:9) y en su vida cristiana (Mateo 5:3-4). 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios le haga sensible a la tristeza por todos sus pecados, incluso por los que parezcan insignificantes.

Para un estudio más profundo: Lea Hebreos 12:15-17. ¿Qué faltaba en la respuesta de Esaú (v. 17)? (Lea Génesis 25:27-34 y 27:30-38 para más información) 

06 de Marzo

Limpiemos nuestras manos y nuestros corazones 

«Limpiad las manos … purificad vuestros corazones». 

SANTIAGO 4:8 

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Las manos limpias y un corazón puro siempre caracterizarán a los humildes. 

Las manos representan nuestro comportamiento, el patrón de nuestras acciones externas. La Escritura usa ese símbolo cuando anima a las personas a abandonar su comportamiento pecaminoso: «Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos» (Isaías 1:15). 

El versículo de hoy usa «manos» en referencia a los requisitos rituales judíos. Los sacerdotes debían lavarse las manos antes de entrar a la presencia de Dios en el tabernáculo y en el templo (Éxodo 30:19-21). Por lo tanto, la exhortación a tener las manos limpias no era extraña a la forma de hablar de la audiencia de Santiago. Como judíos, sabían que una persona debe pasar por un proceso de limpieza y tener una vida limpia si quiere estar cerca del Señor. 

Ese proceso de limpieza, sin embargo, incluye algo más que corregir el comportamiento externo y el estilo de vida representado por las manos. La dimensión interna del corazón también debe estar involucrada, razón por la cual Santiago 4:8 dice: «purificad vuestros corazones». El corazón representa lo que hay dentro de la persona —sus pensamientos, motivaciones y deseos—, es decir, la esencia de su ser. El apóstol Santiago le dice a cualquiera que sea genuinamente humilde y que desee estar bien con Dios que debe tratar con su ser legítimo, el corazón, que está tan corrompido y engañado por el pecado. El pecador humilde escuchará y obedecerá palabras como las de Ezequiel: «Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo» (Ezequiel 18:31). 

Las manos limpias y el corazón puro son rasgos esenciales para cualquiera que se considere entre los humildes. Si no se ha sometido a Dios, no tendrá estos rasgos; por lo que debe prestar atención a las órdenes de Santiago. Si es usted uno de los humildes, querrá mantener una relación cercana con el Señor. Para usted, por lo tanto, es crucial recordar lo que el apóstol Juan promete en 1 Juan 1:9: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad». 

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Sugerencias para la oración: Ore para que todos sus pensamientos y acciones de hoy sean puros y agradables para el Señor. 

Para un estudio más profundo: Lea Isaías 55. ¿Qué dice acerca del corazón y la vida transformados? 

* Memorice los versículos 6 y 7.

05 de Marzo

La cercanía de Dios 

«Él se acercará a vosotros». 

SANTIAGO 4:8 

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Dios se acercará a los que son verdaderamente humildes, los que por fe buscaron estar cerca de Él. 

Una de las mayores promesas en la Biblia es que Dios responde a los humildes y se acerca a ellos. Esas personas anhelarán una cercanía a Dios por la cual puedan conocerlo, amarlo, aprender su Palabra, alabarlo, orarle y tener comunión con Él. En resumen, los humildes han de ser verdaderos adoradores, aquellos que «adoran al Padre en espíritu y en verdad» (Juan 4:23).

Juan 4:23 concluye con la declaración, «porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren». Esto es un fuerte indicio de que Dios quiere tener una relación con los humildes, lo que significa que responderá a nosotros. Esta idea del Señor alcanzándonos y respondiendo a nuestra humilde obediencia también la vemos en el Antiguo Testamento cuando David instruyó a Salomón: «Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre» (1 Crónicas 28:9). 

El principio del acercamiento de Dios a los humildes está ilustrado por la parábola de Jesús acerca del hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Primero, el hijo pródigo manifiesta humildad y arrepentimiento: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo» (vv. 18-19). Luego, su comportamiento muestra un deseo de acercarse a Dios: «levantándose, vino a su padre» (v. 20). Por último, está la imagen de Dios acercándose a nosotros: «cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó» (v. 20). 

Es posible que usted no se encuentre en la misma situación que el hijo pródigo, pero recibirá la misma respuesta de Dios si se ha acercado humildemente a Él con fe y lo ha adorado en espíritu y en verdad. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios lo ayude a ser un verdadero adorador suyo. 

Para un estudio más profundo: Lea y medite en el Salmo 40. ¿Qué verdades encontró David acerca de la cercanía de Dios?

04 de Marzo

Busque la cercanía a Dios 

«Acercaos a Dios». 

SANTIAGO 4:8 

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Los sinceramente humildes desean una relación más cercana con Dios. 

La palabra «acercarse» era originalmente asociada con el sacerdocio en Israel. Bajo las regulaciones del Antiguo Pacto, los sacerdotes representaban a las personas delante de Dios. Antes de acercarse a la presencia de Dios, el sacerdote tenía que lavarse físicamente y estar ritualmente limpio. Eso significaba que tenía que bañarse, usar las vestimentas adecuadas y ofrecer sacrificios que hacían que su corazón estuviera en armonía con Dios. Una vez listo, podría acercarse a Dios en nombre del pueblo. 

A fin de cuentas, la palabra hebrea para acercarse tenía que ver con cualquier persona que se acercara a la presencia de Dios en adoración y oración. El término llegó a ser sinónimo incluso de aquellos cuyos corazones estaban lejos de Dios cuando lo «adoraban». Por ejemplo, Isaías 29:13 dice: «Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado». 

Sin embargo, el creyente sincero, aquel que verdaderamente se humilló delante de Dios, sabe que Él quiere que los fieles se acerquen con corazones puros y verdaderos: «acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura» (Hebreos 10:22). Esto aplica el lenguaje del sistema ritual veterotestamentario y lo que nos dice es que a medida que los sacerdotes se preparan para estar cerca de Dios, nosotros debemos prepararnos espiritualmente para adorarlo. 

Hasta ahora, este mes hemos visto que la persona humilde acudirá a Dios en busca de salvación, se someterá a Él como Señor y asumirá una posición en contra del diablo. Pero la persona verdaderamente humilde verá que su relación con Dios es inherentemente más que esas acciones. Si usted dice ser uno de esos humildes, alguien que tiene una relación de salvación con el Padre a través del Hijo, asegúrese de que también se ponga de acuerdo con el salmista Asaf: «Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras» (Salmos 73:28). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su gracia y su misericordia salvadora, lo que facilitó que tuviéramos una relación cercana con Él. 

Para un estudio más profundo: Lea Hebreos 4. ¿A qué tipo de reposo se está refiriendo el escritor? 

* ¿Cómo se compara eso con el reposo que el pueblo de Israel buscaba en el tiempo de Josué?

03 de Marzo

De pie contra el diablo 

«Resistid al diablo, y huirá de vosotros». 

SANTIAGO 4:7b 

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Cualquiera que posea humildad bíblica adoptará una postura inflexible contra Satanás. 

El diplomático o político exitoso es bastante hábil en el arte de transigir y encuentra el punto de equilibrio en varios temas. Pero esa habilidad es un obstáculo cuando se refiere a determinar su posición ante Dios. Si humildemente, por la fe y el arrepentimiento, se somete a la autoridad de Dios, al instante se encontrará como enemigo de Satanás. Usted está en el reino de Dios y bajo su señorío o está en el reino de Satanás y bajo su autoridad. Es imposible tener un pie en cada reino y servir a los gobernantes de ambos reinos. 

«Resistir al diablo» nos da una idea de lo que significa ser enemigo de Satanás. «Resistir» significa «asumir una posición en contra» de la persona de Satanás y de todo su sistema, que incluye todo lo que hace y representa. Tal resistencia es completamente opuesta a la posición que la persona tenía antes de someterse a Dios. Efesios 2:1-2 nos recuerda cuál era esa posición: «[Ustedes estaban] muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire [Satanás]». En ese momento, usted no tenía poder para resistir al diablo ni deseo alguno de servir a Dios, porque era esclavo de Satanás y su sistema (Hebreos 2:14-15). 

Sin embargo, todo eso puede cambiar y cambiará si humildemente abandona su lealtad al reino de Satanás y se somete al reino de Dios. En el versículo de hoy, el apóstol Santiago le promete que, como parte de esa lealtad cambiada, automáticamente estará en posición de defenderse contra Satanás. En el momento en que abandone el dominio de Satanás, este huirá de usted. 

Muchos cristianos suponen, erróneamente, que Satanás es mucho más poderoso de lo que en verdad es. Pero si usted comprende la promesa de Santiago sabrá que tiene abundantes recursos espirituales para manejar las vacías amenazas de Satanás. Ser humilde ante Dios no implica debilidad ante Satanás. Dios lo capacita para que permanezca firme y para que pueda resistir. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por la riqueza de recursos espirituales que le brinda con el objeto de que se levante contra el diablo. 

Para un estudio más profundo: Lea Efesios 6:10-18. Haga una lista de las armas espirituales que Dios nos ha dado. 

¨* Elija una de ellas, lea y estudie más sobre ellas para mejorar y aplicar lo aprendido.

02 de Marzo

Bajo la autoridad de Dios 

«Someteos, pues, a Dios». 

SANTIAGO 4:7a 

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Los que son verdaderamente humildes se someten a la autoridad de Dios. 

La mayoría de las personas comprende los requisitos básicos del servicio militar. Lo primero que alguien experimenta cuando se enrola es su rango en la cadena jerárquica bajo el mando del oficial. Implícito en esa alineación —bajo la dirección de un superior— es que el soldado, tripulante, aviador o marinero cumpla obedientemente todo lo que se le ordene que haga. 

Sin embargo, el ejército no es el único escenario en el que se aplica el concepto de sujeción. Santiago 4:7 usa el término «someter» en el ámbito mucho más importante de nuestra relación con Dios. Debemos someternos a Él y someternos a la autoridad soberana del Señor Jesucristo. Este es el requisito básico para cualquiera que sea humilde ante Dios. Dado que las Escrituras a menudo usan términos militares para describir nuestro servicio a Dios (Filipenses 2:25; 2 Timoteo 2:3), es apropiado vernos a nosotros mismos enlistándonos en el ejército de Dios, obedeciendo voluntariamente sus mandamientos y siguiendo su liderazgo. 

Este tipo de sumisión humilde y voluntaria a la autoridad de Dios es a lo que Jesús se refería cuando les dijo a los discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23). Este concepto de sumisión simplemente significa hacer la voluntad de Dios desde lo más profundo del corazón, sin importar el costo. 

La historia del joven y rico gobernante proporciona una buena vara de medir en lo que respecta a nuestra sumisión a Dios. Después de que el joven profesó la obediencia a la ley de Dios, Jesús lo puso a prueba aun más al ordenarle que fuera y vendiera todo lo que poseía y se lo diera a los pobres, de modo que tuviera tesoro en el cielo; y luego lo siguiera (ver Marcos 10:21). En ese momento, el joven no estaba dispuesto a obedecer a Jesús. Al contrario, «se fue triste, porque tenía muchas posesiones» (v. 22). 

¿Cómo hubiera reaccionado usted? ¿Habría obedecido de manera voluntaria al mandato de Jesús o hubiera permitido que su orgullo le impidiera someterte a Él? Si se ha alineado humildemente bajo la autoridad de Dios, la respuesta apropiada no es difícil. 

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Sugerencias para la oración: Pídale al Señor que le recuerde, a lo largo de este día, la necesidad que usted tiene de someter todo lo que haga a su autoridad. 

Para un estudio más profundo: Lea el relato de Hechos 9:1-22 acerca de la conversión del apóstol Pablo a Cristo. ¿Qué nota sobre su obediencia y humildad? 

* ¿Qué es digno de mención sobre el comportamiento de Ananías?

01 de Marzo

Gracia al humilde 

«Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes». 

SANTIAGO 4:6 

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Una persona no puede salvarse a menos que acuda a Dios con una actitud humilde. 

El versículo de hoy es un desafío y una promesa para cualquiera que no esté seguro de su salvación o que piense que es salvo, pero no está a la altura de las pruebas de fe que se citan en la epístola de Santiago. Incluso los peores rasgos de carácter pecaminosos —como confiar en la sabiduría mundana, la enemistad contra Dios, la codicia, los deseos carnales y egoístas—, no compiten con la abundante gracia de Dios. 

La clase de gracia a la que se refiere Santiago es simplemente la gracia salvadora de Dios: el favor inmerecido de su perdón y su amor otorgado a todo tipo de pecadores. En ese favor se incluyen la promesa del Señor en cuanto al Espíritu Santo, el entendimiento de la Palabra de Dios, el cielo y todas las bendiciones espirituales. Tal gracia está a la disposición de todos los que acudan a Cristo con fe. Nada en este universo puede evitar que la persona verdaderamente humilde y arrepentida reciba la gracia; ni la fuerza del pecado y la depravación, ni el poder de Satanás, ni el impulso de la carne, ni siquiera el poder de la muerte. 

Las Escrituras a menudo vinculan la humildad con la fe salvadora. Es por eso que Santiago citó Proverbios 3:34 («Dios se opone a los orgullosos») para apoyar su punto en el versículo 6. En el Evangelio de Mateo, Jesús nos dice: «De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (18:3). 

Si está confundido o duda sobre su salvación, pregúntese: «¿Me he sometido humildemente a Dios con fe y arrepentimiento?». Si se ha humillado ante Dios, ¡regocíjese! Usted es, por definición, creyente; uno de los humildes. De lo contrario, debe orar con la actitud del recaudador de impuestos que se menciona en Lucas 18:13: «Dios, sé propicio a mí, pecador». Y reciba su abundante gracia. ___ 

Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su gracia constante que derrama sobre aquellos que son humildes delante de Él. 

Para un estudio más profundo: Lea Santiago 1—2. ¿Qué pruebas de fe verdadera se discuten allí? 

* ¿Cómo debemos responder a cada una de ellas? 

* Reflexione en su respuesta a esos problemas en el pasado. ¿Cómo podría usted mejorar?

29 de Febrero

Crezca en el conocimiento de Dios 

«Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová». 

JEREMÍAS 9:24 

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A menos que tengamos una relación personal con Él, no lo conocemos realmente.

Hemos estudiado muchas verdades acerca de Dios este mes pero, conocer simplemente esos hechos no es suficiente. Conocer hechos acerca de Dios no significa necesariamente conocerlo a Él, como tampoco conocer la historia de los Estados Unidos significa que conoce a Abraham Lincoln. Algunos de los teólogos más doctos de la historia, con una gran comprensión de los hechos acerca de Dios, no tenían fe en Dios. Sabían acerca de Dios, pero Cristo les dirá en el día del juicio: «Nunca os conocí; apartaos de mí» (Mateo 7:23)

La esencia de conocer a Dios es la relación. Dios es un ser relacional y nos ha hecho relacionales también, para que podamos conocerlo. Y al igual que las relaciones humanas, conocer a Dios requiere tiempo y dedicación. 

Por supuesto, el primer paso para conocer a Dios es la salvación. Cuando no éramos salvos, éramos enemigos de Dios (Romanos 5:10), pero ahora somos sus amigos (Juan 15:14-15). Una vez comenzada, esta amistad se cultiva estudiando la Biblia y orando. Dios nos comunica lo que tiene en su corazón a través de su Palabra y nosotros le comunicamos lo que tenemos en nuestros corazones a Él en oración. 

Nuestra comunión con Dios se ve obstruida por la negligencia. Veamos un paralelo, si usted nunca habla con su mejor amigo, la amistad sufrirá. El pecado también daña nuestra relación con Dios porque nos aleja de Él. Por tanto, debemos eliminar todo lo que pueda obstaculizar esa relación confesando continuamente nuestros pecados (1 Juan 1:9), estudiando diligentemente su Palabra (Esdras 7:10) y dedicándonos a la oración (Colosenses 4:2). 

Todo esto debe hacerse con un ferviente deseo de conocerlo. Debemos tener la disposición de Pablo cuando afirmó: «Aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo» (Filipenses 3:8), y la de David cuando dijo: «Tu rostro, oh Señor, buscaré» (Salmos 27:8). Entonces creceremos «en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3:18). 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios fortalezca su deseo de conocerlo. 

Para un estudio más profundo: Lea el Salmo 42. ¿Cuál era la pasión del salmista?  * ¿Qué caracterizó su vida a pesar de sus problemas?

28 de Febrero

La gloria de Dios en Cristo 

«Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad». 

JUAN 1:14 

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Cristo mostró la gloria de Dios en la tierra y lo hará de nuevo cuando regrese.

Después de ver su gloria en las Escrituras, debemos responder en adoración y justicia. Desde la eternidad pasada Cristo tuvo la gloria de Dios. Él es «el resplandor de su gloria [de Dios], y la imagen misma de su sustancia» (Hebreos 1:3). Él oraba: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» (Juan 17:5). 

Cristo también mostró la gloria de Dios en la tierra. Muy a menudo parecía un hombre común, pero una noche se les apareció con gran gloria a Pedro, Santiago y Juan (Lucas 9:28-36). «Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente» (v. 29). Moisés y Elías también se presentaron y le hablaron, y los discípulos «vieron la gloria de Jesús» (v. 32).

Cuando regrese, vendrá «sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mateo 24:30), para alegría de su pueblo y para terror de aquellos que lo rechazan. Su gloria llenará toda la tierra (Números 14:21), y toda la creación lo adorará. 

¿Cuál debe ser nuestra respuesta a la gloria de Dios? Al igual que los ángeles que cantan, «gloria a Dios en lo más alto» (Lucas 2:14), debemos darle alabanza. Además, al ver su gloria, debemos cambiar: «Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:18). Al mirar a Dios, el Espíritu Santo nos convence de pecado y nos ayuda a crecer y a vivir píamente. Como «hijos de Dios», resplandeceremos «como luminares en el mundo» (Filipenses 2:15). 

El propósito de toda la creación es glorificar a Dios. Así como un espejo que refleja la luz, debemos reflejar su gloria ante Él y ante el mundo pecaminoso. Trate de vivir una vida santa para que ese reflejo brille tan resplandecientemente como sea posible, y haga que su deseo sea glorificarlo en todo lo que haga. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por la esperanza de gloria que tenemos mientras esperamos el regreso de Cristo (Tito 2:13). 

* Pida que su vida refleje resplandecientemente la gloria de Dios hoy. 

Para un estudio más profundo: Lea acerca de la gloria de Dios en el cielo, en Apocalipsis 21:1 a 22:5. ¿Cómo se muestra su gloria?

27 de Febrero

La gloria de Dios 

«Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». 

SALMOS 19:1 

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La gloria de Dios es el resplandor de todo lo que Él es. 

En la visión que Isaías tuvo con el cielo, los ángeles gritaban: «Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria» (Isaías 6:3). ¿Qué es exactamente la gloria de Dios? Abarca todo lo que Él es, el resplandor de sus atributos y su naturaleza divina. 

Moisés le dijo a Dios: «Te ruego que me muestres tu gloria» (Éxodo 33:18), y el Señor respondió: «Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente» (v. 19). A Moisés no se le permitió ver el rostro de Dios, que es la esencia de su ser: «No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá» (v. 20). Pero se le permitió ver la espalda de Dios, lo que representa el resplandor de su gloria. 

Es probable que el resplandor de Dios sea como el del sol. Solo vemos la luz que sale de él. Si nos acercamos demasiado a su gloria, nos consumiríamos. Ahora imagínese, si el sol es tan brillante, ¿cómo ha de ser Dios? Su gloria vista en la creación es solo un tenue reflejo de su carácter. 

Dios mostró su gloria muchas veces en las Escrituras. Se representó a sí mismo como una gran nube blanca de día y una columna de fuego por la noche mientras dirigía a Israel por el desierto (Éxodo 13:21). Después de que se construyó el tabernáculo, «una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo» (Éxodo 40:34). Años más tarde, llenó el templo de una manera similar (1 Reyes 8:10-11). Esa manifestación de la gloria de Dios sirvió como punto focal de la adoración para Israel. 

Dios se toma su gloria muy en serio. Él dijo: «A otro no daré mi gloria» (Isaías 42:8). No debemos robarle la gloria a Dios volviéndonos orgullosos y arrogándonos el crédito por las cosas buenas que Él ha hecho. En vez de tomar la gloria de Dios, diga con David: «Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre para siempre» (Salmos 86:12). 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por su gloria y su majestad. 

Para un estudio más profundo: Lea Daniel 4, la historia de un hombre poderoso que no le dio la gloria a Dios. ¿Qué caracterizó a Nabucodonosor en los versículos 30 y 37?

26 de Febrero

Dios es fiel para mantenernos 

«Fiel es el que os llama, el cual también lo hará». 

1 TESALONICENSES 5:24

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Dios es fiel perdonando nuestros pecados y asegurando nuestra salvación.

Hemos aprendido que Dios nos guarda de la tentación, pero ¿qué sucede cuando no confiamos en Dios y nos rendimos al pecado? Juan tiene la respuesta: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9). El Señor dice en Jeremías 31:34: «Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado». Dios ha prometido perdonar y es fiel para hacerlo. 

La fidelidad de Dios se destaca especialmente en la preservación de su pueblo para la gloria. Él asegura nuestra salvación. Pablo dice: «Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6). Dios nos preservará para que podamos ser «guardado[s] irreprensible[s] para la venida de nuestro Señor Jesucristo» porque Él es «fiel» (1 Tesalonicenses 5:23-24). 

Hubo una vez un niño cuyo padre lo dejó en una esquina de la calle del centro y le dijo que esperara allí hasta que regresara en aproximadamente media hora. Pero el auto del padre se averió y no pudo conseguir un teléfono. Cinco horas pasaron antes de que el padre lograra regresar, por lo que pensó que su hijo estaría asustadísimo. Pero cuando el padre regresó, el niño estaba de pie frente a la tienda de la esquina, mirando por la ventana y balanceándose sobre sus talones. El padre lo abrazó, se disculpó y dijo: «¿No estabas preocupado? ¿Pensaste que nunca regresaría?». El niño respondió: «No, papá. Sabía que vendrías. Dijiste que lo harías». 

Dios siempre es fiel a sus promesas. El padre de esa historia no pudo cumplir su promesa debido a circunstancias que estaban fuera de su control. Pero Dios puede vencer cualquier circunstancia para cumplir su palabra. Con una fe sencilla como la de ese niño, siempre podemos decir: «Sabía que lo harías, Dios. Dijiste que lo harías». 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que le dé una fe sencilla para confiar en Él, cualquiera sea la situación. 

Para un estudio más profundo: David se regocija en la fidelidad de Dios en el Salmo 103. Haga una lista de todas las formas en que Dios muestra su fidelidad en este salmo.

25 de Febrero

Dios es fiel para cuidar de nosotros 

«Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor». 

1 CORINTIOS 1:9 

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Dios es completamente fiel para hacer lo que ha prometido. 

Vivimos en tiempos de infidelidad, ¿no es así? Algunos cónyuges son infieles a sus votos matrimoniales. Los niños, a menudo, son infieles a los principios enseñados por sus padres. Los padres, con frecuencia, son infieles para satisfacer las necesidades de sus hijos. Todos, demasiadas veces, somos infieles a Dios.

Solo Dios es siempre fiel, un hecho que a menudo se celebra en las Escrituras: «Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel» (Deuteronomio 7:9). «Jehová ... y tu fidelidad alcanza hasta las nubes» (Salmos 36:5). «Grande es tu fidelidad» (Lamentaciones 3:23). 

Observemos algunas áreas en las cuales Dios es fiel a nosotros. Primero, es fiel en cuanto a cuidarnos. Pedro dice: «Encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien» (1 Pedro 4:19). La palabra traducida «encomienden» es un término que habla de algo que se entrega para que lo cuiden. Debemos entregar nuestras vidas a nuestro «Creador fiel», que es el más capaz de cuidarnos porque nos creó. «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19). 

Dios también es fiel al ayudarnos a resistir la tentación: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Corintios 10:13). Ningún creyente puede afirmar legítimamente que fue abrumado por la tentación o que «el diablo me obligó a hacerlo». Cuando nuestra fidelidad es probada, tenemos la propia fidelidad de Dios como nuestro recurso. «Fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal» (2 Tesalonicenses 3:3). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su fidelidad al cuidar de usted y protegerlo de la tentación. 

Para un estudio más profundo: Dios le prometió un hijo a Abraham y, finalmente, le dio a Isaac. Pero le hizo una petición extraña. Lea Génesis 22:1-18 y Hebreos 11:17-19. ¿Cómo mostró Abraham su confianza? 

* ¿En qué áreas tiene usted problemas para confiar en Dios?

24 de Febrero

Dios es veraz 

«El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz». 

JUAN 3:33 

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Como Dios es veraz en todo lo que hace, podemos confiar en Él y en su Palabra.

La veracidad de Dios se enseña a menudo en las Escrituras. Balaam, aunque no era un hombre justo, entendió bien: «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» (Números 23:19). Samuel le dijo al rey Saúl que Dios «no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta» (1 Samuel 15:29). Pablo nos dice: «Dios, que no miente» (Tito 1:2), y «Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso» (Romanos 3:4). Jesús dice que el Espíritu Santo es el «Espíritu de verdad» (Juan 14:17; 15:26; 16:13). 

Debido a que Dios es veraz, y «toda la Escritura es inspirada por Dios» (2 Timoteo 3:16), se infiere que su Palabra es completamente verdadera. El salmista dice: «La suma de tu palabra es verdad» (Salmos 119:160), y Jesús afirma: «Tu palabra es verdad» (Juan 17:17). La Biblia —y, por lo tanto, Dios mismo— está constantemente bajo el ataque de los críticos. Estos dicen que Dios no existe. Pero la Biblia declara: «Dice el necio en su corazón: No hay Dios» (Salmos 14:1; 53:1). Ellos afirman que el mundo llegó a existir por sí mismo. Pero las Escrituras indican: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1). Ellos dicen que los milagros de la Biblia nunca sucedieron. Pero la Palabra de Dios afirma que Jesús vino con «maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él» (Hechos 2:22). 

Trate la Biblia por lo que es: la propia palabra de Dios. No niegue nunca su veracidad, ni en su forma de pensar ni en su vida. Al contrario, procure «con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios que Él y su Palabra son absolutamente veraces y confiables. 

* Si ha negado la veracidad de la Biblia, ya sea en sus pensamientos o en hechos, ore por el perdón y la comprensión de lo que la Biblia tiene que decir. 

Para un estudio más profundo: Lea 2 Timoteo 3:16-17. ¿Qué cualidades útiles son inherentes a la Palabra de Dios? Medite en esto y piense en algunas maneras en que puedan y deban afectar su comportamiento.

23 de Febrero

La ira de Dios 

«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad». 

ROMANOS 1:18 

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Dios odia el pecado y juzgará a los pecadores que no se arrepientan. 

Ahora llegamos a un tema que es probable que no sea muy grato para discutir, pero es esencial si queremos tener una comprensión correcta de Dios, se trata de la ira de Dios. La idea de un Dios iracundo va en contra del ilusorio pensamiento de la naturaleza humana caída. Incluso gran parte de la evangelización actual solo se refiere a las alegrías y las bendiciones de la salvación, y no menciona que los que permanecen sin Dios están bajo su ira (Efesios 2:3). 

Los atributos de Dios, en la perfección divina, son equilibrados. Si no tuviera ira justa, no sería Dios, así como no lo sería sin su amor misericordioso. Él ama perfectamente la rectitud y odia perfectamente el mal (Salmos 45:7). 

Sin embargo, la ira de Dios no es como la nuestra. La palabra griega —que se usa en el Nuevo Testamento— para expresar la ira de Dios se refiere a una indignación rotunda y determinada. Dios no «pierde el control», aun cuando nosotros tendemos a ser emocionales y a descontrolarnos por nuestra ira. 

Dios expresó su ira a la humanidad pecaminosa muchas veces, en épocas pasadas. Una vez, destruyó a toda la humanidad —excepto a Noé y su familia— en el gran Diluvio (Génesis 6 y 7). Destruyó a Sodoma y Gomorra por sus pecados (Génesis 18 y 19). El Señor le dijo al Israel infiel: «He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán» (Jeremías 7:20). 

Algunas personas piensan neciamente que el Dios del Antiguo Testamento era un Dios de ira y el del Nuevo Testamento es un Dios de amor, pero su ira se enseña con la misma claridad en el Nuevo Testamento. Jesús dice: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3:36). En los tiempos del fin, Jesús volverá «para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Tesalonicenses 1:8). Dios es el mismo Dios, y siempre odiará al pecado. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por su justo odio al pecado. 

Para un estudio más profundo: Lea más sobre la ira de Dios en Romanos 1:18—2:16. ¿Qué causa específicamente su ira? 

* ¿Cómo muestra su ira a los injustos?

22 de Febrero

Sea misericordioso 

«Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso». LUCAS 6:36 

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Como recibimos la misericordia de Dios, estamos obligados a mostrar misericordia a los que tienen necesidades físicas o espirituales. 

Jesús mostró su misericordia muchas veces cuando se dedicaba a sanar personas y a expulsar demonios. «Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! ... Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron» (Mateo 20:30, 34). También vemos que se conmovió profundamente en espíritu y lloró cuando vio el dolor causado por la muerte de Lázaro (Juan 11:33-36). 

Su mayor misericordia se mostró, sin embargo, a aquellos que tenían necesidades espirituales. No solo sanó a un paralítico, sino que perdonó sus pecados (Lucas 5:18-25). También oró por sus verdugos, cuando dijo: «Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). 

Podemos mostrar misericordia a través de nuestros actos físicos. Juan dice: «Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (1 Juan 3:17-18). 

También debemos mostrar misericordia en lo espiritual. Debido a que hemos experimentado la misericordia de Dios, debemos tener una gran preocupación por aquellos que no la han vivido. Mostramos misericordia espiritual cuando proclamamos el evangelio salvador de Jesucristo a los inconversos y cuando oramos para que Dios les muestre su misericordia. 

También mostramos misericordia espiritual cuando confrontamos —de modo amoroso— a los cristianos pecadores: «Si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre» (Gálatas 6:1). Los cristianos pecadores traen oprobio a Cristo, por lo que caerán bajo la disciplina de Dios. En tales casos, es incorrecto no decir nada y dejar que el daño continúe.

Dios nos ha prometido, en Mateo 5:7, que recibiremos misericordia de Él si somos misericordiosos con los demás. Si hemos recibido la misericordia ilimitada de nuestro amoroso Dios, ¿cómo podemos negarle la misericordia a los demás? 

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Sugerencias para la oración: Ore para que hoy pueda mostrar misericordia. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 23:37-39. ¿Cuál era la condición de Jerusalén en el versículo 37? 

* ¿De qué manera intensifica eso la naturaleza de la compasión y la misericordia de Cristo por su pueblo?.

21 de Febrero

La gran misericordia de Dios 

«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos». 

1 PEDRO 1:3 

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Debido a su misericordia, Dios desea sacar a los pecadores de su lamentable condición. 

Hace varios años pasé alrededor de una semana en India. Cada día veía innumerables personas enfermas por inanición, viviendo en las calles sucias. No pude evitar sentir compasión por las personas que vivían en esa miseria. 

En un sentido espiritual —sin embargo— antes de que Dios nos salvara, éramos más patéticos que cualquier mendigo en las calles de India. Espiritualmente, nosotros estábamos «muertos en [nuestros] delitos y pecados ... y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)» (Efesios 2:1, 3-5). Dios vio nuestra miserable condición y fue movido a hacer algo al respecto. 

¿Cómo se compara la misericordia con la gracia? La misericordia respeta la miserable condición del ser humano; la gracia tiene respeto por la culpa del hombre, que ha causado esa condición. Dios nos da misericordia para cambiar nuestra condición y nos da gracia para cambiar nuestra posición. La gracia nos lleva de la culpa a la absolución; la misericordia, de la desdicha a la gloria. 

¿No le alegra bastante saber que Dios no solo eliminó su culpa sino que también lo miró y tuvo compasión de usted? Y aún no ha terminado de extendernos su misericordia, como indica el profeta Jeremías: «Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad» (Lamentaciones 3:22-23). Además de que siempre podemos acercarnos «confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su gran misericordia, por el perdón y las bendiciones que tiene como hijo suyo. 

Para un estudio más profundo: Lucas 15:11-32 contiene la famosa parábola del hijo pródigo, una ilustración conmovedora de la amorosa compasión de Dios. ¿Cuál era la condición del hijo cuando regresó? 

* ¿Cuál fue la reacción de su padre? 

* ¿Cómo nos responde Dios cuando nos dirigimos a Él en arrepentimiento y humildad?

20 de Febrero

La medida de gracia 

«Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia». 

ROMANOS 5:20 

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Dios derrama gracia sobre los pecadores que se arrepienten. 

¿Alguna vez pecó de una manera tan terrible que pensó que Esta vez sí lo arruiné? ¿Querrá Dios perdonarme ahora? A veces es fácil dejar que nuestros pecados pasados sean una carga para nosotros, incluso después de confesarlos y arrepentirnos. Pablo ofrece consuelo para aquellos que se sientan así, consuelo que se basa en el poder y la medida de gracia divina para nosotros. 

Antes de que se convirtiera, Pablo (entonces conocido como Saulo) persiguió a la iglesia sin piedad (ver Hechos 8:3 y 9:1- 2). Era «un blasfemo, perseguidor e injuriador» (1 Timoteo 1:13, ver también Gálatas 1:13). Si alguien podía estar más lejos de la gracia, era Pablo. 

Sin embargo, Dios intervino y lo salvó (Hechos 9:3-19). ¿Por qué? «Pero por esto», dice Pablo, «fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero [de los pecadores] toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna» (1 Timoteo 1:16). Si Dios perdonó a Pablo, perdonará a cualquiera que confiese sus pecados y se arrepienta. Si mostró gracia abundante a un incrédulo agresor, también derramará gracia sobre sus hijos arrepentidos. 

Dios no es tacaño con la gracia. Pablo alaba la «gracia, con la cual [Dios] nos hizo aceptos en el Amado» (Efesios 1:6), gracia «que hizo sobreabundar para con nosotros» (vv. 7-8). Hablando de la gracia sustentadora, Pablo dice: «Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra» (2 Corintios 9:8). Observe las palabras que Pablo usa: «toda gracia», «abunde», «todo lo suficiente», «todo», «toda buena obra». La gracia de Dios es inagotable, tanto que las palabras no pueden expresarla a plenitud. 

Los grandes pecados requieren de una gran gracia, pero Dios otorgará una gracia supremamente abundante a aquellos que buscan el perdón, porque «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20). No deje que sus pecados pasados le pesen; aprenda a descansar sobre la gracia superabundante de Dios. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que le enseñe a comprender su gracia más plenamente y le ayude a olvidar «lo que queda atrás» (Filipenses 3:13). 

Para un estudio más profundo: Lea Romanos 6. ¿Cuál es el argumento que Pablo usa aquí? 

* ¿Cómo vamos a vivir ahora que hemos recibido la gracia de Dios?

19 de Febrero

El significado de la gracia 

«Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad». ÉXODO 34:6 

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La gracia de Dios es el favor inmerecido que muestra a los pecadores. 

La gracia de Dios siempre ha sido un foco de alabanza para los creyentes. El versículo de hoy es citado varias veces en el libro de los Salmos y en otras partes de las Escrituras (por ejemplo, Nehemías 9:17, 31; Salmos 86:15; 103:8; 145:8). Pablo se muestra agradecido por la abundante gracia de Dios en 1 Timoteo 1:14 y Juan escribe: «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia» (Juan 1:16). Hoy algunos de nuestros himnos favoritos son «Gracia admirable», «Lluvias de gracia» y «Maravillosa gracia». 

¿Qué es exactamente la gracia? Es simplemente el favor gratuito, inmerecido y no merecido que recibimos de Dios. Es un regalo dado por Dios no porque lo merezcamos, sino solo porque Dios —por su gran amor— quiere dárnoslo. 

La gracia es evidente para los cristianos en dos maneras principales. La primera es por elección, salvación o don. Dios «quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos» (2 Timoteo 1:9). «Por gracia [somos] salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2:8). Esta es la gracia de Dios para los pecadores, porque «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20). 

La otra manera en que la gracia se manifiesta en nuestras vidas es en forma de gracia habilitadora o sustentadora. No solo recibimos gracia para ser salvados; ahora vivimos en gracia. Es la gracia de Dios la que nos permite desarrollar la vida cristiana. Cuando Pablo pidió a Dios que le quitara un «aguijón en la carne» que lo debilitaba (2 Corintios 12:7), el Señor le dijo: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (v. 9). Y, en otra parte, Pablo dice: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). 

Recuerde, no nos hemos ganado ni la gracia salvadora ni la sustentadora. Nada de lo que podamos hacer puede hacernos merecedores de un poco más de gracia. Dios dice: «Tendré misericordia de quien tenga misericordia» (Éxodo 33:19). Esta verdad debería hacernos sentir más agradecidos porque nos salvó y nos sostiene a pesar de nuestro pecado. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su gracia al salvarlo y sustentarlo. 

Para un estudio más profundo: Lea Génesis 9:8-19. ¿Cómo extendió Dios la gracia a Noé y a su familia? 

* ¿Cuál fue la señal o símbolo visible?

18 de Febrero

El amor sacrificial de Dios 

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». 

JUAN 3:16 

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El amor de Dios es vicario y sacrificial. 

Hoy continuamos un breve estudio de un tema que trae alegría a cada cristiano: el amor de Dios. Tanto Pablo como Juan llaman a su amor «grande» (Efesios 2:4, 1 Juan 3:1), porque solo un gran amor proporcionaría un sacrificio tal como el que hizo Dios en Cristo. 

Ya hemos visto que el amor de Dios es incondicional, no correspondido y justo. El amor de Dios también es vicario; lleva el dolor de los demás. En una profecía acerca de Cristo, Isaías escribió: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores» (53:4). Cristo soporta nuestras penas terrenales y —lo más significativo aun— soportó el dolor y el castigo por nuestros pecados. 

El verdadero amor es un amor sacrificado que da sin esperar nada a cambio. Dios da muchas cosas buenas a todos y dio el mayor regalo de todos, su Hijo. Como enseña Juan 3:16, el amor fue lo que lo motivó a enviar a Cristo a morir; porque quería proporcionarnos la salvación. 

Insisto, debemos examinarnos tras ver el amor de Dios. Gálatas 6:2 dice: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo». ¿Está usted animando y ayudando a otros cristianos en dificultad? Además, pregúntese si ama sin importar el sacrificio. Algunos «amarán» hasta el punto en que les duela o que les sea conveniente, pero no más. Sin embargo, Jesús nos ordena: «Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos» (Lucas 6:35). El amor no siempre es fácil, pero siempre es lo mejor. 

Se podría decir mucho más sobre el amor de Dios. Incontables libros e himnos han sido escritos al respecto. En estos pocos párrafos solo podemos obtener una comprensión básica. Pero deje que esta introducción sirva como punto de partida para un estudio de toda la vida acerca del amor de Dios. Es uno de los mejores temas que hay en la Biblia; no se lo puede perder 

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Sugerencias para la oración: Ore por fortaleza para soportar las cargas de los demás y amar con amor sacrificial. 

Para un estudio más profundo: Jesús habla sobre su amor por nosotros en Juan 15:9-17. ¿De qué manera debemos responder al amor de Dios? 

* Basado en estos versículos, piense en formas específicas en que pueda mostrar su amor por Dios y por los demás.

17 de Febrero

El amor infalible de Dios 

«El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor». 

1 JUAN 4:8 

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El amor de Dios es incondicional y justo. 

Hoy vemos y escuchamos mucho sobre el amor en los libros, las revistas, la televisión y las películas. Si no conociera eso mejor, pensaría que nuestra sociedad es la más amorosa de la tierra. Sin embargo, gran parte de ese «amor» no es más que lujuria disfrazada de afecto o egoísmo vestido de amabilidad. Pero el versículo de hoy nos dice que «Dios es amor»; el carácter de Dios define el amor. Para aclarar cualquier confusión sobre el amor, solo necesitamos ver quién es Dios. Y luego, por supuesto, tenemos que tratar de amar a los demás como Dios nos ama. 

En primer lugar, el amor de Dios es incondicional y no correspondido. «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). Dios nos amó aun cuando éramos pecadores, no teníamos justicia y no podíamos amarlo ni podíamos hacerlo. Dios no nos ama porque lo merezcamos o porque lo amamos, sino porque su naturaleza es amar.

Sin embargo, que Dios nos ame no significa que consienta el pecado. Así como los padres terrenales disciplinan a los niños que pecan, «Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo» (Hebreos 12:6). El amor verdadero no se entrega a la injusticia, la confronta. Este tipo de amor arduo no siempre es divertido, pero ayuda a mejorar: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (v. 11). 

Estudiaremos más el amor de Dios en la próxima lección, pero ahora es natural que examinemos cómo lo estamos haciendo nosotros para mostrar amor. ¿Es incondicional nuestro amor o no se lo prodigamos a quienes nos lastiman? ¿Amamos solo a los que nos aman? Jesús dice: «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman» (Lucas 6:32). Amar a quienes nos aman es fácil. Cristo amó a los que tenían enemistad con Él, por lo que también espera que amemos a nuestros enemigos. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por su gran amor a nosotros y por su mayor manifestación en la persona de Cristo. 

Para un estudio más profundo: La Primera Carta de Juan tiene mucho que decir sobre el amor de Dios por nosotros y nuestro amor por Él y por los demás. Lea todo el libro, anote cada mención de la palabra amor.

16 de Febrero

La seguridad de la omnisciencia de Dios 

«Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas». 

JUAN 21:17 

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Como Dios sabe todas las cosas, conoce nuestras luchas y nos ayudará a vencer.

 Es reconfortante saber que aun en la inmensidad del universo, no estoy perdido en la insignificancia; Dios me conoce en persona. ¿Se ha preguntado si sabe que usted está ahí? Algunas personas piadosas en la época de Malaquías se lo preguntaron. Malaquías habló palabras de juicio contra los malvados, pero los creyentes fieles temían que Dios los olvidara y que ellos también fueran consumidos por la ira de Dios. «Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve» (Malaquías 3:16-17). Dios tiene un libro y no olvida quién le pertenece. Sé que Dios me conoce y que le pertenezco. 

David también encontró consuelo en la omnisciencia de Dios. Él dijo: «Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?» (Salmos 56:8). Era costumbre que las lloronas contratadas en los funerales en el tiempo de David atraparan sus lágrimas en una botella, tal vez para confirmar que se ganaban el dinero. David sabía que ninguna de sus pruebas pasó inadvertida para Dios. Él no solo sabe de ellas, también se interesa por ellas. 

A veces puede que se sienta frustrado en su caminar cristiano al ver el pecado en su vida. Pero, por dicha para nosotros, Dios sabe que todavía lo amamos a pesar de nuestros defectos. En Juan 21, Pedro siguió tratando de convencer a Cristo de que lo amaba, aunque sus palabras y acciones no siempre lo probaban. Finalmente, Pedro dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo» (v. 17). Pedro apeló a la omnisciencia del Señor. Nosotros podemos hacer lo mismo cuando tropezamos. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por conocer e interesarse por sus luchas. 

Para un estudio más profundo: Lea Job 42:1-6. ¿Qué reconoció Job acerca de Dios? 

* ¿Qué le llevó eso a hacer?

15 de Febrero

Dios sabe todo 

«Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito». 

SALMOS 147:5 

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Dios sabe todo y, por tanto, conoce nuestro pecado. 

A nuestro tiempo presente se le ha llamado «la era de la información». Las computadoras trabajan todo el día almacenando exceso de información de todas las ramas del conocimiento. Y esa avalancha de datos crece cada vez más. Sin la ayuda de tecnología avanzada, podríamos procesar e interpretar solo una pequeña fracción de ella. 

Por el contrario, Dios es omnisciente; Él sabe todo. Nuestra Escritura de hoy dice: «Su entendimiento es infinito». Isaías pregunta: «¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?» (40:13-14). La respuesta a todas esas preguntas es «Nadie». 

Como su conocimiento es infinito, Dios nunca aprende nada, ni olvida nada. Cuando usted ora, no le está diciendo a Dios algo que Él no sepa. Simplemente opta por trabajar a través de nuestras oraciones. 

Dios conoce cada detalle de nuestras vidas. Jesús dice: «Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados» (Lucas 12:7). Dios no tiene que contarlos porque —intrínsecamente — sabe cuántos hay. Él también conoce todos nuestros pensamientos (Isaías 66:18). David dice: «Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda» (Salmos 139:4). En ese mismo salmo, David continúa diciendo: «Aun las tinieblas no encubren de ti» (v. 12). No puede esconder nada del conocimiento de Dios. 

La omnisciencia de Dios debería ser un impedimento para nuestro pecado. Piense en algunos de los males que cometió en su infancia, cuando sus padres no estaban cerca. Nunca hubiera hecho esas cosas delante de ellos porque no quería ser castigado. Y es posible que haya salido con algunas cosas. Pero «Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:14). A pesar de que el castigo eterno por el pecado ha sido pagado por Cristo, Dios todavía nos disciplina cuando pecamos (Hebreos 12:5-11). ¿Hay algo en su vida de lo que se avergonzaría si Dios lo supiera? Si es así, arrepiéntase, porque Él lo sabe. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por su conocimiento infinito. 

Para un estudio más profundo: Lea la alabanza de David por la omnisciencia de Dios en Salmos 139:1-6. ¿Qué áreas específicas del conocimiento de Dios menciona?

14 de Febrero

Nuestra respuesta al poder de Dios 

«Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán». 

ISAÍAS 40:31 

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Confiar en el poder de Dios nos da confianza para vivir como cristianos. 

¿Cuál debería ser nuestra respuesta al poder de Dios? Primero, debemos adorarlo. Nuestra respuesta debe seguir lo que Dios le dijo a Israel: «Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio» (2 Reyes 17:36). 

Comprender el poder de Dios también debería darnos confianza: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). Debido a su fortaleza, podemos desplegar nuestra vida cristiana todos los días con confianza. Dios «es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros» (Efesios 3:20). 

Nuestra esperanza eterna descansa en el poder de Dios. Su poder nos salvó y nos «levantará en el día final» (ver Juan 6:40). Ese día debería ser la gran esperanza del cristiano porque, a pesar de cualquier problema que tengamos en la tierra, nuestro destino celestial está seguro. 

Cuando soy tentado a preocuparme, me reconforta recordar que el poder de Dios es mayor que cualquier problema que tenga. El salmista dice: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmos 121:1-2). El Dios que hizo todo, ciertamente puede encargarse de nuestros problemas. 

El poder de Dios también nos da la victoria espiritual. Pablo nos instruye a «ser fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza» (ver Efesios 6:10). Cuando llega el adversario y usted está en guardia, no pelee contra él; vaya y dígaselo al comandante, el que lidera la batalla. Dios traerá la victoria porque «mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4). Satanás puede ser poderoso, pero no puede competir con Dios. 

Por último, entender el poder de Dios nos da humildad. Pedro nos exhorta a «humillarnos nosotros mismos ... bajo la poderosa mano de Dios, para que él nos exalte en el momento apropiado» (ver 1 Pedro 5:6). Apartados del poder de la gracia de Dios, no somos nada y no podemos hacer nada (ver Juan 15:5). 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por cada una de esas formas en que usa su poder para nuestro beneficio. 

Para un estudio más profundo: Lea el Salmo 121. ¿De qué manera nos muestra Dios su poder?

13 de Febrero

Evidencias del poder de Dios 

«Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza». 

EFESIOS 1:18-19 

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El poder de Dios se ve en la creación, la preservación, la redención y la resurrección. 

Piense en toda la energía que obtenemos del sol y multiplíquela por las innumerables estrellas que habitan en el espacio. Dios, por su gran poder, creó todas ellas sin ningún esfuerzo: «Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca» (Salmos 33:6). Solo habló y fueron hechos. 

El poder de Dios también preserva el universo. Cristo «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Hebreos 1:3), y «todas las cosas en él subsisten» (Colosenses 1:17). El caos se manifestaría si sus manos no sostuvieran el orden de la creación (Salmos 104; Jeremías 31:35-36). 

El poder de Dios fue maravillosamente mostrado en la cruz. Satanás fue sometido, la muerte fue conquistada y la pena por nuestros pecados fue pagada. El evangelio «es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree» (Romanos 1:16). Cuando fuimos salvos, Dios hizo de cada uno de nosotros «una nueva criatura» (2 Corintios 5:17). No solo eso, sino que «el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6). El poder de Dios nos salvó y nos da fuerza para vivir de manera agradable a Él. 

El poder de Dios también se hace evidente en la resurrección. ¿Sabía usted que un día Dios va a resucitar a cada ser humano que alguna vez haya vivido? Los justos serán resucitados a la vida eterna y los injustos a la condenación eterna (Juan 5:28-29; Apocalipsis 20:11-15). Miles de millones de personas, hace tiempo muertas, serán resucitadas. ¡Qué tremendo poder! 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por el poder que ha mostrado en su bella creación. 

* Gracias a Dios que por su poder le hizo una nueva creación y algún día le elevará a la vida eterna. 

Para un estudio más profundo: El Salmo 33 es una canción de alabanza a Dios por su poder y su soberanía. Analice lo que enseña sobre el poder de Dios y léalo como su propia oración de alabanza.

12 de Febrero

Dios tiene poder ilimitado 

«Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos». 

1 CRÓNICAS 29:11 

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Dios tiene poder ilimitado y control definitivo sobre todo. 

No hay límite para el poder de Dios. Apocalipsis 19:6 dice: «El Señor nuestro Dios Todopoderoso reina». De hecho, un nombre hebreo para Dios es El Shaddai (El significa «Dios»; Shaddai significa «todopoderoso»). Otra palabra para «todopoderoso» es «omnipotente». 

Dios puede hacer cualquier cosa sin esfuerzo. Para Él no es más difícil crear un universo que hacer una mariposa. Nos cansamos cuando trabajamos, pero el poder infinito de Dios nunca disminuye: «[El creador de los confines de la tierra] No desfallece, ni se fatiga con cansancio» (Isaías 40:28). 

Dios no solo tiene poder ilimitado sino también la autoridad para usarlo. «Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho» (Salmos 115:3). Pero el poder, la autoridad y la voluntad de Dios están en armonía con su naturaleza. Él no puede pecar, tampoco puede aceptar a los pecadores impenitentes. Tales acciones contradirían su santidad. 

La gente a menudo cuestiona lo que Dios hace porque no entiende que Él puede hacer cualquier cosa que desee. Preguntan: «¿Por qué Dios hizo eso?». A menudo he respondido: «Porque quiso». Él mostró su soberanía —su control definitivo de todo— al conceder misericordia a algunos como Isaac y Jacob, mientras endurecía los corazones de otros como Faraón (Romanos 9:6-21). A aquellos que se oponen al derecho de Dios para controlar tales cosas, Pablo les dijo: «Oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro...?» (vv. 20-21). 

No cuestione nunca el uso que Dios hace de su poder. Él tiene el control y «Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras» (Salmos 145:17). Podemos confiar en que haga lo que haga, es lo mejor. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por su poder y soberanía infinitos. 

Para un estudio más profundo: Lea Isaías 40:21-31. ¿Cómo ha demostrado Dios su poder? ¿Cómo ha demostrado su soberanía? 

* ¿Qué consuelo debería darle eso a usted?

11 de Febrero

Dios siempre está con nosotros 

«Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras». 

SALMOS 145:18 

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Comprender la omnipresencia de Dios debería alentarnos en tiempos de angustia y evitar que pequemos. 

Es un gran consuelo como cristiano saber que Dios siempre está presente en mí, tanto en esencia como relacionalmente. No importa cuál sea la prueba, Él está ahí. A veces puede parecer lejano, pero en realidad no lo está. Su promesa para nosotros es: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13:5). 

Dios siempre está con nosotros para apoyar nuestro servicio a Él. Cuando Dios llamó a Moisés para proclamar su mensaje y sacar a Israel de la esclavitud, Moisés protestó por su falta de habilidades para hablar (Éxodo 4:10). Pero Dios dijo: «Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar» (v. 12). Jesús nos ordena: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones ... y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:19-20). Si duda que tiene el poder para testificar, recuerde que tiene el mismo recurso que cualquier evangelista: ¡la presencia y el poder de Dios! 

La presencia constante de Dios es también un escudo contra el pecado. «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Corintios 10:13). Nada hay que nos tiente que Él no nos dé la fuerza para resistirlo. La omnipresencia de Dios también debería motivarnos a perseguir la santidad. 

La mayoría de nosotros preferimos pecar cuando nadie mira. Pero cuando pecamos, ya sea de pensamiento, palabra o acción, pecamos en presencia de Dios. «Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos» (Proverbios 15:3). «Sus ojos están sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos. No hay tinieblas ni sombra de muerte donde se escondan los que hacen maldad» (Job 34:21-22). No haga nada que no quiera que Dios vea, ¡porque de todos modos lo verá! 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por la comodidad que le brinda a través de su presencia continua. 

Para un estudio más profundo: Hebreos 13:5 es una cita de Deuteronomio 31:6. Lea Deuteronomio 31:1-8. ¿Cuál fue la base de la advertencia de Moisés en cuanto a «ser fuerte y valiente»?

10 de Febrero

Dios está en todos lados 

«Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?». 

1 REYES 8:27 

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Dios está en todas partes; no está confinado por el espacio. 

No importa cuán grande sea el universo, Dios es más grande. Su ser llena todo el infinito. Él es omnipresente, presente en todas partes. Dios dice: «¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?» (Jeremías 23:24). Salomón dijo en la dedicación del templo: «He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener» (1 Reyes 8:27). No hay límites de tiempo ni espacio para su presencia. 

Algunos pueden oponerse a la doctrina de la omnipresencia, diciendo: «¿No es cierto que el pecado en el mundo mancillará a un Dios omnipresente?». No. Dios está en los corazones de los pecadores, convenciéndolos de pecado. También está en el infierno, donde «puede destruir el alma y el cuerpo» (Mateo 10:28). Aunque la esencia de Dios está en todas partes, Él nunca se mezcla con la impureza. De manera similar, Jesús vivió entre pecadores y fue «tentado en todo según nuestra semejanza, pero [estaba] sin pecado» (Hebreos 4:15). 

Isaías exhorta a la gente a buscar «a Jehová mientras puede ser hallado» (55:6); sin embargo, Proverbios 15:29 dice: «Jehová está lejos de los impíos». ¿Cómo puede estar cerca de algunas personas y lejos de los demás cuando está en todas partes todo el tiempo? Para responder a eso, debemos distinguir entre la esencia de Dios y su relación con las personas. Él está en todas partes en su esencia, pero con los individuos específicos está lejos o cerca relacionalmente. Cuando nos convertimos en cristianos, Cristo habita en nosotros. Dios puede llenarnos de su plenitud (Efesios 3:19), y el Espíritu que vive en nosotros también puede llenarnos (1:13; 5:18). Pero antes de que el Espíritu de Dios more en nosotros relacionalmente, su esencia nos convenció de pecado y nos salvó. 

El Antiguo Testamento nos dice que Dios habitó entre las alas de los querubines en el arca del pacto. Ese lugar era un símbolo de la presencia de Dios. Hoy la iglesia representa la presencia de Dios en la tierra. En el Milenio, el gobierno de Cristo en el trono de David en Jerusalén representará la presencia de Dios. En el cielo, su presencia estará representada por el trono de Apocalipsis 4 y 5. Recuerde, sin embargo, que el símbolo de la presencia de Dios nunca restringe su esencia. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios porque es omnipresente y agradézcale por vivir en usted. 

Para un estudio más profundo: ¿Qué enseña el Salmo 139:7-18 acerca de la omnipresencia de Dios? 

* ¿Cuál fue la respuesta de David (vv. 17-18)?

9 de Febrero

Dios no cambia 

«Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán». 

SALMOS 102:27 

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Dios no cambia nunca, por eso se puede confiar en que hará lo que dice. 

Solo Dios es inalterable (o como dicen los teólogos, inmutable). El salmista dice: «Ellos [los cielos y la tierra] perecerán, mas tú permanecerás ... tú eres el mismo, y tus años no se acabarán» (Salmos 102:26-27). Aunque Israel merecía la destrucción por su pecado, Dios fue fiel a su pacto con Abraham, diciendo: «Yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos» (Malaquías 3:6). Santiago llama a Dios «Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (1:17). 

¿Qué pasa con esos versículos que dicen que Dios cambió de opinión (como, Amós 7:3, 6; Jonás 3:10)? Veamos un ejemplo. Jonás advirtió a la malvada ciudad de Nínive de un juicio inminente. La gente se arrepintió de inmediato, de modo que cuando «vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino … se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo» (3:10). ¿Quién cambió? ¡La gente de Nínive! La naturaleza de Dios para castigar el mal y recompensar el bien siguió siendo la misma, pero el objeto cambió. 

Usted no puede culpar al sol por derretir la cera y endurecer la arcilla. El problema está en la sustancia de la cera y la arcilla, no en el sol. De manera similar, nuestra posición ante Dios determina cómo actúa Él con nosotros. 

¿Qué significa eso del carácter inmutable de Dios? Para los incrédulos, significa juicio. Cuando Dios dice: «El alma que pecare, esa morirá» (Ezequiel 18:20) y «la paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23), lo dice en serio. Cuando afirma que el infierno es eterno (Mateo 25:46; Apocalipsis 20:10, 13-15), es porque lo es. 

Para los cristianos, su inmutabilidad significa seguridad. Si Él me amó en el pasado, me ama ahora y me amará siempre. Si me perdonó y me salvó, lo hizo para siempre. Si me prometió algo, su promesa permanece para siempre. Si la Biblia dice: «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta» (Filipenses 4:19), sabemos que el poder que suplió las necesidades de Pablo es el mismo que suplirá las nuestras. Dios le dijo a Israel: «Con amor eterno te he amado» (Jeremías 31:3), por lo que su amor por nosotros es el mismo. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por su inmutabilidad y agradézcale por la seguridad que le brinda. 

Para un estudio más profundo: Encuentre algunas promesas que Dios hace a sus hijos en las Escrituras y pida fe para creer en ellas, aun cuando creer sea difícil.

8 de Febrero

Conviértase en santo 

«Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo». 

1 PEDRO 1:15-16 

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Dios requiere santidad y en Cristo nos proporciona los medios para alcanzarla.

 Como hemos aprendido, Dios es santo, y la santidad absoluta es el estándar para cualquiera que desee estar en su presencia. «Porque … Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que … los entregó a prisiones de oscuridad» (2 Pedro 2:4). Igualmente, los que rechazan a Dios son enviados «al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles» (Mateo 25:41). 

¿Cómo puede alguien llegar a ser santo? Solo hay una manera: a través de la fe en Jesucristo. Es por medio del sacrificio de Cristo por nosotros que Dios puede atribuirnos santidad (2 Corintios 5:21). La Primera Carta a los Corintios 6:11 dice: «Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios». Ahora somos llamados santos, como lo afirma la palabra griega usada en la Escritura para referirse a «santo». 

Así que, por la gracia de Dios, somos posicionalmente santos. Sin embargo —y al contrario— casi nunca lo somos en la práctica. Pero la Biblia indica lo siguiente: «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 Pedro 1:15) y «Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo» (2 Timoteo 2:19). Debemos apartarnos de la manera en que el mundo vive. Necesitamos que los demás sepan que la forma en que viven los cristianos es diferente. 

Cuando llevemos vidas santas, tendremos paz. «No hay paz ... para los impíos» (Isaías 57:21), pero Dios nos disciplina «para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad» (Hebreos 12:10). Y esa disciplina «después da fruto apacible de justicia» (v. 11). Si le falta paz, es probable que haya permitido que el pecado se interpusiera entre Dios y usted. Si es así, siga el ejemplo de David en el Salmo 51:9- 10 y ore por un corazón limpio. También debe pasar tiempo con aquellos que llevan una vida santa (Proverbios 13:20, cf. 1 Corintios 15:33). 

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Sugerencias para la oración: Agradézcale nuevamente a Dios por haberlo hecho posicionalmente santo en Cristo. 

Para un estudio más profundo: Responda las siguientes preguntas, basadas en 2 Corintios 5:14-21: 

* ¿Qué hizo Cristo por nosotros en la cruz? 

* ¿Qué pasó con nosotros cuando fuimos salvos? ¿Cómo deberíamos vivir en consecuencia?

7 de Febrero

La santidad de Dios revelada 

«Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras».

 SALMOS 145:17 

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La santidad de Dios es evidente en todo lo que hace, particularmente en la creación, la ley, el juicio y la salvación. 

Todo el propósito del Antiguo Testamento es revelar la santidad y la justicia de Dios, que es completamente perfecto y puro. De hecho, la palabra hebrea para «santo» se usa más de seiscientas veces en el Antiguo Testamento con el fin de indicar perfección moral. 

¿Cuáles son algunas áreas en las que vemos la santidad de Dios? Primero, la vemos en la perfección original de su creación: «Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera» (Génesis 1:31). Toda la creación estaba en sintonía con el carácter sagrado de Dios. 

Más adelante, Dios instituyó su ley moral para el pueblo de Israel. En ella estableció las reglas referentes al culto y a la sociedad. Prescribió las penas por el asesinato, el adulterio y el robo. Condenó la mentira, la codicia y muchos otros pecados. Había muchas reglas que revelaban un Dios que es infinitamente recto y sin error, defecto o tolerancia por el pecado. La ley mostraba el carácter de Dios: «La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (Romanos 7:12). 

La santidad de Dios será demostrada «cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tesalonicenses 1:7-9). El juicio que Dios ha de hacer con el pecado es un reflejo de su santidad; Él debe castigarlo. 

La suprema expresión de la santidad de Dios es que envió a su Hijo a morir en la cruz (ver Romanos 8:3-4). Dios pagó el precio más alto, el único precio que pudo satisfacer su santidad. Jesucristo es Él mismo «el Santo y justo» (Hechos 3:14); por tanto, solo Él podía «quitar de en medio el pecado» (Hebreos 9:26). La santidad de Dios es tan infinita, y nuestra falta de santidad es tan grande, que solo el sacrificio del Dios-hombre podría pagar la enormidad de nuestro pecado. ___ 

Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios que envió a su Hijo a morir por nuestros pecados, para que podamos ser «santos y sin mancha delante de él» (Efesios 1:4). 

Para un estudio más profundo: Algunas de las leyes de Dios para los israelitas se dan en Éxodo 21 a 23. Considere, en particular, las sanciones por violar esas leyes. ¿Qué le enseña este pasaje sobre el carácter de Dios?

6 de Febrero

Dios es santo 

«No hay santo como Jehová». 

1 SAMUEL 2:2 

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La santidad de Dios significa que Él trasciende todo y es completamente justo y separado del mal. 

La santidad es indiscutiblemente el atributo más significativo de Dios. Los ángeles no cantan: «Eterno, eterno, eterno». Al contrario, cantan: «Santo, santo, santo, es el Señor» (Apocalipsis 4:8, cf. Isaías 6:3). Su santidad resume todo lo que Él es. El salmista dice: «Santo y temible es su nombre» (Salmos 111:9). Moisés canta: «¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad» (Éxodo 15:11). Y Ana ora: «No hay santo como Jehová» (1 Samuel 2:2).

 ¿Qué significa que Dios es santo? La palabra traducida como «santo» en la Biblia proviene de una raíz que significa «separación». El ser y el carácter de Dios trascienden todo lo demás. Él no está sujeto a las flaquezas ni a las limitaciones de su creación. Dios es completamente sin pecado. No solo se conforma a un estándar santo; Él es el estándar. 

La justicia de Dios está relacionada con su santidad. La santidad es el estándar y la justicia es su cumplimiento activo. O podría usted decir que su santidad representa su absoluta separación de todo lo que es pecaminoso y que su justicia es la manifestación de esa santidad. 

David entendió cuán santo y justo es Dios. Por eso dice: «Justo es Jehová en todos sus caminos» (Salmos 145:17), y «tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso» (Salmos 71:19). Por desdicha, muchos malinterpretan por completo la justicia de Dios. Si realmente entendieran cuán santo es Dios, ¿cree que vivirían de la manera en que lo hacen? Pero ignoran el estándar de Dios, pensando que Él realmente no los juzgará porque básicamente —ellos— son buenas personas. Pero «Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días» (Salmos 7:11). 

Como Dios es santo, la pena por cualquier pecado, por pequeño que parezca el mismo, es la muerte (Romanos 6:23). 

No deje que el mundo corrompa su visión de Dios. No trate su pecado a la ligera. Al contrario, confiéselo, olvídelo y trate de complacer a un Dios santo. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que pueda detestar el pecado como lo aborrece Él. 

Para un estudio más profundo: Lea el Libro de Habacuc. ¿Cuáles son los cuestionamientos del profeta? ¿Cuáles son las respuestas de Dios? Estudie en detalle la respuesta de Habacuc en el capítulo 3.

5 de Febrero

Dios es tres 

«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén». 

2 CORINTIOS 13:14 

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Aunque hay un solo Dios, Él existe en tres Personas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. 

Dios es uno, pero Él existe en tres Personas distintas. Llamamos a esto la Trinidad, una contracción de «triunidad», que significa «tres en uno». La palabra Trinidad no aparece en la Biblia, pero la existencia de Dios como tres Personas en un solo Dios es clara en las Escrituras. 

La evidencia del Antiguo Testamento de la pluralidad de Dios se puede encontrar en el primer verso: «En el principio creó Dios…» (Génesis 1:1). La palabra hebrea usada para Dios es Elohim, que es un sustantivo plural. Isaías 42:1 habla del Mesías: «He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones». El Mesías dice en Isaías 48:16: «me envió Jehová el Señor, y su Espíritu». 

El Nuevo Testamento es más explícito sobre la naturaleza triuna de Dios. Después del bautismo de Jesús, el Espíritu de Dios descendió sobre Él como una paloma, y el Padre dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3:17). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están juntos en la misma escena. 

Jesús dice: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad» (Juan 14:16-17). Pablo cierra 2 Corintios diciendo: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (13:14). Pedro declara que los creyentes son elegidos «según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo» (1 Pedro 1:2). 

Por tanto Dios es uno, pero es tres. Este es un profundo misterio que ninguna ilustración humana puede describir adecuadamente y ninguna explicación científica puede probar. La Trinidad es algo que debemos asumir con fe, porque Dios lo ha enseñado en las Escrituras. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios porque está muy por encima de nuestra comprensión finita, pero ha decidido revelarse a nosotros. 

Para un estudio más profundo: Lea Juan 14 a 16. ¿Qué enseña Jesús acerca de su relación con el Padre y el Espíritu? 

* ¿Qué aprende usted aquí acerca de las diversas funciones o ministerios de cada miembro de la Trinidad?

4 de Febrero

Dios es uno 

«Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es». 

DEUTERONOMIO 6:4

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Solo hay un Dios verdadero. 

Cuando Dios liberó a Israel para llevarlo a la tierra prometida, dijo: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3). Más tarde, Moisés les dijo a los israelitas: «Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él» (Deuteronomio 4:35) y «Jehová nuestro Dios, Jehová uno es» (6:4). Israel debía creer en el único Dios. 

Sin embargo, Jesús afirmó que era Dios. ¿Será que Jesús es el Dios número dos? De ningún modo. En Marcos 12:29-30, Jesús citó Deuteronomio 6:4-5: «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas». Si Jesús fuera otro Dios, podría haber dicho: «Divide tu lealtad entre nosotros dos». Pero Jesús dice que debemos amar a Dios con una dedicación indivisible. Por lo tanto, concuerda con Moisés en que solo hay un Dios. Sin embargo, también afirma: «Yo y el Padre uno somos» (Juan 10:30). 

Pablo asimismo trata sobre la unidad de Dios en 1 Corintios 8. Los sacerdotes paganos, en Corinto, vendían la carne que había sido sacrificada a los ídolos. Algunos cristianos nuevos se ofendieron al ver a otros cristianos comer esa carne. En respuesta, Pablo les dijo: «Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo» (v. 4). Como el ídolo representaba a un dios inexistente, no había nada de malo en ingerir la comida. Así que continuó: «y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él» (vv. 4-6). ¿Cómo pueden ser todas las cosas de Dios el Padre, por quien existimos, y del Señor Jesucristo, por quien existimos? Porque los dos son uno. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios como lo hizo David: «Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti» (2 Samuel 7:22). 

Para un estudio más profundo: Lea Ezequiel 6. ¿Cuál fue la respuesta de Dios a la idolatría de Israel? 

* ¿Cómo se siente Dios con respecto a cualquier cosa que pueda ocupar el primer lugar en el corazón de usted en vez de Él?

3 de Febrero

Dios es Espíritu 

«Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren». 

JUAN 4:24 

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Dios es una persona, aunque no tiene rasgos físicos. 

Al comenzar nuestro estudio de Dios, debemos entender que Él es una persona, no una fuerza cósmica incognoscible. En su Palabra, Dios es llamado Padre, Pastor, Amigo, Consejero y se le ha dado muchos otros nombres. Dios siempre se conoce como «Él», no como «eso». Además, tiene características personales: piensa, actúa, siente y habla. 

Aprenderemos tres aspectos de la persona de Dios en los próximos días: Dios es espíritu, Dios es uno y Dios es tres personas. Primero, Dios no tiene cuerpo físico como nosotros: «Dios es espíritu» (Juan 4:24), y «un espíritu no tiene carne ni huesos» (Lucas 24:39). Pablo afirma que Él es «invisible» (1 Timoteo 1:17). Dios se representó a sí mismo como luz, fuego y nube en el Antiguo Testamento y encarnado en Jesucristo —en forma humana— en el Nuevo Testamento. Pero esas revelaciones visibles no revelaron la totalidad ni la plenitud de la naturaleza divina. Es probable que usted cuestione versículos como el Salmo 98:1, que dice: «Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo», o el de Proverbios 15:3, que afirma: «Los ojos de Jehová están en todo lugar». Esas descripciones que muestran los versículos como esos se llaman antropomorfismos, palabra griega que indica «hombre» y «forma». Tales descripciones nos inducen a imaginarnos a Dios como si fuera un hombre, puesto que Dios ha elegido describirse a sí mismo de una manera que podamos comprender. Si no adaptaba su revelación a nuestro nivel finito, no tendríamos ninguna esperanza de entenderlo. Sin embargo, no se deben interpretar los antropomorfismos al pie de la letra. De lo contrario, usted tendrá una visión falsa de Dios que le roba su verdadera naturaleza y su verdadero poder. Observe el Salmo 91:4, que dice: «debajo de sus alas estarás seguro». Dios ciertamente no es un pájaro y, además, «Dios no es hombre» (Números 23:19). Es espíritu. 

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Sugerencias para la oración: Agradézcale a Dios por haber permitido que criaturas físicas como nosotros lo conozcan. 

Para un estudio más profundo: Aunque Dios es invisible, «las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo» (Romanos 1:20). Lea la respuesta de un hombre piadoso a la revelación natural de Dios en el Salmo 104.

2 de Febrero

La esencia de la idolatría 

«Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos». 

SALMOS 50:21 

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La idolatría es más que adorar a un objeto inanimado; es tener una concepción indigna de Dios. 

La sociedad occidental, con toda su cultura y conocimiento científico, está en la misma trampa satánica que gobierna la vida de un aborigen que se postra ante una roca. Todos tenemos nuestros dioses. Muchos adoran al dios del materialismo, del sexo o del entretenimiento. Por supuesto, detrás de todo esto está la adoración a uno mismo. 

Sin embargo, la esencia de la idolatría es tener pensamientos acerca de Dios que no son dignos de Él. Usted puede estar creando un dios, pero también puede estar convirtiendo al verdadero Dios en algo que no es, o pensando algo acerca de Dios que no es real. 

Dios les dijo a los malvados en el Salmo 50:21: «Pensabas que de cierto sería yo como tú». Eso es precisamente lo que algunos se han imaginado acerca de Dios. Han retratado a Dios de acuerdo a la propia y pecaminosa imagen que tienen de Él. Los cristianos negligentes también pueden hacer eso. 

En su libro El conocimiento del Dios santo, A. W. Tozer escribe: «La historia de la humanidad probablemente mostrará que ningún pueblo jamás ha estado por encima de su religión y la historia espiritual del hombre comprobará positivamente que ninguna religión ha sido mayor que su idea de Dios. La adoración es pura o básica, ya que el adorador tiene pensamientos elevados o bajos acerca de Dios. Por esta razón, la cuestión más seria que tiene la iglesia siempre es Dios mismo y lo más portentoso de cualquier hombre no es lo que en un momento dado pueda decir o hacer, sino lo que concibe —en lo profundo de su corazón— que es Dios». 

A medida que aprendamos acerca de Dios —en este mes— pídale que elimine los conceptos erróneos que usted pueda albergar respecto de Él. Sea diligente para aprender lo que Dios dice acerca de sí mismo y no lo que usted u otros crean que Él es. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por ser el único Dios. 

* Ore por el perdón si se ha dedicado más a cualquier otro dios o si alberga ideas sobre Dios que no son dignas de Él. 

Para un estudio más profundo: Los antiguos griegos tenían cientos de dioses. Solo por si acaso, los atenienses construyeron un altar para el dios desconocido. Lea Hechos 17:16-34. ¿Cómo trató Pablo a los que adoraban dioses falsos? 

* ¿Cómo puede usted usar el ejemplo de Pablo cuando se presenta ante los incrédulos de hoy?

1 de Febrero

Persiga el conocimiento de Dios 

«Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo». 

FILIPENSES 3:8 

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El mayor deseo de Dios con nosotros es que tratemos —con diligencia— de conocerlo. 

Conocer a Dios y todo lo que Él ha revelado sobre sí mismo es la búsqueda más elevada de la vida. «El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia» (Proverbios 9:10). Tal concreción debería ser, realmente, el punto de partida para todas las demás cosas que se persigan en la vida. 

Cuando David le dio su trono a su hijo Salomón, su principal consejo fue que conociera a Dios: «Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre» (1 Crónicas 28:9). 

Conocer a Dios no solo determina la calidad de la vida presente, sino también el destino de la vida en la eternidad. Jesús dice: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado» (Juan 17:3). La vida eterna es simplemente conocer a Dios de una manera íntima por el resto de la eternidad. Eso empieza aquí en la tierra, cuando creemos en Cristo y participamos de su misma naturaleza y vida. 

¿Cómo podemos conocer a Dios? El Señor dice: «me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón» (Jeremías 29:13). Salomón nos enseña: «Si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios» (Proverbios 2:3-5). Esta búsqueda de Dios debe ser nuestra principal prioridad en la vida. De lo contrario, es muy fácil que nos distraigamos con la búsqueda del dinero, el éxito profesional, el poder personal y el prestigio, o cualquier esfuerzo terrenal que requiera nuestro tiempo y energía. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca al Señor porque lo conoce en persona. 

Para un estudio más profundo: Lea 2 Pedro 1:1-11. ¿Cuáles son los beneficios para aquellos que conocen a Dios? 

* ¿Qué cualidades deberían ser evidentes en usted?

31 de Enero 

Lo que más importa 

«Que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados». 

EFESIOS 4:1 

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Comparado con la dignidad con que Cristo andaba, realmente nada es más importante. 

Repasemos lo que Pablo nos enseñó en Efesios 4:1-6. Dios nos ha elegido y nos ha llamado a ser parte de su familia, por lo que espera que actuemos como hijos suyos. Él quiere que caminemos como personas dignas de Cristo y unificados.

Para seguir la voluntad de Dios en eso debemos, con su ayuda, lidiar con nuestro pecado y desarrollar virtudes piadosas. Nuestras vidas deben estar marcadas primero por «toda humildad» (v. 2). Nos volvemos humildes cuando nos vemos como pecadores indignos y vemos la grandeza de Dios y de Cristo. El orgullo siempre será una tentación, pero podemos resistirnos si recordamos que no tenemos nada de qué enorgullecernos; cada cosa buena que tenemos es de Dios. Solo Él merece la gloria; no podemos acreditarnos nada. 

La humildad produce «gentileza», que es poder bajo control. La gente amable se somete voluntariamente a Dios y a los demás. Pueden enojarse por lo que deshonra a Dios, pero perdonan a quienes los lastiman. 

La «paciencia» fluye de la gentileza. Una persona paciente soporta circunstancias negativas, se topa con personas difíciles y acepta el plan de Dios para todo.

Debemos «amar» a los demás con un amor comprensivo. El amor cristiano es desinteresado; la tolerancia nos impide chismear sobre los fracasos de los demás y nos hace amar a nuestros enemigos. 

La «unidad» (v. 3) es el objetivo del digno andar y solo los creyentes diligentes que persiguen esas virtudes dignas contribuirán a tal unidad. Debido a que tenemos un Cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo y un Padre, debemos comportarnos como un pueblo unido. Solo entonces tendremos el testimonio efectivo que Dios quiere para nosotros. 

Solo una cosa importa desde el momento en que usted se convierte en cristiano hasta el día en que ve a Jesús: que su andar es digno de Él. Lo que posee, lo que sabe y lo que hace para ganarse la vida no es tan importante. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que le dé la determinación de andar con dignidad cada día. 

Para un estudio más profundo: Lea Hebreos 11 y hasta algunos pasajes relacionados del Antiguo Testamento, y observe lo que era representativo en los paseos de los principales personajes con el Señor.

30 de Enero

Nuestra unidad en el Padre 

«Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos». EFESIOS 4:6 

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Solo hay un Dios, y tendremos un fuerte testimonio si lo adoramos y nos aferramos a lo que nos une. 

El último punto de la unidad cristiana que Pablo menciona en Efesios 4:4-6 es que los cristianos tienen «un Dios y un Padre». En la época de Pablo, la gente creía en muchos dioses; por eso es que enfatiza la singularidad de nuestro Dios. Ninguna persona u objeto puede compararse con Dios porque Él está «sobre todos», lo que significa que es el creador y controlador soberano del universo; Él es «por todos», es el sostén providencial del universo; y Él está «en todos», lo cual se refiere a su presencia personal que mora en lo interno. 

A lo largo del Antiguo Testamento, Dios enfatiza su singularidad: «Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro» (Deuteronomio 4:39). «Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí» (Isaías 45:5). Los israelitas estaban rodeados de naciones que adoraban a muchos dioses, por eso Dios tenía que advertirles continuamente sobre la idolatría y juzgarlos cuando la practicaban. 

La adoración de Israel al único Dios verdadero debía ser el punto central de su unidad. Eso era para diferenciarlos de las naciones que los rodeaban. Al adorarlo solo a Él, no solo permanecerían fuertes como nación, sino que serían testigos a los gentiles de la grandeza de Dios. 

Como cristianos, tenemos el mismo Padre; y como Israel, nuestra unidad se basa en Él, así como en los otros «enumerados» en Efesios 4:4-6: un cuerpo, un espíritu, una esperanza de nuestra vocación, un Señor, una fe y un bautismo. Cuando nos aferremos a estos, seremos un poderoso testigo ante el mundo. 

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Sugerencias para la oración: Alabe a Dios por su singularidad, porque solo Él está por encima de todos, a través de todos y en todos. 

Para un estudio más profundo: Los Salmos no solo son ricos en instrucción acerca de Dios, sino que también son excelentes medios para alabarlo. Lea un salmo por día durante los próximos meses y anote lo que aprenda acerca de Dios. Cada vez que el salmista alabe a Dios, haga de ello su oración. Cuando haya terminado de leer todos los Salmos, sabrá, honrará y amará a Dios más que nunca.

29 de Enero

nuestra unidad en Cristo 

«Un Señor, una fe, un bautismo». 

EFESIOS 4:5 

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Todos los cristianos tienen un Señor común, creencias comunes y un testimonio público común. 

Hemos visto lo que los cristianos tienen en común a través del Espíritu. El versículo de hoy nos enseña lo que compartimos a través de Cristo. 

Los cristianos tienen únicamente «un solo Señor»: Jesucristo. Hechos 4:12 dice: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». Pablo afirma en Romanos 10:12: «Pues el mismo Señor es Señor de todos». Nuestra «fe única» es simplemente el contenido de lo que la Palabra revelada de Dios nos dice que debemos creer. Y el enfoque principal de las Escrituras es Cristo. Aunque tenemos muchas denominaciones y congregaciones, solo hay una verdadera fe cristiana. Esta fe es a lo que se refiere Judas 3 cuando nos exhorta a «contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos». 

¿Por qué entonces las iglesias difieren tanto en lo que enseñan? Parte de eso proviene de un estudio inadecuado o falta de diligencia. El problema es nuestra humanidad: somos personas caídas y falibles, lo que puede dar variedad a nuestro entendimiento de las Escrituras. Por eso es tan importante que no nos aferremos demasiado a «nuestra marca» de cristianismo y que siempre pensemos en los asuntos bíblicamente y los discutamos con cortesía. 

Los cristianos también tienen «un solo bautismo». Esto no se refiere al bautismo del Espíritu puesto que eso estaba implícito en Efesios 4:4 con las palabras «un cuerpo». (Como lo explica 1 Corintios 12:13, todos fuimos colocados en el Cuerpo de Cristo por el bautismo del Espíritu.) «Un bautismo» en el versículo 5 se refiere al bautismo en agua. Cuando alguien cree en el único y verdadero Señor, debe ser bautizado como una expresión pública de su fe. El bautismo público fue una parte esencial del testimonio de la iglesia primitiva ante el mundo. No es menos esencial hoy. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por Jesucristo, por nuestra fe cristiana y por nuestro bautismo, mediante lo cual nos identificamos con Cristo y su pueblo. 

Para un estudio más profundo: Los corintios no entendían la unidad como creyentes. Lea 1 Corintios 1:10- 17. 

* ¿Cuáles fueron los síntomas de sus divisiones? 

* ¿Qué les ordenó Pablo que hicieran? Si hay divisiones en su iglesia, conviértase en un pacificador.

28 de Enero

Nuestra unidad en el Espíritu 

«Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos». 

EFESIOS 4:4-6 

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Todos los cristianos somos parte del mismo Cuerpo, con el mismo Espíritu, que es nuestro compromiso con la vida eterna. 

Todo lo que Dios diseñó para la iglesia se basa en la unidad de los creyentes. Pablo lo enfatiza al enumerar siete «unos» en estos versículos. La clave es una: la causa del andar digno. 

¿Cuántos cuerpos de Cristo hay? No hay un cuerpo presbiteriano, un cuerpo bautista y uno metodista; ni hay un cuerpo de California, un cuerpo de Utah y uno de Kansas. Solo hay un Cuerpo: la iglesia. «No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28). Sea cual sea su etnia, credo, nacionalidad o idioma, cuando se convierte en cristiano, se vuelve uno con todos los demás creyentes. 

El siguiente punto de Pablo es que solo hay un Espíritu, que habita en cada creyente. La Primera Carta a los Corintios 6:19 dice: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros?». Nosotros estamos siendo «juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Efesios 2:22). Individualmente somos el templo del Espíritu; colectivamente somos la morada del Espíritu. 

«También fuimos llamados en una misma esperanza de vuestra [nuestra] vocación». Tenemos un solo llamado eterno, un solo destino eterno y el Espíritu Santo garantiza nuestra esperanza celestial. «Fuisteis sellados [en Cristo] con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia» (Efesios 1:13-14). Él es nuestro pago inicial, la primera entrega de nuestra herencia eterna. 

Efesios 4:4 se enfoca en el ministerio del Espíritu Santo con nosotros: somos colocados en un Cuerpo por el Espíritu, un Espíritu mora en nosotros y nuestra única esperanza está garantizada por el Espíritu Santo. 

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia y en su vida. 

Para un estudio más profundo: La Primera Carta a los Corintios, capítulo 12, tiene mucho que decir acerca de la unidad de la iglesia. Lea ese capítulo con atención, señalando en particular lo que el Espíritu hace en el Cuerpo y cuál es nuestra responsabilidad como creyentes individuales.

27 de Enero

Busque actitudes rectas 

«Yo pues… os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos  a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». 

EFESIOS 4:1-3 

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Dios está más interesado en lo que somos, porque ello determina lo que hacemos. 

Estos versículos revelan una verdad básica: la vida cristiana no se trata principalmente de lo que hacemos, sino de lo que somos. Cuando Pablo enseña acerca del andar digno, acerca de cómo vivimos cada día, no se refiere a las acciones, sino a las actitudes. 

Es posible tener lo que llamo «fruto de la acción» —como la alabanza (Hebreos 13:15), el dar (Filipenses 4:17), la evangelización (Romanos 1:13) y otras buenas obras (Colosenses 1:10)— sin tener el «fruto de la actitud», que es el fruto del Espíritu: «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22-23). Mucha gente puede hacer buenas obras sin justicia interna. Pero eso es legalismo; es la hipocresía de la que la Biblia habla tanto. El camino correcto hacia la verdadera espiritualidad es, ante todo, tener actitudes apropiadas. El Espíritu Santo trabaja a través de nuestras actitudes para producir acciones correctas. 

Por desdicha, muchos cristianos no consideran este punto. Para ellos, ser cristiano es principalmente una lista que comprende ir a la iglesia, llevar una Biblia y muchos «no hacer»: no maldecir, no beber, no asesinar. Ven el comportamiento aparente como cristianismo en lugar de la manifestación del mismo. No cultivan las gracias internas. 

Por supuesto, Dios quiere que tengamos vidas rectas. Pero a aquellos con acciones meramente aparentes, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros… hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia… Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio» (Mateo 23:25-26). 

No se convierta usted mismo en esclavo de la religión aparente. Asegúrese de hacer sus buenas obras por amor a Dios y a los demás, como parte del derramamiento del fruto espiritual en su vida. 

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Sugerencias para la oración: Si ve hipocresía en usted, pídale a Dios que la purgue. Ore y busque con diligencia el fruto del Espíritu. 

Para un estudio más profundo: Jesús advirtió acerca de la pecaminosidad interna en Mateo 5:21-22, 27-30 y de la justicia externa en 6:1-18 y 7:1-5. ¿Cómo es que Proverbios 4:23 es un antídoto para aquellos?

26 de Enero

El vínculo de la paz 

«Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». 

EFESIOS 4:3 

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La clave para la paz en la iglesia es el amor desinteresado. 

La gente casi siempre se engaña a sí misma con la paz cuando no hay paz verdadera (Jeremías 8:11). Sin embargo, podemos mostrarle al mundo que Jesús es el verdadero pacificador si tenemos una comunidad de creyentes pacíficos, amorosos y unidos. Los demás se darán cuenta de que Cristo debe ser el enviado por Dios, dado que solo Dios puede hacer una paz verdadera y duradera. 

«El vínculo de la paz» es lo que mantiene cohesionada nuestra unidad. La palabra griega traducida como «vínculo» se refiere a un cinturón. Representa el cuerpo de Cristo envuelto en el cinturón de la paz, una paz que nace del amor. 

El vínculo de la paz que tenemos es vital para nuestro testimonio. Como cristianos, «tenemos paz para con Dios» (Romanos 5:1) y «el ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5:18); tenemos el privilegio de decirles a otros cómo pueden tener paz con Dios. Si no tenemos paz entre nosotros, ¿por qué nos considerarían los incrédulos para encontrar la paz con Dios? 

La iglesia de Corinto nos enseña cómo no tener paz. Los miembros tenían una «fiesta de amor», después de la Santa Cena. En apariencia, sin embargo, los que llevaban comida se hartaban y se emborrachaban, dejando a los creyentes más pobres con hambre (1 Corintios 11:17-22). Esos glotones no solo deshonraban al Señor sino que también lastimaban a sus compañeros creyentes, causando resentimiento y conflicto. 

Durante sus servicios de adoración, todos querían atención. Pablo lamenta al decir: «Cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación» (1 Corintios 14:26), pero todos querían hablar a la vez. No estaban interesados en edificarse entre ellos, sino en que los escucharan. El resultado fue un lío, ruido y confusión. 

La desarmonía de los corintios era evidente en diferentes maneras, pero la causa principal era la misma: el egoísmo. 

Entonces, ¿de dónde viene la paz? Del desapego, la característica principal del amor cristiano. Filipenses 2:3 dice: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo». Debemos humillarnos y enfocarnos en las necesidades de los demás. Cuando eso suceda, habrá armonía y unidad. 

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Sugerencias para la oración: Confiese cualquier egoísmo y pídale a Dios que le ayude a crecer en amor desinteresado. 

Para un estudio más profundo: ¿Con qué compara Romanos 8:6 la paz? Memorice este versículo en los próximos días.

25 de Enero

Preserve la unidad con diligencia 

«Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». 

EFESIOS 4:3 

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La unidad del Espíritu debe ser mantenida sinceramente por los cristianos amorosos, gentiles y pacientes. 

El pasaje bíblico de hoy describe el objetivo del andar digno: la unidad del Espíritu. Jesús oró por los cristianos «para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17:21). Nuestro testimonio ante el mundo depende de la unidad que tengamos como creyentes. 

El mundo está lleno de discordia, animosidad, amargura y resentimiento. Si en medio de él hay un oasis de unidad y armonía, la gente se preguntará qué tenemos nosotros. Esa es la oportunidad en la que debemos decir: «Esto es lo que Cristo puede hacer». El mundo necesita ver que la iglesia no es solo otro club social, sino una institución de Dios, nacida sobrenaturalmente, sostenida sobrenaturalmente, con un destino sobrenatural. 

Nuestra unidad depende de las virtudes que hemos estado estudiando este mes: aguante, paciencia y amor tolerante. Sin ellos, la unidad es imposible. Además, nuestra unidad requiere diligencia. La palabra traducida como «solícitos» en Efesios 4:3 conlleva ideas tanto de celo como de urgencia: «Trabajemos en ello y trabajemos en ello ahora». Necesitamos dedicación completa. Pero no diga primero: «Dirigiré el comité» o «Haré los carteles». Este es un pasaje personal, y si quiere apresurarse y empezar a trabajar en unidad, debe comenzar con su corazón. Comprométase primero a andar dignamente uniendo su vida con su teología. 

Me duele la desunión y la discordia en la iglesia de hoy. Una de las causas principales es el enfoque en distintivos denominacionales: lo que nos divide. En vez de eso, deberíamos centrarnos en los distintivos bíblicos: lo que nos une. Necesitamos humillarnos y aprender a amarnos unos a otros. Eso no sucederá iniciando un movimiento ecuménico global, sino cuando nos convirtamos en lo que Dios quiere que seamos. Trabajar en la unidad es una tarea de tiempo completo que exige la máxima dedicación y obediencia de cada cristiano. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios unifique a su iglesia en todo el mundo y que eso comience con usted. 

Para un estudio más profundo: Lea acerca de la unidad de la iglesia primitiva en Hechos 2:42-47 y 4:32-37. 

¿Qué caracterizaba a esos creyentes? ¿Cuáles de sus características necesita usted para laborar?

24 de Enero

Amor paciente 

«Soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor». 

EFESIOS 4:2 

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Para andar digno, debemos perdonar a nuestros enemigos y amarlos. 

El término indulgencia no se usa mucho en la actualidad y, por lo tanto, es desconocido para algunos de nosotros. La palabra griega para la frase «con paciencia [o indulgencia]» significa «suprimir con silencio». Conlleva la idea de lanzar algo como una sábana sobre el pecado. La Primera Carta de Pedro 4:8 dice: «El amor cubrirá multitud de pecados», y Proverbios 10:12 declara: «El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas». Una persona indulgente no proclama los pecados de los demás, sino que los perdona. La paciencia tiene cabida para los fracasos de los demás. El que es tolerante también ama a las personas a pesar de los errores que podrían haber hecho. 

Ágape, la palabra usada para «amar» en este versículo, es el amor que da pero que no exige. Es el tipo de amor que busca el mayor bien para el otro, sin importar el costo. Dios mostró su ágape al darnos a su único Hijo (Juan 3:16). Jesús dijo: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (15:13). Ágape es benevolencia inconquistable y bondad invencible; es desapego por completo. 

Tal vez la descripción más grande del amor paciente sea el resumen que Jesús expone en Mateo 5:43-45: «Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos». Antes de que nos salvara, éramos enemigos de Dios, pero Él estuvo dispuesto a enviar a su Hijo de todos modos (Romanos 5:10). Como somos hijos de Dios, también debemos buscar el mayor bien de nuestros enemigos, cueste lo que cueste. Tal costo debería incluir algo más que aguantar la calumnia y la persecución de nuestros enemigos. El genuino amor paciente asumirá la tarea más difícil: amar a los que nos odian. 

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Sugerencias para la oración: Agradézcale a Dios por mostrar un amor paciente al enviar a Cristo a morir por los pecadores que no lo merecen. 

* Ore por sus enemigos y para que Dios le dé fuerza para amarlos como debe. 

Para un estudio más profundo: Además de Cristo, el ejemplo más claro de amor paciente es la actitud de Esteban hacia aquellos que lo apedrearon. Lea su historia en Hechos 6 al 7 y observe su amor hacia sus verdugos.

* Medite en las personas a las que les cuesta amar y ore para que Dios le muestre a usted formas específicas de manifestarles amor. 

23 de Enero

El efecto de la paciencia 

«Andad… con paciencia». 

EFESIOS 4:1-2 

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La paciencia es crucial para nuestro testimonio. Las virtudes de Efesios 4:2-3 le permiten a la iglesia de Jesucristo tener un poderoso testimonio. 

Muchos piensan que la clave del evangelismo es seguir un curso o método específico pero, de acuerdo a Jesús, la mejor manera de hacer que la gente crea en el evangelio es a través de nuestro amor y nuestra unidad (Juan 17:21). Aunque los métodos de evangelización son importantes, a menudo no son tan efectivos como podrían serlo debido a la mala reputación de la iglesia entre los incrédulos. Si la iglesia estuviera llena de personas que tuvieran genuina humildad, gentileza y paciencia, otros estarían más inclinados a escuchar lo que decimos. 

Sir Henry Stanley viajó a África en 1872 para encontrar al doctor David Livingstone, el famoso misionero y explorador, que había perdido el contacto con la comunidad europea. Después que lo halló, Stanley pasó varios meses con Livingstone, que en ese momento era un anciano. Aparentemente Livingstone no le dijo mucho a Stanley sobre cosas espirituales, solo continuó con su ocupación con los africanos. Stanley observó que a lo largo de los meses que estuvo viéndolo, no entendía los hábitos de Livingstone, especialmente su paciencia. Stanley no podía entender la simpatía de Livingstone por los africanos paganos, que lo habían agraviado tantas veces. Por el bien de Cristo y su evangelio, David Livingstone fue paciente, infatigable y vehemente. Se dedicó a su Maestro. 

En su relato Cómo encontré a Livingstone, Stanley escribió: «Su religión no es del tipo teórico, sino que es una práctica constante, franca y sincera. No es ni ostentoso ni ruidoso, pero se manifiesta de una manera hábil y tranquila, y siempre está en funcionamiento... En él la fe exhibe sus rasgos más hermosos; rige su conducta no solo con sus sirvientes, sino también con los nativos... y con todos los que tienen contacto con él». 

No estoy sugiriendo que nunca hable del evangelio. Pero asegúrese de que lo que dice tendrá un efecto mucho mayor cuando viva en armonía con lo que enseña el evangelio. Si el mundo pudiera ver una imagen clara de Jesucristo a través de la unidad de la iglesia y su gente humilde, gentil y paciente, ¡nuestra evangelización se aceleraría con eficacia! 

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Sugerencias para la oración: Ore para que viva de una manera que glorifique a Dios y atraiga a otros al Salvador. 

Para un estudio más profundo: Lea Mateo 5:13-16. ¿Qué quiso decir Cristo con eso de ser sal y luz en el mundo? 

* Medite en cómo obedecer el mandato del versículo 16.

22 de Enero

Cristo, ejemplo del que es paciente 

«Andad… con paciencia». 

EFESIOS 4:1-2 

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Jesús es nuestro mayor ejemplo de paciencia, en todo lo que soportó, para comprar nuestra redención. 

Pablo nos dice aquí que el andar digno es con paciencia y una vez más vemos que Jesús la modeló para nosotros. A lo largo de los evangelios, Él mostró repetidas veces los tres aspectos de la paciencia que exploramos en la lección anterior. 

Primero, soportó circunstancias negativas. Antes de que viniera al mundo, estaba con el Padre en la gloria celestial, donde los ángeles lo alababan y adoraban continuamente. Dejó un lugar de perfección absoluta y amor para ir a otro donde se burlaban de Él, donde lo odiaban, lo rechazaban, lo blasfemaban y hasta lo crucificaron. Él «sufrió la cruz» (Hebreos 12:2) a pesar de que tenía poder para escapar de ella. 

Jesús también enfrentó a personas difíciles. La noche antes de su crucifixión, después de tres años de enseñar sobre el amor y el servicio, sus discípulos discutían acerca de cuál de ellos era el más grande (Lucas 22:24). Sin embargo, Jesús no se dio por vencido con ellos. Más aun, oró por aquellos que lo escupieron y se burlaron de Él en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (23:34). Quería que sus asesinos fueran perdonados para que estuvieran con Él en el cielo por siempre. 

En el huerto de Getsemaní, pocas horas antes de ser clavado en la cruz, Jesús mostró su disposición a aceptar el plan del Padre. Así que oró: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú» (Mateo 26:39). Pudo soportar un sufrimiento inimaginable porque sabía que era la voluntad de Dios. 

Deberíamos estar muy agradecidos a Cristo por «toda su clemencia» (1 Timoteo 1:16), porque nuestro pecado lo ha ofendido una y otra vez. Él pudo habernos enviado al infierno el primer momento en que pecamos, pero su Espíritu nos llevó con paciencia al arrepentimiento. Debido a su paciencia, debemos comprometernos a seguir su ejemplo perfecto. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios cada día le dé fuerzas para ser paciente en todo, tal como Cristo. 

Para un estudio más profundo: Hebreos 12:3 nos dice que consideremos «a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar». El ejemplo de paciencia que modela Cristo nos anima a soportar cuando suframos. 

Encuentre otras demostraciones de su paciencia en los evangelios y considere en qué modo puede afectar el ejemplo de Cristo a su actitud durante las pruebas

21 de Enero

Paciencia bíblica 

«Andad… con paciencia». 

EFESIOS 4:1-2 

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Los cristianos pacientes soportan circunstancias negativas, se enfrentan a personas difíciles y aceptan el plan de Dios para todo. 

En nuestra cultura instantánea, tipo microondas, que reclama las cosas «ya», la paciencia es difícil de conseguir. Nos enojamos si esperamos demasiado tiempo en la fila del supermercado o si quedamos atrapados detrás de un chofer que maneja muy lento. 

Sin embargo, el pasaje bíblico de hoy nos dice que debemos caracterizarnos por la paciencia. La palabra griega traducida como «paciencia» significa literalmente «mesurado». Una persona paciente no se enoja con facilidad ni pierde los estribos. 

Hay tres aspectos que trata la paciencia bíblica. Primero, la paciencia nunca cede a las circunstancias negativas. Dios le dijo a Abraham que lo convertiría en una gran nación y le daría Canaán a sus descendientes (Génesis 12:2, 7). Cuando Dios prometió eso, Abraham y Sara no tenían hijos. Tuvieron que esperar mucho más allá de sus años fértiles antes de que Dios les diera uno. Pero la Carta a los Hebreos 6:15 dice: «Y habiendo esperado con paciencia, [Abraham] alcanzó la promesa». «Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios» (Romanos 4:20). Confió en Dios y esperó con paciencia a que cumpliera su promesa. 

Un segundo aspecto de la paciencia es lidiar con personas difíciles. Pablo dice que seamos «pacientes para con todos» (1 Tesalonicenses 5:14). Nuestra reacción normal es estar a la defensiva cuando nos provocan. Pero una persona paciente sobrelleva insultos, persecución, trato injusto, difamación y odio. No se puede comenzar una pelea con alguien paciente. Que defiende a Dios, no a sí mismo, sabiendo que Él pagará todos los males en el momento oportuno. 

Tercero, la paciencia acepta el plan de Dios para todo. No cuestiona a Dios. La persona paciente dice: «Señor, si esto es lo que has planeado para mí, está bien». Romanos 8:28 afirma que: «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien». Como Dios tiene el control, podemos ser pacientes y esperar que haga su voluntad. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que le ayude a reconocer cuándo puede impacientarse. Cuando lleguen esos tiempos, ore por fortaleza para soportarlos. 

Para un estudio más profundo: Santiago 5:10 dice que los profetas fueron ejemplos de sufrimiento y paciencia. Lea lo que dos profetas tuvieron que soportar en Isaías 6:9-12 y Jeremías 1:5-19. 

* ¿Cómo podrían ellos ser ejemplos para usted mientras intenta ser fiel frente a las pruebas de la vida?

20 de Enero

¿Es usted manso? 

«Andad… con toda… mansedumbre». 

EFESIOS 4:1-2 

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Si desea ser una persona caracterizada por la mansedumbre, empiece observando sus actitudes. 

Hemos determinado que la mansedumbre o gentileza es esencial para aquellos que quieren andar dignos. ¿Cómo puede saber si usted es gentil? Veamos algunas preguntas útiles para que pueda evaluarse con franqueza. 

Primero que nada, ¿practica usted el autocontrol? ¿Gobierna su propio espíritu (Proverbios 16:32) o su temperamento, a menudo, estalla? Cuando alguien le acusa de algo, ¿se defiende al instante o se inclina más a considerar si hay algo de verdad en lo dicho? 

Segundo, ¿se enfurece solo cuando Dios es deshonrado? ¿Se enoja con el pecado o cuando la Palabra de Dios es tergiversada por falsos maestros? 

Luego, ¿siempre intenta hacer las paces? Las personas gentiles son pacificadoras. Efesios 4:3 dice que son «solícitos en guardar ... el vínculo de la paz». Si alguien cae en pecado, ¿le condena o chismea acerca de esa persona? Gálatas 6:1 nos instruye a restaurar a los hermanos que pecaron «con espíritu de mansedumbre». El chisme y la condena dividen a los creyentes; el perdón y la restauración los unen. La gente amable no comienza peleas; las terminan. 

En cuarto lugar, ¿acepta críticas sin retaliación? Si la crítica es correcta o incorrecta, usted no debe responder. Es más, puede agradecerles a sus críticos, puesto que la crítica puede mostrarle sus debilidades y ayudarle a crecer. 

Por último, ¿tiene una actitud correcta con los que no son salvos? Pedro afirma: «Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15). Si somos perseguidos, es fácil que pensemos: No pueden tratarme así; soy un hijo de Dios. Pero Dios quiere que nos acerquemos a los inconversos con gentileza, conscientes de que Dios hizo eso con nosotros antes de que fuéramos salvos (Tito 3:3-7). 

Considere cuidadosamente sus respuestas a estas preguntas y comprométase a distinguirse por la gentileza. Recuerde que «un espíritu afable y apacible… es de grande estima delante de Dios» (1 Pedro 3:4). 

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Sugerencias para la oración: Si alguna de las preguntas anteriores señalan deficiencias en su gentileza, pídale a Dios que fortalezca esa área. 

Para un estudio más profundo: Pablo solía ser criticado por aquellos que querían usurpar su autoridad sobre la iglesia. Estudie la respuesta de Pablo a tales personas en 2 Timoteo 2:24-26. 

* Medite en la aplicación de este pasaje a lo que ocurre en su vida.

19 de Enero

Cristo, ejemplo de gentileza 

«Andad… con toda… mansedumbre». 

EFESIOS 4:1-2 

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Jesús es el mejor ejemplo de gentileza. Se enojaba cuando Dios Padre era deshonrado, pero no cuando lo era Él, el Hijo. Jesucristo es nuestro ejemplo supremo de gentileza. Pablo se refiere específicamente a ello en 2 Corintios 10:1. El propio Jesús dijo de sí mismo: «Soy manso [gentil] y humilde de corazón» (Mateo 11:29)

Jesús mostraba indignación cuando era apropiado, pero era una ira oportuna. Cuando descubrió que el templo estaba lleno de gente que vendía animales para el sacrificio a precios exorbitantes, los expulsó, derribando las mesas con todo y el dinero de los mercaderes (Mateo 21:12). Él les dijo: «Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones» (v. 13). Luego, les dijo a los escribas y fariseos: «¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?» (23:33). No se quedó de brazos cruzados mientras profanaban el templo. Pronunció juicio contra los hipócritas que blasfemaban a Dios. 

Aunque Jesús se enojaba cuando blasfemaban a Dios, no tomaba represalias ni condenaba a los que lo atacaban. «Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas … cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pedro 2:21-23). Cuando el templo de Dios fue profanado, Jesús lo limpió. Pero cuando el templo de su cuerpo fue mancillado, soportando la agonía de la cruz, con burladores por todos lados, todo lo que dijo fue: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). Esa es la gentileza suprema, el desapego total. Es muy fácil contraatacar cuando alguien nos critica o nos agrede, pero esa no es la forma en que el cristiano —que tiene gentileza— emplea para tratar de caminar con dignidad. El único momento en que debemos dejar que el león que llevamos dentro ruja, es cuando la honra de Dios está en juego. Jesús perdonó a aquellos que lo crucificaron. ¿Cómo podemos hacer menos a los que nos hieren? 

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Sugerencias para la oración: Todos fallamos en seguir el ejemplo de gentileza que Cristo da. Ore para que Dios le ayude cada día a reflejar más y más la gentileza de Cristo. 

Para un estudio más profundo: Lea el relato del arresto y la crucifixión de Cristo en Mateo 26:47 al 27:50. ¿Tenía Jesús poder para devolver el golpe (26:53)? 

* Encuentre todas las instancias en las que Cristo mostraba su gentileza.

18 de Enero

La ira correcta 

«Andad… con toda… mansedumbre». 

EFESIOS 4:1-2 

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Nuestra ira debe ser controlada y solo por motivos correctos. 

Después de la lección anterior, uno puede pensar que los cristianos siempre deben estar callados y ser pasivos, sin molestarse ni enojarse por nada. En realidad, los creyentes tienen derecho a enojarse, pero solo bajo ciertas condiciones. Efesios 4:26 dice: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo». De manera que hay cierto tipo de enojo que no es pecaminoso. Que debe estar bajo control y debe resolverse con rapidez. 

Proverbios 25:28 declara: «Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda». La persona que pierde el control es vulnerable. Esa clase de personas caen en cada tentación, fracaso y debilidad que se les presenta. Por otro lado, «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad» (16:32). El que gobierna su espíritu tiene poder y energía, pero controla ambas cosas. Ese mismo poder y esa energía desenfrenados no crean nada más que caos y pecaminosidad. Aquellos que se enojan con facilidad carecen de gentileza. 

La gente amable, por otro lado, controla sus energías y sus fortalezas, pero tienen algo difícil. Alejarse del pecado o condenar el mal. Cuando la persona que es gentil se somete al Señor, se enoja por cosas que ofenden a Dios, no a sí misma. Si alguien le ofende directamente, no busca venganza. Pero cuando Dios es difamado, el león que yace dentro de esa persona ruge. Esa clase de enojo se llama justa indignación. Bajo el control de Dios, la ira reacciona cuando debe hacerlo, por la razón correcta y por el tiempo propicio. 

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Sugerencias para la oración: Pida perdón si puede enojarse por razones incorrectas. Comprométase a ser gentil cuando normalmente estallaría en enojo. 

* Si no se enoja cuando ve el mal, pídale a Dios que le haga sensible a lo que Él detesta. 

Para un estudio más profundo: En el mismo momento en que Moisés recibía la ley de Dios en el Monte Sinaí, los israelitas estaban practicando la idolatría y el libertinaje. Lea Éxodo 32. ¿Cuál fue la reacción de Moisés ante el pecado de ellos? 

* ¿Guardó rencor contra ellos (vv. 31-32)? 

* ¿Cómo puede el ejemplo de Moisés ser un patrón para usted?

17 de Enero

La gentileza: poder bajo control 

«Andad… con toda… mansedumbre». 

EFESIOS 4:1-2 

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El antídoto para nuestra sociedad vengativa y violenta es la mansedumbre o gentileza bíblica. 

Una popular pegatina en los parachoques de los autos dice: «No te enojes. Cálmate». Las personas demandan lo que aprecian como sus derechos, sin importar en qué modo perjudique esa exigencia a los demás. Algunos van a los tribunales para sacarles hasta el último centavo a quienes los lastimaron. Cada año se cometen más y más crímenes violentos. Necesitamos una fuerte dosis de verdad bíblica para curar esas actitudes. La solución bíblica es la gentileza. 

El mundo podría interpretar la dulzura o la mansedumbre como cobardía, timidez o falta de fortaleza. Sin embargo, la Biblia la describe como una virtud no vengativa, amarga ni implacable. Es una sumisión silenciosa —espontánea— a Dios y a los demás sin la autoafirmación rebelde y rencorosa que caracteriza a la naturaleza humana. 

La palabra griega traducida como «gentileza» se usaba para hablar de un analgésico suave. Se usaba en referencia a una brisa fresca, ligera. También describe a alguien que es cariñoso, agradable y amable. 

Sin embargo, la gentileza no es debilidad. Es poder bajo control. Un león de un circo tiene la misma fuerza que uno que anda libremente en África, pero ha sido domesticado. Toda su energía está bajo el control de su amo. De la misma manera, el león que reside en la persona gentil ya no busca su propia presa o sus propios fines; es sumiso a su Amo. Ese león no ha sido destruido, solo ha sido moldeado. 

La mansedumbre es una faceta del fruto del Espíritu (Gálatas 5:23). También es una clave para la sabiduría. Santiago afirma: «Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre» (3:13). El versículo 17 dice: «La sabiduría que es de lo alto es … pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía». 

Aun cuando la gentileza no se valora en nuestra sociedad, es crucial para nuestra piedad. Búsquela de manera diligente y en oración. 

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Sugerencias para la oración: Si usted tiende a ser vengativo o inclemente, pídale perdón a Dios y su ayuda para perdonar a los que le lastimen. Trate de ser amable con ellos. 

Para un estudio más profundo: En la mayor parte de 1 Samuel, el rey Saúl intenta asesinar a David. Lea 1 Samuel 24. ¿Cómo mostró David su gentileza frente a su hostil enemigo?

16 de Enero

Cómo disfrutar el contentamiento 

«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre». 

HEBREOS 13:5-6 

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Su relación con Dios le permite disfrutar de satisfacción genuina. 

En vista de la lección anterior, usted puede que pregunte: «¿Pero cómo puedo disfrutar y estar satisfecho con lo que tengo?». Puede comenzar dándose cuenta de la bondad de Dios y creyendo que Él cuidará de usted, ya que es uno de sus hijos. Puede reclamar de nuevo la promesa que está en Romanos 8: «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (v. 28). 

Segundo, usted debe percatarse realmente de que Dios es omnisciente: Él conoce todas las cosas y todas sus necesidades particulares. Él conoce sus necesidades individuales mucho antes que usted, incluso antes que usted ore por ellas. Jesús afirma: «Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas» (Lucas 12:30). 

Además, usted puede disfrutar el contentamiento recordando que lo que quiere o necesita es una cosa y lo que se merece es otra. El patriarca Jacob confesó: «Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo» (Génesis 32:10). Su contentamiento será mayor aun si considera que el favor o bendición más pequeño de Dios para usted es más de lo que merece. 

En definitiva, sin embargo, el verdadero contentamiento será suyo si tiene una comunión vital con Dios a través de Jesucristo. Entonces, como pasaba con el apóstol Pablo, las cosas temporales no importarán mucho: «Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo» (Filipenses 3:8). 

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Sugerencias para la oración: Dios puede o no otorgarle una nueva bendición hoy o esta semana. En cualquier caso, ore para que eso le contente. 

Para un estudio más profundo: ¿Qué dicen los siguientes versículos de Eclesiastés —2:24; 3:12-13; y 8:15— sobre el contentamiento? ¿Qué dice el Salmo 37:7 acerca de nuestra actitud cotidiana?

15 de Enero

Contentamiento, lo opuesto a la codicia 

«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora». HEBREOS 13:5 

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Si está satisfecho con lo que Dios le ha dado, no será una persona codiciosa o amante del dinero. 

Una vez, un hombre que acudió a la oficina de mi iglesia, me confesó su pecado con la gula. Cuando le dije que no parecía tener sobrepeso, respondió: «Lo sé. No es que coma demasiado, sino que quiero comida. Constantemente la anhelo. Es una obsesión». 

La codicia es muy similar a la actitud glotona de ese hombre. Usted no tiene que adquirir muchas cosas, o incluso nada, para ser codicioso. Si anhela adquirir cosas y enfoca toda su atención en cómo puede obtenerlas, usted es culpable de codicia. 

No es malo ganar o poseer riquezas. En el Antiguo Testamento, Abraham y Job tenían una enorme fortuna. Una cantidad de fieles creyentes del Nuevo Testamento también eran bastante ricos. El problema surge cuando asumimos una actitud codiciosa que anhela dinero por encima de todo lo demás. Pablo nos advierte al respecto cuando afirma: «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Timoteo 6:10). Amar al dinero es quizás la modalidad más común de codicia; es similar a codiciar las riquezas materiales en diversas formas. 

No importa cómo se manifieste, ese tipo de codicia genera el mismo resultado espiritual: desagrada a Dios y nos separa de Él. Más ingresos, una casa más grande, ropa más agradable, un automóvil lujoso pueden tentarnos a todos. 

Sin embargo, el Señor quiere que usted sea libre del materialismo que controla con tanta facilidad a sus vecinos no cristianos. De todos modos, sus posesiones terrenales solo son temporales. Las perderá todas un día, lo suficientemente pronto. Por eso, Dios nos dice que debemos estar «contentos con lo que tenemos» (Hebreos 13:5), y percatarnos de que tenemos «una mejor y perdurable herencia en los cielos» (10:34) en nuestra salvación. 

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Sugerencias para la oración: ¿Hay alguna codicia o materialismo en su vida en la actualidad? Confiésela al Señor y ore para que le dé un renovado deseo de confiar en Él más que en una riqueza incierta. 

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 12:13-34. Haga una lista de las cosas que ilustran cómo se preocupa Dios por nuestras necesidades materiales. ¿Cómo contrasta usted la actitud del rico insensato con lo que Jesús enseña en el versículo 31?

14 de Enero

Identifíquese con los necesitados 

«Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo». HEBREOS 13:3 

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Como también somos seres humanos, Dios hace posible que simpaticemos con otros que podrían estar soportando dificultades. 

La Confesión Apostólica, una antigua declaración de la iglesia, dice: «Si un cristiano es condenado a trabajo forzado por causa de Cristo, no lo olvides; envíale algo para que se mantenga; para recompensar al soldado de Cristo». Usted puede ver en esta cita que la iglesia primitiva tomó en serio su responsabilidad de ayudar a las personas que sufrían persecución. Con el fin de obtener dinero para liberar a un compañero creyente, algunos cristianos primitivos incluso se vendían como esclavos. 

Es poco probable que tengamos que enfrentar medidas tan extremas. Pero podemos aprender de la actitud del corazón que provocó tal acción. El punto es que debemos hacer lo que podamos para comprender lo que otros están pasando. No tenemos que experimentar la misma inanición, encarcelamiento o tratamiento severo que están soportando para simpatizar con ellos. Ser humano —«en el cuerpo», como dice el versículo de hoy—, y sufrir nuestras propias heridas debería ser suficiente incentivo para ayudar a otros. Usted puede mostrar amor y empatía hacia alguien, al menos, en tres maneras. La primera es que puede, sencillamente, «estar con la persona» como amigo para alentarla cuando anda en problemas. 

Una segunda forma de mostrar empatía es brindar ayuda directa. Los filipenses compartieron con el apóstol Pablo en su aflicción apoyando económicamente su ministerio en otros lugares (Filipenses 4:14-16). De ese modo también lo alentaron en lo espiritual. 

Tercero, puede mostrar empatía a través de la oración. Las palabras finales del apóstol Pablo a los colosenses —«Acordaos de mis prisiones» (Colosenses 4:18)—, fueron un llamado a la oración. Era el único medio restante por el cual la iglesia podía apoyarlo con efectividad. 

Si tenemos el ejemplo de Cristo, que no es «un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades» (Hebreos 4:15), ¿cómo es posible que podamos ignorar las heridas de los demás, en especial las de otros creyentes? Al contrario, la empatía sincera debe ser una parte normal de nuestro servicio al Señor. 

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Sugerencias para la oración: Ore por un mayor estado de alerta y sensibilidad hacia aquellos que usted conoce y que podrían estar sufriendo. 

Para un estudio más profundo: Basado en la historia del buen samaritano en Lucas 10:29-37, ¿cuáles son las actitudes y acciones esenciales de un buen vecino?

13 de Enero

La hospitalidad como muestra de amor 

«No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles». 

HEBREOS 13:2 

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La hospitalidad debe ser característica de todos los cristianos puesto que, cada vez que la mostramos, servimos al Señor. 

Si usted es cristiano, su responsabilidad de amar a los demás no es solo con los creyentes. El apóstol Pablo es muy explícito y directo al respecto cuando indica: «Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos» (1 Tesalonicenses 5:15). «Con todos» incluye incluso a sus enemigos. La palabra «algunos», mencionada en el versículo de hoy, puede referirse tanto a los incrédulos como a los creyentes. El escritor de Hebreos dice que casi nunca sabemos el impacto completo que tiene la hospitalidad; por lo tanto, debemos estar alertas y diligentes siempre porque nuestras acciones pueden incluso influenciar a algunos en aras de la salvación. 

La última parte de Hebreos 13:2 —sin saberlo, hospedaron ángeles—, destaca aun más el hecho de que nunca podemos saber cuán significativo o útil puede ser un acto de hospitalidad. Abraham no tenía idea de que dos de los tres hombres que pasaron por su tienda eran ángeles y que el tercero era el Señor mismo, pero aun así se desvió de su camino para mostrar su hospitalidad (Génesis 18:1-5). La principal motivación sigue siendo el amor, por el bien de aquellos a quienes ayudamos y para la gloria de Dios. 

El Señor Jesús dice: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mateo 25:40). Como cristianos, servimos a Cristo cuando alimentamos a los hambrientos, acogemos al extraño, vestimos al desnudo y visitamos a alguien en prisión. Rechazar a las personas, que tienen necesidades reales — sean creyentes o no—, es lo mismo que darle la espalda a Cristo (v. 45). La hospitalidad cariñosa es, por lo tanto, más que una opción; es un mandato. 

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Sugerencias para la oración: Ore para que Dios le dé un mayor deseo de mostrar hospitalidad y que pueda ministrarle a una persona específica. 

Para un estudio más profundo: Lea Génesis 18:1-15. Escriba las maneras positivas en que Abraham lidió con la oportunidad de mostrar amor a los extraños. 

¿Cuán bien trató Sara con esa situación? 

¿Cómo se relaciona el ejemplo de su actitud con Hebreos 13:2?

12 de Enero

Importancia del amor fraternal 

«Permanezca el amor fraternal». 

HEBREOS 13:1 

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El amor genuino entre los cristianos testifica —al mundo— de Dios y de nosotros mismos. 

La importancia del amor fraternal va mucho más allá de las paredes de su iglesia o salón de reuniones. En Juan 13:35, Jesús dice: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros». En efecto, Dios ha hecho del amor entre los creyentes la vara de medir por la cual el mundo puede determinar si nuestra profesión cristiana es genuina. Por eso es tan importante que tengamos una actitud desprendida y antepongamos, con sinceridad, los intereses de nuestros hermanos y hermanas en Cristo. 

Si usted es padre, sabe lo divertido que es cuando sus hijos se aman y se preocupan por los demás. Tales relaciones armoniosas hacen una familia muy unida y cumplen las palabras del salmista: «¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!» (Salmos 133:1). Dios se complace y es glorificado cuando los hermanos cristianos se aman y ministran juntos en armonía. 

Ni el autor de la Carta a los Hebreos ni el apóstol Juan equiparan al amor con un afecto sentimental y superficial. Como ya se sugirió, el compromiso práctico marca el verdadero amor fraternal. Si usted no tiene ese compromiso, es lógico cuestionar su relación con Dios (1 Juan 3:17). Negarse a ayudar a un compañero creyente cuando uno puede, razona Juan, revela que realmente no lo ama. Y si no lo ama, el amor de Dios no puede estar en el corazón de uno, lo que prueba que no pertenece a Dios. Esta lógica es aleccionadora y persuasiva. Debería motivarnos aun más a ver la importancia de practicar el amor fraternal: «Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él» (1 Juan 3:18-19). 

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Sugerencias para la oración: Pídale perdón al Señor por los momentos en que no mostró amor fraternal o cuando fue reacio a ayudar a otro cristiano necesitado.

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 6:31-35 y observe cómo se extiende nuestro deber de amar aun más allá de la esfera de los hermanos creyentes. ¿Qué tipo de recompensa resulta?

11 de Enero

Amémonos unos a otros 

«Permanezca el amor fraternal». 

HEBREOS 13:1 

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La principal norma moral del cristianismo es el amor, especialmente entre los creyentes. 

El amor de los creyentes es algo que brota naturalmente de la vida cristiana y debe ser lo normal en la comunión dentro de la iglesia. Sin duda alguna, es posible que recuerde que después que fue salvo, se le hizo muy natural y emocionante amar a los otros cristianos y querer estar cerca de ellos. Sin embargo, tal actitud es extremadamente difícil de mantener. Este amor, que es un regalo del Espíritu de Dios, debe nutrirse o no crecerá; en realidad, hasta puede marchitarse. Es por eso que el apóstol Pedro nos exhorta de la siguiente manera: «Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre» (1 Pedro 1:22-23). 

Pablo nos enseña el mismo concepto de cultivar y practicar el amor mutuo cuando escribe: «Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más» (1 Tesalonicenses 4:9-10). 

Pablo también nos da la definición básica del amor fraternal, veamos lo que afirma: «Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» (Romanos 12:10). En pocas palabras, el amor fraternal consiste en ocuparnos de nuestros hermanos cristianos más que de nosotros mismos. Y tal amor presupone que tendremos una actitud de humildad (Filipenses 2:3-4). 

Así que el versículo de hoy en la Carta a los Hebreos simplemente apoya lo que Pablo y Pedro dijeron en otro lugar. La advertencia del escritor de que deberíamos dejar que el amor fraterno permanezca nos dice que este tipo de amor ya existe. Nuestro desafío hoy y cada día no es descubrir el amor mutuo, sino permitir que permanezca y que se incremente. 

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que le ayude a reavivar el amor que solía ser fuerte con un amigo cristiano, pero que ahora quizás no lo es. 

Para un estudio más profundo: Lea 1 Samuel 18 al 20. 

* ¿Qué tenía de especial el amor y la amistad entre David y Jonatán? 

* ¿Cuál fue el resultado final de esa relación (ver especialmente 20:8-17)

10 de Enero

Ejemplos dignos para el mundo 

«Permanezca el amor fraternal». 

HEBREOS 13:1 

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Los cristianos deben vivir lo que profesan para testificar al mundo. 

El predicador del siglo diecinueve, Alexander Maclaren, dijo una vez: «El mundo toma su noción de Dios más que todo de aquellos que dicen que pertenecen a la familia de Dios. Nos leen mucho más a nosotros que a la Biblia. A nosotros nos ven, mientras que solo saben de Jesucristo lo que escuchan de Él». La sana doctrina bíblica, aunque es muy importante como fundamento que es, no es conveniente completamente por sí misma para influenciar al mundo en aras del evangelio de Cristo. 

Los cristianos de hoy podrían aprender mucho de los primeros creyentes, cuyas vidas fueron una reprimenda para las sociedades inmorales y paganas que los rodeaban. Los incrédulos en esas culturas hallaban extremadamente difícil encontrar fallas en los cristianos, porque cuanto más los observaban, más los veían viviendo por los altos principios morales que la iglesia profesaba. 

Los cristianos en aquellos días eran obedientes a las instrucciones de Pedro: «Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos» (1 Pedro 2:15). También escucharon el consejo de Pablo a Tito: «Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros» (Tito 2:7-8). 

Jesús les ordenó a sus discípulos originales y a nosotros: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16). Por supuesto, Jesús pensaba en las buenas obras que eran genuinas y que provenían de una enseñanza bien fundamentada. 

Estos versículos deberían recordarnos, por lo tanto, que la doctrina y la práctica deben ir de la mano. El autor de la Carta a los Hebreos pasa, con cierta naturalidad, de la doctrina y la exhortación general a las amonestaciones específicas del capítulo 13. El amor entre los creyentes es su punto de partida, el cual debería ser el nuestro a medida que intentamos tener un andar digno y creíble ante el mundo que observa. 

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Sugerencias para la oración: 

Pídale a Dios que le ayude a mantener un equilibrio bíblico entre la doctrina y la práctica. Ore para que Él corrija aquello en lo que ha perdido el equilibrio. 

Para un estudio más profundo: Memorice Santiago 1:25. Use una Biblia de estudio y busque versículos que traten con «la ley de la libertad»

9 de Enero

Importancia de la humildad

«Con toda humildad».

EFESIOS 4:2

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La humildad es fundamental para el crecimiento espiritual y la bendición.

No es un secreto que los problemas familiares van en aumento. Los esposos y las esposas tienen conflictos. Los hijos se rebelan contra sus padres. Por desdicha, la mayoría de las soluciones propuestas solo se ocupan de los asuntos periféricos en vez del problema central, que es el orgullo. Nunca habrá unidad ni felicidad en una familia si no hay humildad en ella.

La humildad no solo es esencial en las familias; también es un ingrediente básico para todas las bendiciones espirituales. El libro de Proverbios es rico en tal enseñanza. «Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría» (11:2). «A la honra precede la humildad» (15:33). «Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová» (22:4). Santiago nos dice: «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (4:6). Con demasiada frecuencia olvidamos lo importante que es la humildad. 

¿Sabía usted que el orgullo fue el primer pecado? Un ángel llamado Lucifer trató de exaltarse a sí mismo por encima de Dios: «Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo» (Isaías 14:13-14). En este pasaje vemos que Lucifer insistió varias veces, pero Dios le dijo: «No, no lo harás», y lo expulsó del cielo. Lucifer, «hijo de la mañana», se convirtió en Satanás, «el acusador». 

Cada pecado, cualquiera que sea, contiene orgullo en su raíz, porque todo pecado desafía a Dios. ¿Qué podría ser más orgulloso que decir: «No seguiré las normas de Dios»? De modo que, para vencer al pecado, también debemos enfrentar nuestro orgullo. 

Es imposible salvarse sin humildad. A Dios no le impresionan las credenciales; usted debe acercarse a Dios y decirle: «Soy pecador y sé que no soy digno de nada». No hay otra forma de entrar a la familia de Dios, no hay otra manera de andar una vez que estás allí.

Aunque haya leído su Biblia, haya orado, asistido a la iglesia toda su vida e incluso fundado iglesias, si no anda con humildad, no andará dignamente. El andar digno comienza «con toda humildad».

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Sugerencias para la oración: Considere en qué modo se manifiesta el orgullo en algunas áreas de su vida, confiéselas a Dios y pídale perdón.

Para un estudio más profundo: Lea Lucas 18:9-14. Compare las actitudes del recaudador de impuestos y el fariseo. ¿Cuál le agradó a Dios y por qué?

8 de Enero

Elegido y llamado divinamente

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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Nosotros no elegimos a Dios; Él nos escogió a nosotros. 

¿Cuál es «la vocación [o llamamiento] con que fuimos llamados»? Esa vocación es simplemente la posición que tenemos como cristianos. Pablo les dijo a los corintios que eran «llamados a ser santos» (1 Corintios 1:2). Pedro instruyó a sus lectores a procurar «hacer firme vuestra vocación y elección» (2 Pedro 1:10). El nuestro es un «supremo llamamiento» (Filipenses 3:14), es «un llamamiento santo» (2 Timoteo 1:9) y «un llamamiento celestial» (Hebreos 3:1).

¿Quién nos llamó? Jesús tiene la respuesta: «Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere» (Juan 6:44). Además dijo: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros» (15:16). Aquellos «a los que [Dios] predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó» (Romanos 8:30). Dios nos llamó, respondimos con fe y nos salvó.

Supongamos que después de investigar todas las religiones del mundo, una persona elige el cristianismo. Si el cristianismo no fuera más que una simple elección personal para ser salvo, esa persona tendría cierto nivel de compromiso, es decir, «ya que he decidido hacerlo, vale la pena hacerlo». Pero si soy cristiano porque antes de que el mundo comenzara, el Dios soberano del universo me eligió para que pase la eternidad en su presencia, eso crea un nivel de compromiso mucho mayor.

Si una mujer soltera se le acerca a un soltero, le dice que tiene características que ella admira y le pregunta si le interesaría casarse con ella, habría algo extraño en ese cortejo. Pero supongamos que el hombre se acerca a la mujer primero y le dice: «He ido de un extremo a otro del mundo, y veo que tu carácter y tu belleza superan a todos los demás. ¿Te casarías conmigo?», sabemos que todo está bien.

Amplíe esa ilustración considerando la perspectiva de Dios. No le preguntamos a Dios si podíamos llegar a un acuerdo de salvación. De entre todas las personas del mundo, Él nos eligió para que recibiéramos su misericordia. Esa es una vocación suprema, santa y celestial. Tal llamado exige una respuesta de compromiso, ¿no es así?

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por elegirle y llamarle.

Para un estudio más profundo: Lea Romanos 8:29-39. ¿Cómo respondió Pablo al conocimiento del llamado de Dios para su vida? ¿Cómo debería el llamado de Dios afectar la actitud de usted?

7 de Enero

Recursos divinos para un andar digno

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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El estilo de vida digno solo es posible si se depende de los recursos de Dios.

A menudo, la palabra andar se usa en las Escrituras como un símbolo de la vida cristiana. Es simplemente una referencia a su conducta o estilo de vida cotidiano: un compromiso día a día—paso a paso—, para seguir a Cristo. Como cristianos, «andamos en vida nueva» (Romanos 6:4). Juan escribió: «Este es el amor, que andemos según sus mandamientos» (2 Juan 6). Pablo dijo que anduviésemos en buenas obras (Efesios 2:10) y que agradáramos a Dios en nuestro andar delante de Él (1 Tesalonicenses 4:1).

Lo que Pablo está diciendo en Efesios 4:1, es que «su estilo de vida sea digno de la vocación a la que usted es llamado». Puede que se pregunte: «¿Es posible caminar de esa manera?». Sí, lo es, pero solo basado en lo siguiente: debe consagrarse a ser fortalecido con el poder del Espíritu Santo (Efesios 3:16), la Palabra de Cristo debe habitar en su corazón, el amor de Dios debe llenar su vida (vv. 17-19), y debe ser «lleno de toda la plenitud de Dios» (v. 19), que es el que «hace todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (v. 20). Debemos vivir de acuerdo a los recursos que Dios nos ha dado para caminar dignamente. No lo haremos sencillamente por conocer teología ni por nuestro arduo esfuerzo. 

¿Está tratando de vivir como creyente sin orar, sin estudiar la Biblia e incluso sin meditar mucho en Cristo, excepto los domingos? ¿Está tratando de ser justo sin confiar en el Espíritu Santo? Si es así, se frustrará en sus esfuerzos. Usted debe consagrarse cada día y cada momento al Señor, confiando en su fortaleza. Además, ¿por qué vivir con su propio poder cuando puede hacerlo por el poder de Dios?

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Sugerencias para la oración: Agradezca a Dios por darle al Espíritu Santo, que le concede el poder de andar dignamente ante Él y ante los demás. Ore cada día que el Espíritu Santo le fortalezca para vivir de una manera que agrade a Dios.

Para un estudio más profundo: Lea Gálatas 5:16-25. Según lo que entendió del estudio de hoy ¿qué significa «andar por el Espíritu»? ¿De qué le ampara andar por el Espíritu?

6 de Enero

La pasión nutre al andar digno

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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La pasión por Cristo es lo que nos impulsa a llevar una vida ejemplar.

¿Qué piensa usted cuando oye la palabra mendigo? Es probable que se imagine a una persona demacrada vestida con harapos y con la mano extendida pidiendo dinero o comida.

¿Le sorprendería saber que el apóstol Pablo era un mendigo? Sin embargo no pedía dinero, al contrario, lo que pedía era que las personas siguieran a Cristo. La palabra traducida «suplicar» en este versículo significa «llamar a alguien con intensidad» o «suplicarle a alguien».

Pablo suplicaba a muchas personas. Le suplicó a Herodes Agripa que escuchara el evangelio (Hechos 26:3). A la iglesia en Roma, le dijo: *«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional» (Romanos 12:1). A los corintios les indicó: «Os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios» (2 Corintios 5:20). Como Pablo estaba comprometido con el principio de la verda divina, le imploraba a la gente que respondiera. No enfocó el ministerio con desapego o indiferencia.

Pablo nuevamente se siente obligado a mendigar en Efesios 4:1: «Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados». No lo dice fríamente: «Que andéis como es digno».Les ruega. ¿Por qué? Porque cuando usted no anda como es digno, Dios no se glorifica en su vida, usted no es bendecido completamente, la iglesia no puede operar completamente y, por lo tanto, el mundo no puede ver a Jesucristo por lo que es. De manera que depende mucho de nuestro andar digno.

Pablo nos suplica que mostremos cuán vital es eso. La pasión de Pablo confirma una verdad importante: si bien el conocimiento es necesario en la vida cristiana, es nuestro deseo de ser como Cristo lo que nos impulsa a la rectitud. Cuando tengamos ese deseo, será natural que roguemos a los que nos rodeen que sigan a Cristo también.

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Sugerencias para la oración: Pídale a Dios que le dé el corazón del apóstol Pablo, que dijo: «Somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dio rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios» (2 Corintios 5:20).

Para un estudio más profundo: Lea Filipenses 3:7-14. ¿Qué caracterizaba el celo de Pablo?  ¿Cuáles de estas características le faltan a usted? Busque formas de reforzarlas mientras estudia a diario la Palabra de Dios.

5 de Enero

Vea la vida desde una perspectiva divina

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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Para madurar en la fe, debemos aprender a ver las cosas desde la perspectiva de Dios.

Pablo era un prisionero de Roma. ¿Por qué entonces se llamó a sí mismo «prisionero del Señor»? Porque tenía la capacidad de ver todo en función de cómo afectaba eso a Cristo. No importa lo que sucediera en su vida, lo veía en relación a Dios. Sus preguntas eran: «¿Qué significa esto, Dios?» y «¿Cómo te afecta esto a ti?».

Cuando surge un problema en la vida, tendemos a decir: «¡Ay, ay de mí!» y nos preguntamos cómo nos afectará ¿Me causará dolor? ¿Me va a costar dinero? Muy a menudo pensamos solo a nivel terrenal. Pero, al igual que Pablo, deberíamos pensar a nivel celestial: ¿Qué está Dios tratando de enseñarme? *¿Cómo puedo glorificarlo en esto? En efecto, una buena definición de madurez cristiana es: ver automáticamente todas las cosas a la luz de la perspectiva divina.

Esta perspectiva, esta conciencia de Dios, es la única forma correcta para que los cristianos vivan. David dijo: «A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente» (Salmos 16:8-9). Debido a que David siempre fue consciente de la presencia de Dios, encontró alegría y seguridad, y ningún problema podía perturbarlo por mucho tiempo.

Pablo era igual: sabía que había una razón para su encarcelamiento y que Cristo sería glorificado por eso (ver Filipenses 1:12-14). A Pablo no le preocupaba cómo lo afectaba eso, por lo que podía regocijarse incluso en prisión.

«Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Nada de lo que sucede es ajeno al control de Dios. Confiemos en que Él sabe lo que es mejor para nosotros.

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Sugerencias para la oración: Si usted tiende a desanimarse o a quejarse cuando surgen los problemas, pídale a Dios que le perdone y le ayude a verlos desde la perspectiva de Él. Reconozca ante Dios que Él tiene el control de todo.

Para un estudio más profundo: La actitud del apóstol Pablo ante las dificultades se desarrolló mediante la experiencia que él mismo describe en 2 Corintios 12:2-10. ¿Qué le enseñó Cristo acerca de los problemas en el versículo 9 y cómo cambió eso la perspectiva de Pablo?

4 de Enero

En guardia contra el pecado

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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Conocer y obedecer la Palabra de Dios nos ayuda a caminar dignamente y nos resguarda del pecado.

Aunque tratamos acerca de la importancia de conocer la doctrina correcta antes de cumplir con el deber correcto, hay una forma de saber que la Biblia nos ayuda a caminar dignamente y es que nos protege del pecado. De vez en cuando puede que usted escuche a personas, con una actitud fatalista hacia el pecado, que dicen: «No pude evitarlo» o «El diablo me obligó a hacerlo». Tales excusas son absurdas para los cristianos, puesto que Dios nos ha dado los medios para resistir la tentación

El salmista dijo: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (Salmos 119:11). Sin conocimiento, estamos indefensos y somos vulnerables. Conocer la verdad de Dios, mediante el estudio y la aplicación, nos permite decirle no al pecado y sí a la justicia. Cualquiera que tenga fe en Jesucristo pero que no mantenga la Palabra de Dios constantemente a la vanguardia de su mente, se encontrará atrapado en el pecado una y otra vez.

Aunque debemos conocer la Palabra de Dios para defendernos del pecado y obedecer la voluntad de Dios, existe un peligro. Una vez que conocemos su verdad, somos responsables de lo que sabemos.

En 2 Pedro 2:21 se habla de los apóstatas, aquellos que sabían acerca de Jesucristo pero que volvieron a su vida anterior sin comprometerse con Él: «Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado». Santiago 4:17 dice: «Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado».

De modo que, no saber es mejor que conocer y no obedecer. Lo mejor, por supuesto, es conocer la Palabra y obedecerla, puesto que es nuestro alimento espiritual: «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pedro 2:2). Para el cristiano, descuidar la Palabra constituye inanición espiritual.

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Sugerencias para la oración: Pida perdón por los momentos en que haya sabido lo correcto pero no lo hizo.

Para un estudio más profundo: Lea sobre un joven que cedió a la tentación en Proverbios 7. Compare eso con José, en Génesis 39. ¿Cuál fue la diferencia entre ellos?

* Medite en cómo se relaciona el Salmo 119:9 con ellos y con usted

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3 de Enero

De la doctrina al deber

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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No hay vida correcta sin principios correctos. Imagínese a alguien que dice: «Tengo algo de dinero extra. 

Creo que le daré un buen cheque al gobierno». Absurdo, ¿no le parece? Sin embargo, cada año, los asalariados honrados llenan sus formularios y entregan parte de sus ingresos al gobierno, los impuestos. No es porque sean generosos, sino porque existe una ley, una doctrina, que dice que tienen que hacerlo.

A menos que las personas sepan la razón de lo que deben hacer, es poco probable que se comprometan a hacerlo. Pablo lo entendió, por eso siempre enseñó doctrina y luego deber. El vocablo «pues» —en Efesios 4:1— relaciona la doctrina en los capítulos 1 al 3 con el deber en los capítulos 4 al 6. Doctrina y deber están inseparablemente unidos; el deber siempre fluye de la doctrina. La vida correcta se basa en principios correctos. 

El apóstol Pablo le dijo a la iglesia colosense: «No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual» (1:9). ¿Con qué propósito? «Para que andéis como es digno del Señor» (v. 10). El conocimiento espiritual, la sabiduría y el entendimiento constituyen el camino de un andar digno.

Cuando los pastores enseñan el deber sin enseñar doctrina, debilitan la Palabra de Dios porque con ello eliminan el motivo. Pueden despertar emociones, pero eso no implica un compromiso a largo plazo. La responsabilidad del pastor es enseñar la verdad de Dios y la responsabilidad del oyente es obedecerla.

Por supuesto, la fuente de la verdad de Dios es su Palabra: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17) Conocer bien la Biblia y obedecerla es el medio que nos capacita para una vida recta.

Al pensar en nuestro digno caminar, evitemos el emocionalismo y el legalismo; en lugar de ello, enfoquémonos en vivir lo que aprendemos de un estudio minucioso y personal de la Palabra de Dios.

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Sugerencias para la oración: Si ha descuidado el estudio de la Biblia, confiéselo a Dios y pídale que le dé un mayor deseo por aprender su Palabra.

Para un estudio más profundo: Lea Efesios 1 al 3 y enumere todo lo que somos o tenemos en Cristo. Consciente de lo que Dios le ha dado, ¿puede hacer algo menos que comprometerse completamente con Él?

2 de Enero

Conviértase en lo que usted es 

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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La vida cristiana es convertirse en lo que ya Cristo hizo de usted.

Supongamos que después que fue salvado, el Señor estampó en su frente lo siguiente: «Mírenme. Soy hijo de Dios». ¿Cómo le afectaría eso? Es probable que no tengamos una marca física como esa, pero llevamos el nombre de Cristo en este mundo. Cuando confiamos por primera vez en el Señor Jesucristo, nos volvimos parte de su familia (Gálatas 4:1-7). Él «nos otorgó gratuitamente» su gracia (Efesios 1:6). Él «nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo» (1:3). Y tenemos una herencia rica y gloriosa en el cielo (1:18). Como hijos de Dios, en verdad tenemos muchos derechos, honores y privilegios, pero Él espera que nos comportemos como hijos suyos. Así como los niños honran a sus padres obedeciéndolos, nosotros honramos a Dios andando como hijos dignos de Él. Nuestras acciones deben ser aprobadas por Él. Nuestros deseos deben ser los suyos. Nuestras metas y objetivos deben ser sus metas y sus objetivos.

Uno de mis profesores en el seminario me dijo una vez que toda la vida cristiana se reduce a lo que uno es. Debido a que uno es hijo de Dios, debe actuar como tal. En efecto, la raíz de la palabra griega traducida como «digno», en Efesios 4:1, habla de igualdad y equilibrio. Debería haber una armonía perfecta entre lo que usted es y cómo vive. No cumplimos nuestro compromiso con Cristo cuando no vivimos de esa manera.

Recuerde, sin embargo, que nuestra obediencia a Dios no debe ser una simple conformidad a las reglas y regulaciones por temor u orgullo legalista. Al contrario, debe conformarse a la justicia por gratitud y un profundo amor por Cristo.

Nuestro deseo de ser hijos dignos es el resultado de comprender y apreciar todo lo que Dios ha hecho por nosotros. 

Filipenses 1:27 dice: «Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo». En otras palabras, actúe en conformidad con el evangelio. La elevada realidad del evangelio exige un estilo de vida acorde a ella.

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Sugerencias para la oración: Pídale al Señor que le ayude a actuar como hijo de Él.

Para un estudio más profundo: Lea 1 Juan 2:6. Cristo es nuestro supremo ejemplo del andar digno. Encuentre ejemplos en los evangelios en los que se muestre el compromiso de usted con el Padre. ¿Cómo puede seguir su ejemplo hoy?

1 de Enero

El compromiso con las normas de Dios

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados».

EFESIOS 4:1

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Así como las organizaciones tienen reglas que sus miembros deben seguir, Dios  tiene normas por las que los cristianos deben vivir.

Cuando alguien es parte de un grupo, está obligado a seguir sus leyes o normas. A los ciudadanos estadounidenses se les requiere que obedezcan las leyes de los Estados Unidos. Los empleados deben cumplir con las reglas de su compañía. Se espera que los equipos atléticos escuchen a su entrenador.

La mayoría de nosotros queremos ser parte de un grupo, puesto que la  pertenencia trae consigo aceptación. Ese deseo de adaptación puede ser bastante fuerte, tanto que a veces raya en lo peligroso. En el tiempo de Jesús, «aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga» (Juan 12:42-43). Esos gobernantes estaban tan comprometidos con su sistema religioso que condenaron sus almas al seguir apegados a su código.

Algunas personas piensan que pertenecer a la iglesia es diferente. Quieren las bendiciones, los derechos y los privilegios de ser hijos de Dios, pero no están dispuestos a ajustarse a las normas bíblicas. Sin embargo, Dios espera que los cristianos vivan de cierta manera. Pablo les dijo a los creyentes de Corinto que sacaran de en medio de ellos a todos los que vivían de manera inmoral (1 Corintios 5:1-2). En 2 Tesalonicenses 3:6 dijo: «Os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro  Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros».

Puesto que las personas pueden unirse tanto a equipos atléticos, como a  empresas, y seguir sus reglas; ya que las personas pueden temer ser expulsadas de su sociedad y perder sus almas; dado que las personas pueden dedicarse a cosas que no tienen valor, ¿no deberían los cristianos hacer un compromiso aun mayor con lo que más importa? En Efesios 4:1-6, Pablo nos indica el modo en que podemos andar «como es digno de la vocación con que fuisteis llamados» (v. 1)Comprometámonos a obedecer a Dios a medida que aprendemos lo que Él  requiere de nosotros. 

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Sugerencias para la oración:

Pídale a Dios que le muestre las áreas en las que su compromiso con Él es débil y

que le ayude a fortalecerlas.

Para un estudio más profundo: Lea Juan 9. ¿A qué estaban más comprometidos los padres del hombre ciego de nacimiento?

* ¿Qué efecto tuvo ese compromiso en ellos?

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